Entradas escritas en junio de 2009 ↓

Horario desconcertante

Algo así, sólo puede pasar en Japón. Y no lo digo por el paupérrimo inglés, sino por los horarios…

Horario un tanto anormal 

No se trata de un centro religioso, donde tendría sentido ese horario, sino de la oficina de la Hiyoshi International House, donde estoy viviendo. El motivo es que los managers, (Sr. y Sra. Arahari) trabajan de lunes a sábado, y el domingo lo subcontratan a un hombre mayor que se aburre y se dedica a barrer cada rincón de los cuatro edificios.

El Zoo de Hiyoshi

La verdad es que no sé si el zoo se llama así. Bueno, no creo que se llame así porque no está en el barrio de Hiyoshi, ni siquiera en la ciudad de Yokohama, sino en la vecina Kawasaki. Apenas a 15 minutos andando desde mi casa, en lo alto de una colina, y yo que no me había enterado de su existencia hasta la semana pasada. 


Ver mapa más grande

Por cierto, buscando el mapa acabo de ver que su nombre real es Yumemigasaki Zoo. Es bonito el nombre, Yumemigasaki en japonés se escribe 夢見ヶ崎, y quiere decir algo así como “el promontorio para ver los sueños”.

El caso es que el viernes pasado tuve que acercarme de nuevo a Tsukuba, al norte de Tokyo. Fue una reunión muy interesante, más que por la reunión en sí (en japonés) por la discusión posterior con Itoh-san, una investigadora de unos 50 años con la que intercambié muy buenas ideas de modelos de simulación. Me sorprendió el hecho de encontrar a una mujer, puesto que las mujeres suelen abandonar el trabajo cuando se casan y sólo vuelven cuando tienen a los hijos  ya criados (en la universidad) ya puestos de muy poca responsabilidad, tipo secretarias, cajeras de supermercado, etc.

Y que me voy del hilo. Como el viernes no pude, el sábado me acerqué por la universidad para poner en marcha unas simulaciones y que así estuvieran listas para hoy (al final fallaron [v_v] ). Al salir del laboratorio pregunté si a alguien le apetecía venirse conmigo al Zoo de Hiyoshi (porque un sábado a mediodía el laboratorio está lleno de gente). Ya sabían a qué me refería. Además, yo no sabía exactamente dónde estaba, y mejor engañar a alguien para que me acompañara. Conmigo vino Yamaga, porque no tenía gran cosa que hacer y era un plan que le apetecía a pesar del calor (¡34ºC!, récord de este año). De camino cayó un helado para cada uno. 

Al llegar allí me di cuenta de que es en realidad mucho más de lo que me esperaba. Está en un parque, con los juegos de niños y demás, pero que tiene jaulas alrededor. Y hay todo tipo de animales. Obviamente no hay bichos que requieran grandes cuidados o instalaciones, como elefantes, jirafas o hipopótamos, pero sí que se pueden encontrar cebras, cabras montesas, ciervos, todo tipo de monos y loros, pandas rojos y ¡¡hasta pingüinos!!. Os pongo fotos de los bichos:

Una jaula llena de cobayas. Estoy seguro de que ahí dentro se encuentra la menor diversidad genética de Japón. 

Cobayas

Pajarracos:  

Papagayo 

Este bicho se ponía muy cariñoso y sacaba la patita por la reja para que le acariciaras… entonces aprovechaba y agarraba fuerte. Es un asesino sin escrúpulos en potencia. 

Aquí a los loros les enseñan a decir おはよう (ohayō, buenos días). Pero este yaco de cola roja no estaba por la labor de aprender japonés. 

Pero este lorito verde sí que habló:

También hicimos el pingüino durante un rato:

Pingüinos

Vaya, y ya no tengo más fotos, creía que había hecho más. Os aseguro que había muchos más animales. Y si no lo creéis, comprobadlo por vosotros mismos ;). Carlos, Marta, cualquiera de los que vivís en Japón o los que vais a venir a visitarme, acercaos, merece la pena y está muy cerquita. 

Encajando vuelos

Ya ha llegado el verano, pero no las vacaciones. En la ETSIT estaréis ya estudiando para el último examen, si es que no los habéis acabado aún. Yo sigo con clases, al menos durante tres semanas más. Llega la época de más presentaciones de clase y tareas. Después viene la época de exámenes, aunque no deberían ser muy difíciles si has estudiado durante el curso. 

Oficialmente, desde el 27 de julio y hasta el 23 de septiembre son las vacaciones de verano. Oficialmente. Pero de hecho las vacaciones es casi como si no existieran. Algunos compañeros me han dicho que las vacaciones son “como el resto del curso, pero sin clases”, es decir, un 80% de trabajo en el laboratorio, y el resto… pues en vez de clases, a disfrutar. Pero básicamente la gente va a la universidad, excepto una semana a mediados de agosto que la cierran para hacer un chequeo eléctrico. También porque es el Obon (お盆), semana de los difuntos, aunque creo que si no hubiera que hacer el chequeo eléctrico no la cerrarían. De hecho algunos se quejan y preguntan por qué necesitan una semana entera, si se puede hacer en dos días. En fin…

Afortunadamente yo no soy japonés, y este verano me voy a tomar vacaciones de verdad, aunque no completas. Digamos que al 50%. La semana pasada pedí permiso a mi sempai para irme de viaje a visitar a un amigo que está estudiando en Singapur durante una semana. En realidad me voy a recorrer con un amigo el sudeste asiático durante dos semanas, pero es cuestión de matices, y como parte de este tiempo se solapa con el Obon no hay tanto problema. 

Hace un par de meses, Arturo, un amigo de la Ruta de Costa Rica, me comentó su plan de ir desde Beijing hasta Singapur por tierra con un par de conocidos suyos, y que si me apuntaba. Como no puedo tomarme 40 días para hacer ese recorrido y China ya lo conozco, decidí acompañarle en la última etapa del viaje, de Bangkok a Singapur en 12 días, a principios de Agosto. Después, él volverá volando Costa Rica pasando por Beijing y dos días más tarde haciendo una breve escala de 5h en Tokyo, durante las cuales enseñaré el pueblo de Narita. Como el aeropuerto de Narita está lejos de mi casa (3h en tren y 1500¥ el trayecto), decidí quedarme por el sudeste asiático un par de días más y al volver encontrarme con él en el aeropuerto.

Después de pedir permiso para irme, comencé la búsqueda de vuelos. Volar desde Japón es caro, pero tiene la ventaja de que los precios varían muy poco a medida que se acerca la fecha del viaje. Esto te da ventaja para poder planificar con más tiempo. Sin embargo, en el sudeste asiático hay muchas compañías de bajo coste, con un sistema de precios fuertemente dependiente de un montón de factores que sólo ellos conocen, así que es mejor pillar las ofertas antes de que desaparezcan. 

Y ahora llegan los nervios, el buscar combinaciones adecuadas, buscando buenos precios, dejándote llevar a un sitio u a otro en función de las ofertas, haciendo escala en determinados lugares porque desde allí puedes coger mejores ofertas, etc. Lo he hecho siempre, consultar todas las opciones, elegir la mejor ruta posible, y compralo todo de golpe, antes de que alguien me quite las plazas en uno sólo de los trayectos.

Muchos se sorprenden de que consiga vuelos a buenos precios (aunque todo hay que decirlo, también se me pasan ofertas), pero el truco está en valorar todas las posibilidades de aerolíneas y escalas, sin importarte madrugar mucho o llegar a las tantas al destino, o incluso tener que volar a un aeropuerto secundario. Algunos ejemplos: Durante los dos interrailes que he hecho, y que ambos acabaron en Estambul, volvimos de Turquía en una ocasión saliendo a la cinco de la mañana y haciendo una escala de dos días en París, y en otra ocasión, haciendo una escala de 3h en Londres, cambio de aeropuerto incluído (fue de locos, pero lo logramos, la historia merece ser contada en un post aparte). Este invierno fui a Estocolmo pasando por Alicante a la ida y por dos aeropuertos distintos de Alemania a la vuelta. A Marta y su hermana les he conseguido otro vuelo a Suecia yendo por Italia y volviendo por Zaragoza. 

Y ahora me ha tocado hacer lo mismo con el sudeste asiático. En los dos días que me sobraban, haciendo tiempo para llegar a Tokyo a la vez que Arturo, decidí aprovechar los vuelos LowCost y visitar algún otro lugar de la zona. Miré un mapa, y elegí el Sultanato de Brunei un pequeño país dentro de la isla de Borneo. Un lugar diferente, extraño, no habitual en las rutas turísticas, y que podía visitar en poco tiempo.

A buscar vuelos. Condiciones: Estoy en Singapur, dos días más tarde vuelvo a Japón desde Bangkok, quiero ir a Brunei. No es tarea fácil, a Brunei no vuelan muchas aerolíneas. Busco más y más combinaciones, haciendo escalas en lugares insospechados, saliendo en autobús a un aeropuerto malayo junto a la frontera con Singapur. Al final, después de tres horas con quince pestañas abiertas en el navegador (una por aerolínea), y dándole vueltas a la cabeza escribiendo en un papel varios diagramas con las distintas posibilidades, por fin encuentro la ruta perfecta. No es perfecta por no tener problemas, sino porque no existe otra mejor (considerando tiempos y precio). Porque problemas podría tener, pero andando con cuidado es posible evitarlos.

El primer día llego a Bangkok por la noche con mi querida ANA, y me encuentro con Arturo en el hostal donde estén. Durante doce días bajamos por Tailandia y Malasia hasta Singapur, que lo visito con ellos en un día. Marcho a Brunei haciendo escala en Kota Kinabalu (Malasia). Visito Brunei en día y medio. Vuelvo a Japón encadenando en el mismo día cuatro vuelos internacionales independiendes, de tres aerolíneas distintas. Me vuelvo a encontrar con Arturo en Japón, y le enseño en un rato el pueblo de Narita. Y cada uno para su casa, en extremos opuestos del Pacífico.

El planing de vuelos es el siguiente. La última línea fue la que más quebraderos de cabeza me dio. 

Mis vuelos del verano  

Sé que alguno se estará echando las manos a la cabeza en este momento (y no diré nombres). Admito que la vuelta es un poco locura, pero el tiempo de las escalas está friamente calculado, dependiendo de si es por la mañana o por la tarde (por la mañana se producen menos retrasos), si hay que cambiar de terminal, facturar o no equipaje, e incluso consultando las estadísticas de puntualidad. 

Pero es lo que necesito en vacaciones, salir de la rutina del día a día, meterme en alguna nueva aventura, algún reto más allá de lograr crecer un sandwich de silicio. ¿Lo conseguiré?. ¡Pues claro!, ¡allá vamos!

Rebajas japonesas

Las rebajas japonesas son curiosas, aparte de tener los típicos descuentos de vez en cuando se sacan de debajo de la manga happy hours de todo a mitad de precio, o cualquier otro evento que sea capaz de atraer a la gente para vender. 

Pero las rebajas tradicionales son distintas. Te venden una bolsa, paquete o caja misteriosa en la que, en principio no sabes lo que hay. Cuando miras la etiqueta más de cerca pone, por ejemplo “camiseta L, pantalón M, tres pares de calcetines y una gorra”. Nada más, y te lo ofrecen a un precio fijo. Te dejas engañar por tú mismo y eliges la bola que quieras. Lo bueno es que no sólo lo hacen con ropa, sino con cualquier cosa. 

Normalmente sale rentable porque las bolsas incluyen productos que pueden hasta doblar el valor de lo que has pagado por la bolsa. Sin embargo a mi no me acaba de convencer esto de comprar a ciegas…

Rebajas japonesas 

Desfases

No os voy a hablar de la diferencia horaria entre Japón y centroeuropa, que son 7 horas en verano y 8 en invierno (aunque para más comodidad podéis la hora en Japón en la barra derecha del blog). 

Vengo a hablar de otras diferencias de tiempo. Primero, en cuando al clima. Parece que las temperaturas están desfasadas algo así como un mes respecto a España. Cuando llegué en en septiembre hacía un calor tremendo, en octubre se podía andar en manga corta durante las horas centrales del día, hasta diciembre no desempolvé el abrigo, a mediados de marzo mis padres, Jose, Alberto y yo nos helamos de frío en Kyoto y vimos nevar en Akihabara. Ahora estamos en junio y durante todo el día hace unos agradables 20~25º. Dicen que lo peor está por llegar, que el verano es terrible en Japón: calor y humedad. Pero bueno, con este mes de desfase el calor llegará para mediados de julio, cuando haya que ir preparando los exámenes y entregas finales y uno pueda estar encerrado en lugares con aire acondicionado.

Ahora otro desfase, acerca del horario solar en Yokohama. Los amaneceres ocurren tan temprano que ni siquiera la mañana ha llegado aún. Ver en el reloj 3:30 y cómo minuto a minuto las estrellas desaparecen y el cielo comienza a tomar tonos azulados es terrible cuando te acuestas tarde, porque pierdes horas de luz durmiendo. Sólo es bueno cuando tienes que despertarte temprano, te motiva a seguir adelante con los experimentos del día a pesar de las horas. Ver la calle desierta, a las 6 de la mañana, a plena luz del día, con la única presencia de los cuervos devoradores de bolsas de basura es algo indescriptible, hay que vivirlo.

Con los atardeceres igual, pero al revés. Ahora se pone el sol a las 7 de la tarde, aceptable, pero no es lo mismo que pensar que en España dura hasta cerca de las 10 de la noche. Pero es que en invierno es a las 4:30 de la tarde. A poco que te quedes en la universidad, sales todos los días de noche. Y si por cualquier cosa te has levantado tarde, puedes encontrarte con días en los que apenas ves durante unas horas la luz del sol. Yo necesito el sol, como las lagartijas, por eso odiaba esos días de invierno en los que tenía que ir al laboratorio underground, a diez metros bajo tierra, sin una sola ventana. Y aunque desde la students room en el quinto piso tenemos unas vistas estupendas (ya subiré alguna foto), da al norte, así que sólo me alcanzan los rayos cuando casualmente se reflejan en los rascacielos de Kawasaki.

Y a todo esto, ¿cómo responden los japoneses?. Bueno, aunque tienen el horario de comidas de centroeuropa (comida a las 12 y cena a las 7) es decir, un par de horas adelantado respecto a España, y al que más o menos me he habituado, su horario estudiantil está un par de horas retrasado respecto a lo habitual de entrar a las 9 y salir a las 6. Los japoneses comienzan a llegar a la universidad a las 11, y para las 13h ya están más o menos todos. Luego se quedan hasta tarde, mucho más tarde de cenar, las 10 u 11 de la noche, o incluso más tarde si no tienen que coger el último tren para volver a casa. Así que su jornada se desarrolla prácticamente entera después de la comida, que todo sea dicho, suele ser más ligera que la cena, ya que con la cena tienen que aguantar hasta la mañana siguiente, porque tardan mucho en irse a la cama desde que cenan. No sé si tomarán una segunda cena o algo parecido en su casa. Quizá se compren algún plátano en cualquier convini (tienda 24h) que les pille de camino a casa (en los últimos trenes). Uhm… se lo tengo que preguntar un día de estos.

El anterior desfase me trae un poco loco, porque por una parte amanece temprano, pero los japoneses pierden literalmente un tercio de día durmiendo porque la noche anterior se quedaron hasta tarde trabajando. En el trabajo mejor dicho. Y yo me pregunto, ¿no sería mejor entrar a trabajar antes y así aprovechar horas de luz?. Si el problema es que la comida les partiría el día pues… busquemos otra solución. ¿Y si adelantamos dos o tres horas todos los relojes para que el ciclo solar esté un poco más en sintonía con el ciclo de vida del día?. ¿A quién se lo tengo que proponer?. El único efecto que le veo es que la diferencia horaria con España aumentaría. Aunque eso quizá no sea inconveniente, porque entonces cuando llamase a casa no coincidiría con la hora de la siesta.

Trabajar como un japonés

Os voy a contar algo más que voy aprendiendo sobre la forma de considerar el trabajo de los japoneses. Lo primero es preguntarse ¿les gusta trabajar?, pues como en todas partes, depende de la persona y del trabajo, hay veces que realmente disfrutan, otras que lo usan como una forma de ganarse la vida, y casi siempre, como una forma de mantener el prestigio social, es decir, para no ser el blanco de críticas por no arrimar el hombro a las empresas del país. En definitiva, consideran el trabajo como una parte imprescindible y muy importante de su vida, por eso trabajan tanto.

Pero son personas (aunque alguien me haya dicho que a veces en el blog los trato como si no lo fueran). En el fondo valoran las vacaciones y el tiempo libre. Entre mis compañeros de estudios he escuchado qué bien se lo tiene montado el profesor: un buen sueldo, su casa a 10 minutos en bicicleta, una familia de 4 miembros, vacaciones en el extranjero un par de veces al año, y su jornada laboral que más o menos es de 10am a 6pm. También he escuchado que el puesto de administrativo de Keio está muy valorado, principalmente por su horario, de 9am a 5pm. 

El otro día el estudiante alemán tenía que acabar de redactar unos documentos científicos porque se iba a Alemania. Le preguntó al profesor si podían quedar el sábado, y aunque el profesor tenía compromisos familiares (quedarse a cuidar de los niños en casa), negociaron un poco el horario, el profesor le invitó a comer a su casa y después redactaron los documentos. Esto me parece totalmente normal, incluso sano, saber cuándo tienes que hacer horas extra, y ser capaz de conjugar vida privada con laboral sin detrimento de una por la otra. 

Por eso me pregunto, ¿no es mejor trabajar las horas que te corresponden, siendo feliz y estando contento con tu trabajo, llegar cada mañana motivado, y hacer horas extra cuando realmente las necesitas que, hacer jornadas laborables de 14 horas, estar reventado todo el día con la consiguiente bajada de rendimiento y cabezadas sobre el escritorio, y no tener margen razonable para hacer horas extra?

La mayoría de japoneses ya tienen su respuesta, porque la sociedad se la ha respondido, y simplemente siguen caminando al ritmo de la masa. Afortunadamente no todos son así. Nuestro profesor es diferente, no es un japonés cualquiera, de vez en cuando hay algún loco que decide no seguir la corriente. Desde sus creencias religiosas occidentales hasta cómo asiste a algunas reuniones ahora que empieza a hacer calorcito: en camiseta y pantalón corto. O quizá fue porque pasó una temporada en Estados Unidos, quién sabe.

Sin embargo tiene otra cara, oculta y más oscura, la que afortunadamente yo no conozco ni espero dar motivos para conocer, y que sólo muestra cuando no está contento con tu forma de trabajar. El resto del tiempo no se ve, pero se intuye. Porque es una de esas personas que a la vez inspira confianza y respeto. No sé cómo lo hace. 

Y para acabar, la discriminación social (o a veces autodiscriminación) entre sexos en el trabajo. Os paso los datos oficiales del personal de la universidad de Keio, a los que se puede acceder públicamente desde esta web. Resumo algunos datos (hombres/mujeres):

Profesores titulares de Ciencia y Tecnología: (140/2)
Total de profesores en Keio: (1681/406)
Total de profesores extranjeros: (70/20)
Personal de enfermería: (31/961)
Personal administrativo: (537/788)

Los datos no son tan malos como me esperaba en un principio, pero está claro que en Japón sigue habiendo trabajos de hombre y trabajos de mujer.

Para acabar, una referencia al nuevo blog de Alex, amigo Vulcanus y trabajador por un año en Japón. Él sí que se está enterando de cómo son los japoneses en el trabajo. Alex, ¡sigue escribiendo!.

Act gaga, tag a cat!

(Está en el blogroll, pero como la mitad me leen por feed y de la otra mitad a saber cuántos miran los links, os lo referencio explícitamente, porque merece la pena).

Sigue la caza

Menudo chiringuito tienen montado a los cuervos para que entren a comer y luego podamos cazarlos. Lástima que hoy era el día de recogida de papel y cartón. Mañana toca basura orgánica, a ver si hay más suerte.

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