El Zoo de Hiyoshi

La verdad es que no sé si el zoo se llama así. Bueno, no creo que se llame así porque no está en el barrio de Hiyoshi, ni siquiera en la ciudad de Yokohama, sino en la vecina Kawasaki. Apenas a 15 minutos andando desde mi casa, en lo alto de una colina, y yo que no me había enterado de su existencia hasta la semana pasada. 


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Por cierto, buscando el mapa acabo de ver que su nombre real es Yumemigasaki Zoo. Es bonito el nombre, Yumemigasaki en japonés se escribe 夢見ヶ崎, y quiere decir algo así como “el promontorio para ver los sueños”.

El caso es que el viernes pasado tuve que acercarme de nuevo a Tsukuba, al norte de Tokyo. Fue una reunión muy interesante, más que por la reunión en sí (en japonés) por la discusión posterior con Itoh-san, una investigadora de unos 50 años con la que intercambié muy buenas ideas de modelos de simulación. Me sorprendió el hecho de encontrar a una mujer, puesto que las mujeres suelen abandonar el trabajo cuando se casan y sólo vuelven cuando tienen a los hijos  ya criados (en la universidad) ya puestos de muy poca responsabilidad, tipo secretarias, cajeras de supermercado, etc.

Y que me voy del hilo. Como el viernes no pude, el sábado me acerqué por la universidad para poner en marcha unas simulaciones y que así estuvieran listas para hoy (al final fallaron [v_v] ). Al salir del laboratorio pregunté si a alguien le apetecía venirse conmigo al Zoo de Hiyoshi (porque un sábado a mediodía el laboratorio está lleno de gente). Ya sabían a qué me refería. Además, yo no sabía exactamente dónde estaba, y mejor engañar a alguien para que me acompañara. Conmigo vino Yamaga, porque no tenía gran cosa que hacer y era un plan que le apetecía a pesar del calor (¡34ºC!, récord de este año). De camino cayó un helado para cada uno. 

Al llegar allí me di cuenta de que es en realidad mucho más de lo que me esperaba. Está en un parque, con los juegos de niños y demás, pero que tiene jaulas alrededor. Y hay todo tipo de animales. Obviamente no hay bichos que requieran grandes cuidados o instalaciones, como elefantes, jirafas o hipopótamos, pero sí que se pueden encontrar cebras, cabras montesas, ciervos, todo tipo de monos y loros, pandas rojos y ¡¡hasta pingüinos!!. Os pongo fotos de los bichos:

Una jaula llena de cobayas. Estoy seguro de que ahí dentro se encuentra la menor diversidad genética de Japón. 

Cobayas

Pajarracos:  

Papagayo 

Este bicho se ponía muy cariñoso y sacaba la patita por la reja para que le acariciaras… entonces aprovechaba y agarraba fuerte. Es un asesino sin escrúpulos en potencia. 

Aquí a los loros les enseñan a decir おはよう (ohayō, buenos días). Pero este yaco de cola roja no estaba por la labor de aprender japonés. 

Pero este lorito verde sí que habló:

También hicimos el pingüino durante un rato:

Pingüinos

Vaya, y ya no tengo más fotos, creía que había hecho más. Os aseguro que había muchos más animales. Y si no lo creéis, comprobadlo por vosotros mismos ;). Carlos, Marta, cualquiera de los que vivís en Japón o los que vais a venir a visitarme, acercaos, merece la pena y está muy cerquita.Â