Como cada primera semana de mes, hoy me he acercado al centro internacional de Keio para firmar y así poder recibir la beca de este mes. Lo llevan seis o siete mujeres de unos 40 años muy simpáticas y siempre dispuestas a colaborar.
Ayer vino de Alemania un doctorando que durante una semana va a afinar su investigación. Es una maravilla tener a un alemán estudiando o discutiendo un artículo científico al lado tuyo. Te sientes como en casa. O casi.
Esta tarde-noche le hemos dado la bienvenida oficial, yéndonos medio laboratorio (unas 15 personas), profesor incluído, a cenar a un restaurante por los alrededores de la estación de Hiyoshi.
Al poco de empezar a comer pulpo crudo con wasabi, carne de caballo sin cocinar y otras delicias japonesas, el profesor me dice que en el centro internacional echan de menos mi pantalón amarillo y la alegría española que transmitía cada vez que lo vestía. Que si acaso me estaba volviendo japonés.
Me he quedado a cuadros. Por la pregunta de mi profesor, por cómo gusta lo diferente en el país de la homogeneidad, pero sobre todo… ¡¡porque es un pantalón de verano y la última vez que me lo puse fue en octubre!!
Actualización: por petición popular añado una foto.
(obviamente soy el de la izquierda, el del pantalón amarillo)
13 comentarios ↓
Pues ya sabes, a volvértelo a poner! :P
¡Pero ilustra el artículo con una foto, hombre!
Supongo que causaría sensación y los japoneses comentarían a tus espaldas sobre el pantalón amarillo, porque si no menuda atención al detalle y menuda memoria.
Venga, ahí tenéis la foto. Me lo volveré a poner un día de estos, hoy no que tengo una reunión en otra universidad de Tokyo, y mañana tampoco que hago noche en el laboratorio.
¡¡¡¡Totalmente cierto!!!!!! Esto me recuerda a que cuando se fue Ricky (no sé si llegaste a conocerle, un tipo enorme de isla Mauricio) repartió sus cosas entre la gente (a mí me tocó una máquina de steps, que está en el armario cogiendo polvo) y entre otras cosas les dió a los gabachos varios sacos de ropa.
Se pusieron a hacer una selección y varias camisetas amarillas y naranjas que nadie quería varios sugirieron que a tí te irían bien porque siempre ibas de esos colores :)
Es curioso porque yo ni me había fijado y sin embargo parece que a los extranjeros les has impactado de verdad con tanto color… ¿Será que aquí lo normal es ir de gris????
jajaja, tu sigue vistiendo con colores alegres :-) demostrando que no eres gris!
Marta, sí que conocí a Ricky. No sabía que los franceses también pensaban lo mismo de mí, y la verdad, no me hubiera importado que me llamaran, aunque fuera sólo para ver si había algo interesante. En fin…
Javi, así lo haré. Mañana camiseta amarilla :P.
Y no te has puesto ya tu camiseta amarilla chillona??? Porque esa sí que canta!!
Pero no te me emociones y vayas en plan ágata ruiz de la prada, eh?? Que luego los japos vienen a España y claro, dicen que creían que la gente aquí vestía diferente…que por qué será…no me quiero ni imaginar como vas por allí luis…jajajajja
bss!!
Se deduce entonces que cuando no llevas el pantalón amarillo actuas como un japonés? Son los pantalones amarillos mágicos?
Estos japoneses…. :P
Noo, no creo que nunca llegue a actuar como un japonés.
Marta, sabes, hoy precisamente llevo la camiseta amarilla y un pantalón azul oscuro. Voy de Boca.
Yo no entiendo nada, porque si te vistes de pantalón y camiseta amarillos… no serás más asiático??
Dales bien de colorido a esos aburridos!! ;)
Isra, ¿Nunca te ha dicho tu madre que amarillo con amarillo no combina bien?. Por eso yo voy a ponerme nunca pantalón y camiseta amarillos a la vez… y esa es la auténtica razón de que los asiáticos no vistan de amarillo xD.
[...] de tema, y de medio. Pasemos del vídeo al papel. Resulta que las mujeres del Centro Internacional de Keio me dijeron que si me importaría (es decir, me pidieron) aparecer en el folleto que Keio reparte [...]
[...] domingo fue diferente, me animé a ponerme el despertador a las 3:15 de la mañana, enfundarme mis pantalones amarillos y una camiseta roja, y bajar al hall de la residencia a verlo con más gente. Una curiosidad, como [...]
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