Entradas escritas en junio de 2010 ↓

Un viernes cualquiera

Hoy he hecho algo malo: he cruzado la estación en bicicleta. Volvía de comprar unas cosas al otro lado, y no me apetecía darme una vuelta de kilómetro y pico para llegar a un paso a nivel y esperar a saber cuánto tiempo hasta que se levantasen las barreras. El paso a nivel es de nueve vías paralelas, así que tarda lo suyo en abrirse.

El caso es que, despacio y con cuidadito empiezo a cruzar la estación en bicicleta. Sin montarme en ella por supuesto. Y al poco de entrar, me quedo a cuadros cuando escucho detrás de mi ¿oiga, usted habla español?. Era un hombre vestido con un mono de técnico. Perfectamente podría ser un empleado de la JR. Pensaba que me iba a echar una reprimenda, luego tocaría hacer unas reverencias y decir que no lo vas a volver a hacer. Pero en ese momento eso me daba igual. Mi incógnita era cómo sabía que yo hablaba español, y antes de que diga nada se lo pregunto. La respuesta es que en su congregación tratan con muchos sudamericanos, y que entonces saben reconocernos. ¿Congregación de qué?, pregunto; de los Testigos de Jehová, responde.

Educadamente digo que no me interesa, y aunque charlamos durante un par de minutos acerca de lo que es Dios y demás, acabo marchándome bicicleta en mano con la tranquilidad de que, por ser gaijin, los guardias de la estación no me dirán nada por cruzarla. Otra cosa es que traten de captarte en sectas religiosas (y digo secta en el según la acepción 2. f. Doctrina religiosa o ideológica que se diferencia e independiza de otra).

Al otro lado de la estación está la peluquería. Desde que me he mudado voy a esa porque trabaja una mujer japonesa que ha vivido en Brasil, y a pesar de las diferencias, mezclando Portugués, Español, Inglés y Japonés logras entenderte bastante bien. No está mal poder decir cómo quieres el corte de pelo después de llevar casi dos años sin poder hablar en la peluquería.

Pero hoy no estaba, y el que me ha atendido me ha preguntado que si hablaba español. Él sabía unas pocas palabras, las básicas que puedes contar con los dedos de una mano (es decir, hasta 32). Me pregunta que de dónde soy, y le digo que de España. Y se queda muy sorprendido, me dice (en japonés), ah, entonces el idioma español viene de España. Lo acaba de comprender. Por si acaso le explico dónde está España, y que también existe otro país que se llama Portugal y en el que hablan el portugués (aquí creen que sólo es en Brasil). Poco más hablamos, y de vuelta a casa.

Y una última anécdota de hoy. En la puerta del edificio había un grupo de chicas y chicos de instituto reunidos, cantando y haciéndose fotos. Lo curioso es que se estaban también cambiando la ropa. Ellas se ponían los anchos pantalones gris de los chicos, y ellos se ponían las más o menos cortas faldas de cuadros de las chicas.

En el ascensor me he encontrado a un brasileño de mi residencia que, aunque ha nacido en Brasil, sus dos padres son japoneses. Nos reímos de lo que acabamos de ver enfrente del edificio y me comenta que, a pesar de su familia, nunca acabará de entender a los japoneses. Yo creo que tampoco, aunque me encanta descubrir estas cosas, diferentes puntos de vista, saber que lo que para nosotros es obvio puede no serlo para otras personas, y aún a pesar de llevar ya un tiempo aquí, seguir sorprendiéndome cada día de lo que pasa a mi alrededor.

Cómo pagar el autobús en Japón

Autobús japonés

Los autobuses japoneses usan un curioso sistema de pago.  Al entrar, una máquina te dá un ticket con el número de parada en la que te has subido (comenzando desde la primera). Es un papelito donde sólo viene un número , no identifica la fecha, ni la hora, ni la línea; un número a secas.

Se suele entrar por la puerta de atrás, porque es ahí donde está la maquinita esa. Luego te sientas, tratando de respetar los asientos para minusválidos o ancianos. Puedes comentarle al conductor dónde vas para que te avise. El conductor lleva un micrófono y está hablando continuamente. Avisa de las paradas, avisa cuándo llega una curva peligrosa, o un bache, o cuándo va a frenar o ponerse en marcha. Si es necesario también espera a que te sientes antes de reemprender la marcha. Así que entre tanto parloteo, no tiene problema en avisarte de tu parada.

Se sale por la puerta de delante, y es ahí donde se paga. ¿Cuánto se paga?, lo que indique el cartel que está en la parte delantera del autobús. Dependiendo en qué parada te hayas subido te tocará pagar más o menos. Si no te acuerdas de tu parada, miras el papelito. Es la única función del mismo: recordarte dónde te subiste.

Algunos autobuses tienen sólo una urna donde metes el dinero correspondiente a tu viaje. Otros son más complejos y disponen de una máquina que cuenta el dinero. Sólo cuenta, no controla. Nadie sabe realmente en qué parada te subiste, como he dicho, el papelito es sólo por si se te olvida.

¿Y si no tienes el cambio exacto?, pues echas un poco más, o un poco menos (allá tu conciencia). Algunos autobuses, como el de la foto, tienen una máquina de cambio incluída. Metes un billete de 1000¥ o una moneda de 500¥ y te devuelve un mix de monedas ideal para pagar cualquier cantidad y ajustado para no quedarte con calderilla.

Es complicado hasta que te lo explican. Luego resulta fácil acostumbrarse a este sistema. Aunque no lo veréis demasiado por las grandes ciudades, ya que para agilizar usan tarjetas RFID.

Las fiestas de mi barrio japonés

Matsuri

En el país de la tecnología, no se ve ni una sola atracción de feria durante las fiestas locales. Sigue leyendo y verás cómo es un barrio en fiestas en Japón.

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Fauna de Okinawa: elefantes, dinosaurios, robots, y (muchos) pájaros

No sólo hay agua en Okinawa, estas islas también tienen un montón de lugares interesantes que visitar. Cierto es que si amenaza de lluvia continuamente pues a veces te planteas si realmente merecerá la pena ir o no a tal o cual sitio. Pero al final se va, y si tiene que caer una tormenta, que descargue en ti. Pero bueno, toda esa agua luego sirve para que la isla haya un montón de vegetación, medio selvática en cuanto te alejas un poco de la carretera.

Okinawa selvática

Manzamo

La isla tiene mucha influencia de China. Los templos son más coloridos, los diablos que tienen en la entrada parecen lindos gatitos con los que ponerse a jugar. Son las mascotas de la isla. Los ves en los tejados, en estatuas en la calle, en los jardines de atrás de las casas, y por supuesto, en las tiendas de recuerdos.

Okinawa mascots

Danza Okinawa

Danza Okinawa

2000Â¥

(¿habíais visto antes un billete de 2000¥?, yo es el segundo que veo. La puerta de atrás aparece en el mismo. Es un billete conmemorativo de la reunión del G8 en el año 2000 en Okinawa).

La capital, Naha, es casi otra ciudad japonesa más. Si bien es cierto que tiene un toque más “guarro” (está más sucia), y algo que sorprende, se ven rejas en los pisos bajos de las casas. ¿Tendrá algo que ver que estas islas estuvieron controladas por USA durante 27 años después de la WWII y aún hoy conservan bases de la USAF?, me da a mi que sí.

Por lo demás es parecido: muchas luces, semáforos que cantan, japoneses por todas partes, frikadas en cualquier esquina y un monoraíl muy chulo. Fijáos que el conductor de éste último viste una camisa tipo hawaiana, no es el único, en Naha se ven más camisas de este estilo que trajes de salariman.

Naha Monorail

Naha Monorail

Naha Kokusai Street

(Buzz Lightyear, Tetsujin 28 y un T-rex comprando recuerditos)

Naha Kokusai Street

Restaurante sobre un árbol

Pero alejémonos de la ciudad. Setenta kilómetros hacia el norte está Manzamo, unos riscos junto al mar con caprichosas formas. Las guías de viajes lo venden como un elefante, pero yo no le veo ni la trompa. Habrá que preguntarle a Shin-chan.

Manzamo

Manzamo

Manzamo

(¿Alguien se imagina qué significa ese cartel?)

Ahora hacia el sur de Naha, la capital. Fue el día que nos fuimos en bicicleta y volvimos en tormenta. El destino quiso llevarnos a hacia una pequeña isla de aguas cristalinas y cielos ruidosos. Pasamos allí un buen rato. Unos por el agua, otros por el cielo.

Air China en Naha

Comiendo aviones

Agua de Okinawa

ANA B747 8960

ANA JA8993

Siguiendo con el tema de los aviones, cuando volvimos al aeropuerto a tomar el vuelo de vuelta, salió el Sol por primera vez en tres días. Se burlaba de nosotros. Encima estaba ahí enfrente, para fastidiar las fotos desde la terraza del aeropuerto. Porque en Japón muchos aeropuertos tienen terraza, ideal para irse con una barra de pan a echar miguitas a los pájaros, a ver si cae se acerca alguno.

Naha Airport - JAL

Las tres ANAs

(tres ANAs)

ANA B747

Saludo Japonés

(hacen reverencias hasta a los aviones)

Japonés loco

(éste fue el que más pajarracos atrajo con el truco del pan)

Y para acabar, unas fotos que no he sabido muy bien donde poner. Hoy no estoy inspirado.

Arena de playa de Okinawa

Youth Hostel in Nago

(nuestro hostal)

Naha Airport

(500 colegiales, suficientes para llenar un jumbo, literalmente)

Cuidado con los deditos

Atardecer sobre Japón

Terremoto (IX)

Me ha despertado esta noche. Como siempre, con un típico tambaleo de la cama que no sabes bien qué está pasando, si es lunes o domingo, si son las cinco o las nueve de la mañana (hay la misma cantidad de luz). Cuando ves el reloj y ves que son las 7:30 am de un domingo, pues decides seguir durmiendo, y si llegan réplicas más fuertes, pues ya será momento de salir corriendo. Pero de momento te olvidas de todo y ya si te acuerdas a la mañana siguiente compruebas si ese tambaleo era o no un terremoto. Al final resultó serlo:

Cosa de poco, 4.3 grados Ritcher centrados en Chiba, aquí al lado (Chiba es al noreste de Tokyo lo que Yokohama es al suroeste).

Agua en Okinawa

Tres días en Okinawa. Tres días que nos mojamos, porque los tres días nos llovió.

El primer día, comenzó a llover con ganar mientras comíamos en un convini. Pero con ganas de verdad. Vista la tormenta que caía y que no podíamos ni cruzar la calle para ir a la parada de autobús (y va en serio, cruzar la calle con esa tormenta de agua y viento era toda una temeridad), decidimos llamar a un taxi para que nos llevara a nuestro destino. Aunque el taxi puso toda la voluntad del mundo metiéndose hasta casi dentro del convini, aún así nos mojamos.

El segundo día fue el que menos llovió. Sólo lo hacía a ratos. Ahora sí, ahora no. Con el paraguas a todas partes porque estábamos temiendo que cayera una como la del día anterior. En cualquier momento podía pasar. Pero no pasó.

Y el tercer día fue el que más nos mojamos. No iba a llover. No iba a hacerlo según la predicción del tiempo. Así que nos fuimos en bicicleta a recorrer la isla. Cuando estamos ya lejos de la ciudad, más o menos dando vueltas por ninguna parte, entramos a un convini a comer. Adivinad que pasó. Pues sí, comenzó a llover. Y teníamos que devolver las bicicletas, y en unas horas salía nuestro vuelo. Arriesgamos todo. Con ayuda de unas bolsas cubrimos nuestros objetos menos acuáticos (cámara, móvil, documentación) y nos lanzamos a la lluvia. ¿Charcos de agua empantanada? ¿salpicones de los coches? ¿ruedas a medio desinflar?, creo que hubo cosas de esas, pero nos dio igual. La prioridad era llegar de vuelta al hostal con tiempo para recoger las cosas, y con suerte, que nos dejaran pegarnos una ducha antes de volver al aeropuerto.

No hay fotos de lo anterior. Nuestras prioridades eran otras en esos momentos. Pero si os habéis quedado con ganas de fotos de agua en Okinawa, aquí os dejo unas impresionantes del Churaumi Aquarium, el lugar donde nos refugiamos de la tormenta el primer día.

Churaumi Aquarium

Churaumi Aquarium

Churaumi Aquarium

Churaumi Aquarium

Churaumi Aquarium

Hasta aquí todo más o menos lo espereble en un acuario. También tenían piscinas con animales de las profundidades del mar, con cangrejos enormes (1m de diámetro), con pececitos de colores, etc. Pero la gran joya de este acuario, la que tiene varios récords mundiales, es la piscina que llamada Kuroshio Sea. No es sólo es por su capacidad (7.5 millones de litros, más que todo el agua que una persona de un país desarrollado usa a lo largo de su vida), o por su enorme ventana (23x8m, como una pantalla de cine), o por las butacas que tiene para verlo tranquilamente, o por los peces que tiene (tiburones ballena, el pez más grande que existe). Es por todo eso, y porque es un lugar tranquilo, para tirarse horas y horas viendo pasar a los tiburones, las mantas, los atunes, etc.

Churaumi Aquarium - Great Pool

Churaumi Aquarium - Great Pool

Churaumi Aquarium - Great Pool

Churaumi Aquarium - Great Pool

Churaumi Aquarium - Great Pool

Y para acabar un vídeo. Este es un vídeo que hay que ver en HD y a pantalla completa, sólo así conseguiréis trasladar el Kuroshio Sea a vuestras pantallas. No os preocupéis, no hace falta tener un ordenador waterproof ;).

Kuroshio Sea – 2nd largest aquarium tank in the world – (song is Please don’t go by Barcelona) from Jon Rawlinson on Vimeo.

Crónica de una semana

Ya estoy de vuelta de Okinawa. No es que haya vuelto ahora, apenas fueron tres días, pero es que esta semana ha habido varias cosas que hacer.

Por ejemplo, mi presentación en el seminario de grupo es dentro de 10 días. La ventaja es que hace una semana tuve que presentar mis resultados ante gente de una empresa, y claro, lo que me queda ahora no es mas que pulirlo y acabar de rematarlo. Porque si la de la semana pasada fueron 5 minutos de presentación + 30 minutos de preguntas, la siguiente son 30-40 minutos de presentación + 15 minutos de preguntas. Un plan muy diferente que te hace tener que adaptar tanto las transparencias como la preparación, y por supuesto incluir las mejoras y recomendaciones sugeridas de la vez anterior.

Y bueno, esta semana la he usado en depurar un poco los datos, añadir más gráficas de ejemplo, y tratar de depurarlo un poco para poder aplicar mi método más rápidamente a otros casos. Y que no os he contado de qué iba el tema, pues así a groso modo se trata de predecir la amorfización de los semiconductores (en principio silicio, luego ya se intentará con germanio) basándose en el desplazamiento que sufren los átomos al ser golpeados por los iones de los dopantes. Todo esto comparando resultados experimentales con simulaciones BCA (Binary Collision Cascade) a las que aplico un método de Monte Carlo para analizar los datos. Y al final quedan gráficas tan bonitas como ésta:

Más cosas que me han pasado esta semana… en cierta forma me he dado cuenta de lo extraño que es vivir en Japón, que ya hay un montón de cosas que me pasan desapercibidas pero que no son para nada normales. Por ejemplo, en el recorrido de mi casa a la universidad (8-10km one-way) ya empiezo a reconocer a gente con la que me cruzo todos los días: la señora que toma fotos a los trenes, el ejecutivo entrajetado en bicicleta (de éstos hay varios), los grupos de colegialas al atardecer junto al río, el mendigo con conocimientos de electrónica (siempre le veo cacharreando con tres o cuatro placas al estilo LCEL, con cables entre ellas, conectadas a distintos tipos de pilas).

También tuve ocasión de hablar con un japonés acerca de su estilo de vida (se pasa todo el día en la biblioteca). Su filosofía, al igual que la de mucha más gente por aquí, es esforzarse todo lo que puedan, que al final ese esfuerzo les será devuelto de una u otra forma. Es parte de la religión Shinto, en que las deidades no se presentan como los “dioses” que nosotros entenderíamos, sino como un “poder abstracto” presente en todas las facetas del mundo y de la vida. Así que promulga la armonía y el esfuerzo por el bien común. No está mal, aunque como ya os he contado, puede llegar a degenerar en unas relaciones laborables insoportables desde un punto de vista más occidental.

Lo curioso es que cuando hablo de estas cosas con otros estudiantes internacionales, dependiendo de su origen aceptarían quedarse o no en Japón. Gente de Indonesia, India, Malasia, e incluso algunos de China (aunque éstos últimos son más de acabar volviéndose a su país), buscan un trabajo aquí, se obsesionan con el sueldo, les maravilla la estabilidad laboral y bueno, en muchos casos se han venido con su familia, así que les resulta más complicado moverse de un lado para otro.

Y poco más que contar, salvo que dentro dentro de poco empezaré a volver a postear con fotos, las de Okinawa ya las tengo casi listas. Por cierto, qué cantidad de agua…. cómo nos llovió… de playa hubo poco, pero eso no quiere decir que no tenga su interés. Ya lo veréis.