Hoy he hecho algo malo: he cruzado la estación en bicicleta. VolvÃa de comprar unas cosas al otro lado, y no me apetecÃa darme una vuelta de kilómetro y pico para llegar a un paso a nivel y esperar a saber cuánto tiempo hasta que se levantasen las barreras. El paso a nivel es de nueve vÃas paralelas, asà que tarda lo suyo en abrirse.
Educadamente digo que no me interesa, y aunque charlamos durante un par de minutos acerca de lo que es Dios y demás, acabo marchándome bicicleta en mano con la tranquilidad de que, por ser gaijin, los guardias de la estación no me dirán nada por cruzarla. Otra cosa es que traten de captarte en sectas religiosas (y digo secta en el según la acepción 2. f. Doctrina religiosa o ideológica que se diferencia e independiza de otra).
Los autobuses japoneses usan un curioso sistema de pago.  Al entrar, una máquina te dá un ticket con el número de parada en la que te has subido (comenzando desde la primera). Es un papelito donde sólo viene un número , no identifica la fecha, ni la hora, ni la lÃnea; un número a secas.
¿Y si no tienes el cambio exacto?, pues echas un poco más, o un poco menos (allá tu conciencia). Algunos autobuses, como el de la foto, tienen una máquina de cambio incluÃda. Metes un billete de 1000Â¥ o una moneda de 500Â¥ y te devuelve un mix de monedas ideal para pagar cualquier cantidad y ajustado para no quedarte con calderilla.
En el paÃs de la tecnologÃa, no se ve ni una sola atracción de feria durante las fiestas locales. Sigue leyendo y verás cómo es un barrio en fiestas en Japón.
La isla tiene mucha influencia de China. Los templos son más coloridos, los diablos que tienen en la entrada parecen lindos gatitos con los que ponerse a jugar. Son las mascotas de la isla. Los ves en los tejados, en estatuas en la calle, en los jardines de atrás de las casas, y por supuesto, en las tiendas de recuerdos.
(¿habÃais visto antes un billete de 2000Â¥?, yo es el segundo que veo. La puerta de atrás aparece en el mismo. Es un billete conmemorativo de la reunión del G8 en el año 2000 en Okinawa).
Ahora hacia el sur de Naha, la capital. Fue el dÃa que nos fuimos en bicicleta y volvimos en tormenta. El destino quiso llevarnos a hacia una pequeña isla de aguas cristalinas y cielos ruidosos. Pasamos allà un buen rato. Unos por el agua, otros por el cielo.
Siguiendo con el tema de los aviones, cuando volvimos al aeropuerto a tomar el vuelo de vuelta, salió el Sol por primera vez en tres dÃas. Se burlaba de nosotros. Encima estaba ahà enfrente, para fastidiar las fotos desde la terraza del aeropuerto. Porque en Japón muchos aeropuertos tienen terraza, ideal para irse con una barra de pan a echar miguitas a los pájaros, a ver si cae se acerca alguno.
El segundo dÃa fue el que menos llovió. Sólo lo hacÃa a ratos. Ahora sÃ, ahora no. Con el paraguas a todas partes porque estábamos temiendo que cayera una como la del dÃa anterior. En cualquier momento podÃa pasar. Pero no pasó.
Y el tercer dÃa fue el que más nos mojamos. No iba a llover. No iba a hacerlo según la predicción del tiempo. Asà que nos fuimos en bicicleta a recorrer la isla. Cuando estamos ya lejos de la ciudad, más o menos dando vueltas por ninguna parte, entramos a un convini a comer. Adivinad que pasó. Pues sÃ, comenzó a llover. Y tenÃamos que devolver las bicicletas, y en unas horas salÃa nuestro vuelo. Arriesgamos todo. Con ayuda de unas bolsas cubrimos nuestros objetos menos acuáticos (cámara, móvil, documentación) y nos lanzamos a la lluvia. ¿Charcos de agua empantanada? ¿salpicones de los coches? ¿ruedas a medio desinflar?, creo que hubo cosas de esas, pero nos dio igual. La prioridad era llegar de vuelta al hostal con tiempo para recoger las cosas, y con suerte, que nos dejaran pegarnos una ducha antes de volver al aeropuerto.
Ya estoy de vuelta de Okinawa. No es que haya vuelto ahora, apenas fueron tres dÃas, pero es que esta semana ha habido varias cosas que hacer.
Por ejemplo, mi presentación en el seminario de grupo es dentro de 10 dÃas. La ventaja es que hace una semana tuve que presentar mis resultados ante gente de una empresa, y claro, lo que me queda ahora no es mas que pulirlo y acabar de rematarlo. Porque si la de la semana pasada fueron 5 minutos de presentación + 30 minutos de preguntas, la siguiente son 30-40 minutos de presentación + 15 minutos de preguntas. Un plan muy diferente que te hace tener que adaptar tanto las transparencias como la preparación, y por supuesto incluir las mejoras y recomendaciones sugeridas de la vez anterior.