Entradas escritas en junio de 2010 ↓

Reuniones

Ayer fue el día que más tiempo he pasado reunido en toda mi vida.

Comenzamos por el seminario de grupo, una reunión de un par de horas donde se habla todo lo que tiene que ver en común con mi grupo de investigación y donde un par de estudiantes presentan en detalle su investigación y se les muele a preguntas. Más o menos cada uno pasa por esa situación un par de veces al año, y ya me tocó a mi hace un par de semanas. Esta reunión son dos horas, que sean más o menos aburridas depende del ponente, pero os podéis imaginar que los japoneses hablando en inglés no son precisamente una alegría para el oído.

Después, también cada semana, el mini-seminario. Nos dividimos por pequeños grupos dependiendo de nuestro tema principal de investigación y tenemos que justificar al profesor en un par de minutos qué hemos estado haciendo durante la última semana. En mi laboratorio estos mini-grupos son la gente de semiconductores (ahí estoy yo), los que usan fotones (siempre se les ve en el laboratorio) y los que juguetean con los spines (a veces están arriba, a veces están abajo). Este mini seminario dura unos 30-40 minutos y es principalmente en Japonés.

Y ayer por último tuve la madre de todas las reuniones. Tenía que presentar mi investigación a cierta persona de una empresa interesada en mi research. El tiempo pasó volando entre explicaciones, discusiones, razonamientos, etc. Dándole vueltas a los átomos de silicio y a las vacancies hasta que quedaban mareados y se amorfizaban. Por poco nos amorfizamos nosotros también. Sólo me di cuenta de la cantidad de tiempo que llevábamos cuando de repente el portátil me avisa de carga baja de batería (trabajando a tope le viene durando 3h). Entramos nada más comer, y salimos ya de noche, casi seis horas más tarde. Fue largo, pero no pesado. Lo bueno es que saqué un montón de ideas de la reunión y mi roadmap de aquí a final del master prácticamente definido. Básicamente mi modelo de amorfización funciona estupendamente para el Silicio, pero tengo que acabar de ajustarlo para el Germanio. Después, lo implemento en algún lenguaje de programación, digamos en C. Y por último, aunque a la vez que el paso anterior si todo va bien, escribo una publicación científica.

Por cierto, mirad cómo acabó la mesa de trabajo al fin de la reunión:

(gráficas, tablas, varios portátiles, un par de cuadernos de apuntes, restos de papeles de golosinas, botellas de té vacías, etc)

Y mirad cómo quedó grabado este día de reuniones en un timelapse que grabó Ken: timelapse Itoh Group

A ver cómo acaba la semana. Al menos sé que comenzó estupendamente :).

Efecto ventosa

A algunos japoneses les da vergüenza quedarse calvos. Sé de gente que se ríe de ellos porque en las fotos aparece su cabeza con reflejos. De hecho, bromean diciendo que con ese tipo de personas mejor no usar flash. Aún así este señor de la foto gracias al efecto ventosa ha conseguido darle una aplicación práctica a su calva:

Ushioda Jinja Matsuri

Ushioda Jinja Matsuri

De todas formas en Japón no hay tantos calvos, pero sí canosos. No sé cómo será en otras partes, pero aquí a partir de cierta edad empiezan a tener muchas canas, que se las tiñen a pesar de que no quedan mal.

Balance Power

Si quieres incrementar tu fuerza y energía, equilibrio, resistencia, y concentración, corre al convini más cercano a comprarte por sólo 30 céntimos de euro una Balance Power. Se venden en paquetes de dos, y están disponibles en tres atractivos colores: marrón chocolate, azul mora y amarillo caramelo.

Balance Power

Aunque también puedes gastarte 100 veces más en un trozo de plástico.

Un poco más de Odaiba

Me gusta acompañar a las visitas que tengo cuando van a Odaiba. No siempre es posible (¡lo siento Isra y Víctor!), pero aunque sea por un rato suelo tener tiempo o sacarlo de cualquier rincón. Aquí os dejo algunas fotos de Odaiba de cuando Dani vino el mes pasado a un congreso, y ya de paso se dió una vuelta por Japón. Los científicos saben montarse bien los congresos, porque aunque resultan útiles e interesantes a ratos, lo mejor de todo es que son la excusa perfecta para salir un poco del laboratorio y conocer mundo.

El mirador de Tokyo

Fuji TV mascot

Fuji TV mascot and building

Venus Fort Shopping Center

(Venus Fort, un centro comercial)

Lanzando zapatos

(en el parque, niños jugando a ver quién tiene más puntería lanzando zapatos)

Tokyo Skyline

Rainbow Bridge

Jerarquía en la universidad japonesa

Ha llegado un nuevo profesor a mi laboratorio. Ahora son tres. La verdad es que es un número relativamente alto para un grupo de investigación típico en Japón, pero bueno. Entre los tres profesores se ven muy bien las diferencias jerárquicas, y os voy a contar un par de ejemplos:

Lo primero, acerca de las competencias. El profesorito (el más importante) es jefe de departamento y tiene la última palabra sobre todo. Sus sugerencias no son meras recomendaciones, sino órdenes. Y cuando quiere sugerir de verdad, entonces especifica que esa sugerencia es realmente una sugerencia. El segundo profesor ya lleva varios años, pero no tantos como el señorito. Se encarga de más o menos la mitad de los proyectos de investigación, y sus sugerencias siempre están en fase (porque no siempre en módulo) con las del señorito. Y el tercero acaba de llegar. No tengo muy claras sus funciones. De momento se está estudiando a fondo cada una de las presentaciones que vamos haciendo los estudiantes, y luego nos machaca a preguntas hasta el más ínfimo detalle. Me parece estupendo. De hecho la semana pasada me pilló a través de estos detalles un error gordo por el que voy a tener que cambiar prácticamente toda la línea de razonamiento (pero no los resultados :P) de mis investigaciones con la amorfización de semiconductores. Esto demuestra, una vez más, que si quieres justificar unos resultados, tarde o temprano por una u otra vía consigues hacerlo. Hasta que llegue otro más adelante y aumentando las variables consiga una aproximación mejor. Así es la física.

Lo segundo en que se diferencias los profesores es en su lugar de trabajo. El señorito está en un despacho con unas vistas buenísimas, secretaria y un asistente informático (o algo así). El segundo profesor tiene las mismas vistas, pero está el sólo en un cubículo no muy grande en la misma habitación de las fotocopiadoras. El recién llegado… pues de momento suele estar compartiendo mesa en un laboratorio ruidoso a dos pisos bajo tierra.

Por cierto, entre los estudiantes ocurre lo mismo. Todos tenemos nuestro sempai (maestro) y nuestro kohai (aprendiz). Del primero aprendemos y aceptamos sus sugerencias, y al segundo enseñamos e intentamos tener cuidado a la hora de sugerir, no vaya a ser que nos malinterprete.

Sé que hay jerarquías en todas partes, sólo quería ilustrar cómo es en Japón con un par de casos en mi universidad.

Viento de chocolate

Contando los 10km de ida y otros tantos de vuelta de mi casa a la universidad, ya he superado los 1000km en bicicleta desde que me mudé el pasado abril. Al final no resulta para nada rutina ni pesado, de hecho si algún día llueve mucho me dá pereza tener que ir en tren, y más aún luego volver también en tren porque la bici no la puedo meter en el vagón. Intento esperar a que escampe adelantando trabajo en casa, y acabo llegando a la universidad casi al mediodía. Vamos, a la misma hora que los japoneses cuando llueve, parece que le tengan miedo al agua.

Esos pocos kilómetros de trayecto ya me los tengo bien memorizados. Voy pillando el truco de los semáforos y sé cuándo se van a ponen en verde, o ya sé por dónde coger los baches para no botar demasiado, e incluso reconozco a la gente con la que me voy cruzando.

Pero lo que más rabia me da es el viento. Se dice que siempre parece que llevas el viento en contra, pero es que es cierto. Será por peculiaridades geográficas o por fastidiar, pero el 80% de las veces me viene de frente. Y lo sé no por ninguna manga de viento, sino por la fábrica de chocolate de la marca Morinaga (los que hacen Dars, entre otras cosas):

Fábrica de Chocolate Morinaga

La mayoría de los días huelo el chocolate caliente antes de pasar al lado de la fábrica, y eso sólo puede ocurrir porque el viento viene hacia mí. A veces lo huelo mucho antes, como ayer, que me tuvieron 2km relamiéndome.

Pero bueno, aunque huela bien, el chocolate japonés no es gran cosa. No hay nada como el chocolate suizo, alemán, belga, ruso, ucraniano, o de cualquier otro sitio (bueno, de Corea tampoco). Qué suerte tienen algunos que me sé que viven en esos países… aunque seguro que ellos no pasan dos veces al día al lado de la fábrica de chocolate.

Otra curiosidad es que de mi casa al centro de Yokohama (Minato Mirai) también hay de camino otra fábrica, pero esta vez de las cervezas Kirin. Sólo he hecho un par de veces este recorrido, pero al igual que con la fábrica de chocolate, sé que el viento sopla de frente. En este caso recibo un olor dulzón, como a cebada caramelizada. Menos mal que no tengo que ir por aquí a la universidad porque si no llegaba todos los días colocado, dispuesto a amorfizar a todo lo que se me cruzase por medio sin pararme a pensar si es o no un trozo de silicio.

Todos los datos y estadísticas de Japón

No sabéis la mina de datos de Japón que acabo de encontrar. Prácticamente cualquier estadística imaginable está ahí. Con gráficas, datos en excel, segmentación por años, edad, sexo, empleo, provincias, etc, resúmenes en PDF… ufff.. de todo. Si os interesa el tema, empezad a ojearlo sólo si tenéis varias horas disponibles.

Aquí está el enlace: Japan Statistical Yearbook 2010

Os pongo unos ejemplos seleccionados, que dicen mucho de la forma de vida y cultura de los japoneses:

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