Voy a acabar de contaros y subir las fotos de mi última etapa en Corea: la isla de Jeju.
Lo primero la pronunciación, no vayáis por ahà pronunciando esas jotas tan fuertes como los españoles las pronunciamos. Tampoco como nuestra “y griega” que lo pronuncian en otras partes del mundo. En coreano es más parecido a la “ch”. Asà que estamos hablando de la isla de “Chechu”.
A pocos kilómetros de ahà habÃa otra cueva ya habilitada para entrar en ella, y por ello no habÃa más remedio que acceder pasando por taquilla. Igual de impresionante, pero con mucho menos misterio al estar iluminada y llena de turistas.
Y para acabar el dÃa una de esas tonterÃas que vemos por la TV y que nos parecen tan curiosas: la carretera fantasma, donde los coches que se dejan en punto muerto suben la cuesta. El coche de la siguiente foto estaba yendo hacia delante… ¡sin motor!.
El primer dÃa me lo habÃa tomado con calma. Lo principal era familiarizarme con el vehÃculo. Apenas le hice 50km, los suficientes como para entrenarme para el dÃa siguiente.
Dicen que la isla de Jeju fue habitada por los descendientes de tres hombres que salieron de unos agujeros en el campo. Cada uno lanzó una flecha hacia un lado, y se quedaron con el terreno donde la flecha habÃa caÃdo. Los agujeros tienen un nombre un poco impronunciable, Samseonghyeol, y además no te puedes acercar a ellos, no vaya a ser que metas la pata.
La vuelta a Japón, justo el dÃa en que por la ola de frÃo siberiano habÃan cancelado todos los vuelos en la corea continental. Pero el mÃo no pasaba por allÃ, sino que era directo a Tokyo, asà que volando como los pájaros me comà el último kimchi y me despedà de Corea.
El florecer de los cerezos es todo un evento en Japón. Lugares como el parque Yoyogi o el estanque de Ueno se llenan de gente. Pero siempre hay rincones con pocas almas vagando, en las afueras de Tokyo, allá donde la lÃnea Yamanote no alcanza, tan bonitos o más que los más tÃpicos.
El lugar, Naka-Meguro. La hora del dÃa, lo suficientemente tarde como para ahuyentar a las masas pero lo suficientemente temprano como para que aún quedaran unas pocas almas dándose una vuelta.
Por cierto, y esto va para Jose, va a resultar que al final hacer fotos en raw no viene mal del todo ;).
Nieve por todas partes. Metros y metros de nieve. Eso es lo que esperábamos ver en Murodo, en plenos alpes japoneses. Este año la temporada no abrÃa hasta el 17 de abril, lo que más o menos quiere decir que hasta esa fecha hay tanta nieve que ni las máquinas quitanieves pueden pasar. Les dimos un dÃa más por si acaso. Asà que el 18 de abril Anna, Miguel y yo cogimos el tren tempranito y nos dirigimos hacia los Alpes Japoneses.
PodrÃa parecer pesado de organizar todo esto, pero se hace fácil gracias a páginas como Hyperdia que te dan todos los horarios de trenes y conexiones necesarias.
Y el viaje en sà no fue pesado. Primero porque saliendo tan temprano tienes ganas de continuar tus sueños un rato más en el tren, y os digo yo que el Shinkansen es el medio de transporte donde más y mejor he dormido. Y más razón aún cogiendo la lÃnea hacia Niigata que tiene cientos de kilómetros de aburridos túneles.
Como eran un par de horas hubo tiempo para todo. Para dormir un rato más, y para sacar fotos como las anteriores. Las ventanillas de tan oxidadas apenas se abrÃan, habÃa que apañárselas para sacar el objetivo de la cámara por el poco espacio que nos dejaba, y siempre con mucho ojo de que no se lo llevase por medio un tren en sentido contrario. No nos arriesgábamos. No querÃamos perder nuestras cámaras (ni nuestros brazos).
La montaña abandona su timidez y se atreve a acercarse a medida que llegamos a Tateyama.
Y por fin llegamos a la base. Pero aquà toca subir. Y no se sube andando como al Monte Fuji. Quizá se podrÃa, pero no hay tiempo que perder. Tenemos por delante un recorrido para atravesar toda la cordillera, y aunque apenas es la 1 de la tarde ya vamos justos de tiempo. Sólo podemos permitirnos 1 error, perder 1 de las 5 conexiones que tenemos. Si perdemos 2, nos toca hacer noche. Comencemos por el funicular. Cientos de metros más arriba nos cruzamos con la pareja que baja: aún vamos a mitad de camino.
Bueno, volvamos a la montaña. A los túneles de la montaña.
Entre medias vemos que hay gente que sólo compra billete para subir. Que prefieren bajar por sus propios medios. No está mal hacer 1500m de desnivel haciendo snowboarding. La montaña está arañada por todas sus laderas gracias a personajes como el de esta foto:
(este usaba un rallador de dos metros)
(estos tres sólo se dedicaban a pisotear la nieve)
Y de nuevo más y más vistas increÃbles. Aquà decidimos quemar nuestro único comodÃn y perder el penúltimo autobús del dÃa. MerecÃa la pena.
Y para reponer fuerzas y calentarse nada mejor que comer algo. ¡Pero si estamos rodeados de nieve!. Pues aquà lo único que hay son helados (no vamos a abrir un omiyage [dulces de recuerdo de un lugar], eso es sagrado). Elijamos el sabor que más nos haga entrar en calor. ¿Mango?, ¿Melón?, ¿Plátano?… ehh… ¡marchando un helado de wasabi!
Por último, os dejo unos links útiles por si os animáis a hacer esta ruta. No sólo se puede ir en primavera, tanto en verano como en otoño está precioso. Eso sÃ, mejor abstenerse de ir en invierno, desde finales de Noviembre – hasta comienzos de Abril), en esos meses la entrada sólo está permitida a muñecos de nieve.
Esta mañana desde la cama he visto amanecer sobre el aeropuerto de Haneda, un par de cuervos juguetear (o pelearse) entre los edificios, y asomándome por el lateral del balcón el Monte Fuji coloreado de rosa. Lo suficiente como para darme cuenta de que era demasiado temprano (5am quizá…) y que aún me quedaba un rato de sueño debajo de mi nuevo edredón de plumón (comprado en Amazon con un 80% de descuento :P).
Pues eso, perdonad por no haber escrito ni colgado fotos últimamente. Pero ya vuelvo a la normalidad, o eso espero.
Es ligero, tiene una pantalla muy grande (mas de lo que parece a simple vista), es facil de usar, responde muy rapidamente, pronto sera multitarea pero… ni es lo suficientemente pequeno como para que quepa en un bolsillo ni es lo suficientemente grande como para trabajar con el comodamente. Aun asi, aunque no sea util del todo y cueste un ojo, es toda una pasada en cuanto a tecnologia.
(Por cierto, gracias a Ken por dejarme toquetear su recien estrenado iPad)
Born 1932.1.30 Soest, the Netherlands
Died 2009.6.16 Yokohama, Japan
En el cementerio de extranjeros de Yokohama es una visita recomendable. La entrada son 200¥, y en un pequeño recorrido de 30 minutos o asà puedes ver cómo los inmigrantes han sido desde siempre parte de la vida diaria de Japón. Aunque haya japoneses que se resistan a creerlo. Encuentras cosas curiosas, entretenidas, o incluso divertidas:
Aquà sigue igual que siempre, amaneciendo antes de que hayas podido ver salir el Sol y atardeciendo antes de que te des cuenta. Y los japoneses no quieren cambiar su horario no es por tener que cambiar la hora de todos los relojes (ya que se regulan por radio), sino porque creen que una hora más de sol en la calle significa una hora más para trabajar.