Entradas escritas en diciembre de 2008 ↓

Tragabolas en el Ritz

El Pachinko es una especie de sala de máquinas tragaperras, pero que en vez de tragar perras tragan bolas o fichas. Miles de bolas y fichas circulando por una máquina medio mecánica medio electrónica que va mostrando en una pantalla una historia típica japonesa guiada por el azar y la habilidad del jugador de guiar las bolas por uno u otro camino. 

Las bolas cuestan dinero, y luego se pueden intercambiar bien por dinero o bien por regalos. El precio de las bolas, no lo sé porque no he jugado, pero es algo así como 80 bolas 1000¥, 500 bolas 2000¥, 3000 bolas 5000¥, 10.000 bolas 10.000¥. No sigue para nada una escala lineal, y lo único que busca es que te piques. Siempre están a rebosar de personas, y desde el exterior se deja notar el jaleo que hay dentro con un peculiar sonido característico. 

Y el siguiente, tenía nombre de hotel carísimo:

Pachinko RITX 

Seguro que la gente se deja aquí más dinero que si fuera al hotel Ritz.

Los japoneses son muy trabajadores

Están durante tantas horas trabajando/estudiando, que literalmente, caen rendidos en cualquier lugar. 

Durmiendo en el laboratorio 

Durmiendo en el laboratorio 

Y hay otros que por las noches, en vez de dormir, trabajan. Durante las cuatro horas que está cortado el servicio de trenes (de 1 a 5 de la noche, más o menos), estuvieron durante diez días trabajando duro en las vías del tren. Una decena de personas con excavadoras y muchas máquinas que tienen que retirar antes del amanecer porque si no les pilla el tren.

Vías del tren en obras por la noche  

Aunque hay muchas veces que los mitos se destruyen. Es cierto que trabajan mucho, que le dedican muchas horas, pero la productividad no es tanta como podría ser. Vamos, que no les cunde.

Permiso de reentrada

Hoy cumplo 90 días en Japón. Si hubiera entrado sin visado ya estaría rozando la ilegalidad. Y estar ilegal en Japón supone que como te pillen, entre otras cosas, te vetan la entrada al país por unos cuantos años. Y no es factible salir y volver a entrar al país cada tres meses, porque esto es una isla y no es tan sencillo como lo tienen otras personas, por ejemplo, viviendo en Singapur. Además, para estar en Japón viviendo como estudiante hace falta un visado. Sin el visado no consigues la tarjeta de Alien. Y sin la tarjeta de alien no puedes hacerte cuenta bancaria, ni comprar un teléfono móvil, y muchos otros privilegios que se pierden. 

Lo malo es que el visado es de una sola entrada. Es decir, si sales, te quedas sin visado. Pero esto se arregla pronto. Hay que ir a la oficina de inmigración y pedir un permiso de reentrada. Curiosamente la oficina de inmigración de Yokohama está al ladito de China Town. Está en el quinto piso del siguiente edificio:

Edificio de las oficinas de inmigración 

Fijáos en las ventanas, tienen un sistema hidráulico a prueba de terremotos. Los que trabajen ahí están bien seguros. Por cierto, conseguí llegar con ayuda de esta pequeña guía del permiso de reentrada. ¡Gracias!

Aparte de eso, me sorprendió ver que los carteles estaban traducidos al inglés y al castellano. Y me sorprende porque en otros sitios me he encontrado la traducción al portugués antes que al castellano. Japón y Brasil han tenido algunos lazos, y por eso se ven. Al caso, me pareció curioso este cartel. Café Teria. 

Café Tería 

Carteles en Español 

Y bueno, después de pagar 6000¥ por poder volver a entrar al país tantas veces como quiera durante la duración del visado, tengo un nuevo sello en el pasaporte. Este con un datamatrix y todo. 

Sello de 6000¥ 

Así que ya estoy listo para comenzar a descubrir Asia. Isra, nos vemos en poco más de dos semanas!

Teatro Kabuki

No me enteré de casi nada. Pero me gustó. 

Es un teatro tradicional en Japón, y por la pinta de los decorados y los personajes es del siglo XIX, o antes. Aún así no fue como me esperaba, aburrido, hablando con demasiada parafernalia, entonaciones soberbias, nada de eso, en su lugar era un teatro fresco, lleno de toques de ironía y humor y con los personajes saliendo del escenario y representando algunas escenas en los pasillos, o incluso volando por encima del público. 

La historia era algo así como de una investigación, tratando de buscar y capturar a un hombre-leopardo que se oculta en forma de comerciante, viejo, u otros personajes y aprovecha para asesinar y comerse a las personas. Efectos especiales de sangre por las paredes, vistas en 360º de una manzana de casas rotando en el escenario, un edificio de tres pisos también representado al completo, subiendo y bajando el escenario como un ascensor. Nunca había visto nada parecido. 

El precio normal de las entradas más baratas son 1500¥ (13€), aunque hacen un 25% de descuento a los estudiantes. Otra de las cosas que me sorprendió del teatro en sí es que tenía alrededor del hall principal varios restaurantes y tiendas de sandwiches. Y ninguno era más caros que lo que pudieras encontrar por la calle. Los japoneses no se plantean tanto el cobrar más o menos por un mismo producto dependiendo de las condiciones. Y como muestra el abono transporte, que sólo sale rentable si vas 18 días al mes a trabajar (frente a los 20 dias laborables que suele haber). Ah, y el abono sólo vale para el recorrido entre tu casa y el trabajo. 

Me da un poco de lástima no poder enseñaos fotos del espectáculo Kabuki en sí, porque no se podía. Sólo tengo del escenario cerrado, del hall principal, y una del final del todo, cuando el hombre-leopardo sale volando lentamente mientras caen copos de nieve por toda la platea. Aunque no se ve al hombre leopardo. Eso es porque sabe ocultarse. 

Toldo del Teatro Nacional   

Hall principal del Teatro Nacional   

Fin de Kabuki  

Resumen del fin de semana

Este fue un fin de semana cargado de cosas que hacer. El sábado por la mañana preparación de Mōchi, un dulce japonés a base de arroz machacado. Por la tarde, visita a la iluminación especial de la Tokyo Tower. Y hoy domingo, visita a casa de mi profesora de japonés y del Sr.Itoh (o Mr.Itoh, aunque nosotros le llamamos Itoh-sensei). Parece que es típico que los profesores inviten a sus alumnos a comer o cenar por navidad en su propia casa, con su familia. De hecho sus hijos nos dieron un pequeño concierto tocando el violín y el piano. Era todo muy acogedor. Los japoneses se comportan de forma muy distinta dentro y fuera del trabajo.

Y hay muchísimas cosas que tengo aún en el tintero, y fotos que subir, y más. A ver si consigo subir al menos una foto al día. La de hoy, una que me encanta, desde la estación de Tamachi (田町駅), cerca del campus de Mita:

Tokyo al anochecer   

Me recuerda a una maqueta. Y no tiene ningún retoque, aunque estaría chulo aplicarle el Tilt-Shift. Si alguien se anima le paso la foto con sus 8 MP. 

Ojo al reloj. Las cinco menos cuarto y ya casi no hay Sol. Y esta foto es de hace un par de semanas… ahora a las cuatro y media ya se ha puesto el sol.

El norte tiembla

Aunque yo no lo he sentido, esta mañana más o menos a la misma hora que me despertaba (porque el despertador no sonó a las 8 de la mañana) ha habido un terremoto considerable de 6.1 grados en el noreste de la isla de Honshū, la isla más grande del archipiélago que forma Japón. Más tarde, a mediodía, ha ocurrido una réplica de 5.7 grados en el mismo lugar. 

Y luego me entero de que los políticos japoneses también son como en todas partes:

Japanese governor says Tokyo earthquake would benefit his region

Pájaros en el altavoz

En la student’s room acabamos de darnos cuenta de que están sonando pajaritos. Los buscamos, y resulta que el sonido sale de la megafonía. Nos estábamos preguntando por qué habían metido pájaros en el altavoz, cuando un operario pide permiso para entrar, y chequea que en efecto, los pájaros están sonando.

Curiosa forma de comprobar el funcionamiento de la megafonía de todo el edificio. Mucho mejor que el molesto 1,2,3 probando.