Segunda vez en Tateshina

Al igual que se hace cada año por estas fechas, el laboratorio del Prof. Itoh organiza una excursión a la residencia de campo que tiene la Universidad de Keio en Tateshina, en las montañas de Nagano (los alpes japoneses), en el centro de Japón. Como ya fui el año pasado, permitidme que sea algo más parco en palabras para dar paso al material fotográfico.

Por cierto, muchas de las fotos que presentaré son de Ken, un compañero de la universidad que ya acabó el doctorado y ahora está empleado con por el profesor. Son licencia Creative Commons, así que todo legal.

Lo primero de todo, el viaje. Aunque la zona está a sólo a 150km de Tokyo en línea recta, tuvimos que dar un buen rodeo evitando el tráfico de las autopistas. En vez de ir hacia el oeste, bajamos hacia el sur, y a la altura del Monte Fuji nos redirigimos hacia el noroeste. Apenas 300km, pero las seis o siete horas de viaje nadie nos las quitó.

Volvimos a parar en la ciudad de los chinos (Chino City) y comernos un plato típico de la zona que es como un cocido de verduras. Miradle qué majo, si no dan ganas ni de comérselo:

Pote de Chino

Central Chino

Íbamos en un microbús sin Karaoke, así que la mitad del viaje lo pasamos hablando y la otra mitad durmiendo. En el caso de la vuelta fue prácticamente todo durmiendo.

(1 photo above by Ken with CC license)

No todos venían en autobús, otros habían alquilado un coche e incluso alguno lo hacía motorizado:

Motorizada

La residencia está en pleno campo, sin cobertura de móvil ni mucho menos internet ni convinis cercanos, ideal para desintoxicarse unos días de la ciudad.

Tateshina

Tateshina y bandera de Keio

Río en Tateshina

(1 photo above by Ken with CC license)

Las instalaciones de la residencia no estaban nada mal, dormitorios espaciosos y un ofuro para nosotros solos (otro para las chicas).

(2 photo above by Ken with CC license)

Alguna noche hicimos una barbacoa de carne, verduras, fideos, arroz, frutas y cualquier cosa con patas o sin ellas que se pudiera comer a la plancha. Nadie se la perdió porque hacía un frío de narices y estando al lado del fuego te mantenías calentito.

Barbacoa

El resto de comidas eran tipo japonés, es decir, muchos platitos la mayoría de ellos con una ración minúscula pero que en conjunto te alimentaban lo suficiente. La primera foto, de un desayuno (arroz, sopa de miso, té, tortilla, salmón, verduras y algas). La segunda foto, una comida (sopa de miso, ensalada, arroz con curry y verduras, té y tres uvas)

Desayuno japonés

Comida japonesa

Con tal cantidad de recipientes por persona podéis adivinar cómo estaba la mesa. Os dejo una foto del día récord, que para cenar cada uno disponía de siete cuenquitos.

Cena multiplato

Nuestro plan allí era sencillo, durante el día practicábamos todo tipo de deportes. Por nuestras manos pasaron pelotas de baloncesto, raquetas de bádminton, bates de softball, bolas de volleyball, etc.

También hicimos una competición de orientación, donde mi grupo ganó por una diferencia aplastante (el doble de puntos que el siguiente equipo en la clasificación). El grupo perdedor perdió hasta a uno de sus miembros, que se despistó por el bosque y, cuando veíamos que llevaba una hora sin venir, decidimos salir en su búsqueda. Después de recorrer todos los caminos marcados en el mapa (no eran tantos) los japoneses dijeron que se cancelaba la búsqueda. Que era demasiado arriesgado salir por si nos perdíamos (llevábamos linternas y mapas). Que debíamos consultar al profesor qué hacer. El profesor tuvo buena cabeza y aprobó la continuación del plan de rescate. Al final lo encontramos cansado y un poco asustado por haberse despistado tanto tiempo. El mapa no tenía pérdida, y todo se desarrollaba por caminos, pero si cruzas una carretera (que viene indicada en el borde) y te lías a ir campo a través fuera de los límites del mapa, pues corres el peligro de perderte, tal como pasó.

Polideportivo

Softball

(3 photo above by Ken with CC license)

Y por la noche nos lo pasábamos la mar de bien en unas fiestas en las que se veía y escuchaba de todo. Desde los típicos disfraces de cosplay (este año trajeron como novedad a Sailor Moon), hasta tertulias con el profesor hablando de religión. Por regulaciones de la residencia, a las 10 de la noche teníamos que abandonar la sala común, así que por nos metíamos en alguna habitación a seguir con la fiesta, cosa que el profesor no sólo sabía, sino que aprobaba porque nos acompañaba. No muy más allá de la medianoche todo acababa. Es estupendo esto de poder divertirte por la noche e irte a la cama a una hora decente.

(2 photo above by Ken with CC license)

Disfraces

Aquí acabo ya. ¿Hasta el año que viene?, pues posiblemente sí. Quizá a la tercera consigan convencerme para ponerme uno de esos trajes.

(1 photo above by Ken with CC license)