He decidido que es mejor poner el nombre del tÃtulo del post en castellano, porque en coreano se parece a un trabalenguas: Jeollanam-do, aunque si tratáis de pronunciar directamente los caracteres hangul (ì „ë¼ë‚¨ë„) o hanja (全羅å—é“) os va a resultar más difÃcil aún. Pero bueno, dejémoslo en Jeolla del Sur, pronunciando esa J tan fuerte como sólo los hispanohablantes hacemos, especialmente los del centro de la penÃnsula ibérica.
Quizá hace un tiempo no Jeolla del Sur os sonarÃa de nada, antes de escuchar que el mes pasado fue la provincia donde Fernando Alonso ganó el Gran Premio de Corea de Fórmula 1 en un circuito recién construÃdo, tan tan nuevo que algunos dudaban que serÃan capaces de tenerlo listo para el evento. Pero bueno, ni mucho menos yo fui por esos motivos. Jeolla del Sur es también una de las provincias más despobladas de Corea, la más alejada de Seúl (exceptuando la isla de Jeju), y con una costa muy curiosa que forma miles de islas y precipicios interesantes de ver. Asà que allá fui.
Llegué desde Seúl en tren regional, tardando casi 5h en hacer un trayecto de unos 350km. El precio fueron 20.000â‚©, unos  12€ al cambio. En tren de alta velocidad (KTX) hubiera tardado la mitad a cambio de costarme el doble. En autobús el tiempo y precio hubiera sido similar. De todas formas me gustan los trenes regionales coreanos, ya que mientras estás en ellos puedes conectarte a internet, cantar en el karaoke, o jugar a videojuegos. Pero bueno, en mi caso yo fui la mitad del tiempo durmiendo y la otra mitad hablando con el coreano aleatorio que me habÃa tocado al lado. Aunque no hablaba nada de inglés, de alguna forma pudimos comunicarnos y hacernos entender, aunque la conversación no daba para temas muy complejos.
Primer destino: Gwangju, una ciudad que está dentro de la provincia de Jeolla del Sur pero que no pertenece a la misma. Antiguamente era la capital, pero a saber por qué motivos pasó a ser una Ciudad Autónoma. Pero bueno, a fin de cuentas lo importante era conocer esa nueva zona del paÃs. Al llegar lo primero que tenÃa que hacer era localizar la estación de autobuses, ya que habÃa quedado allà con más gente. Supuse mal al pensar que estarÃa al lado de la estación de trenes. Asà que pregunté en información por el autobús que llevaba a la estación de autobuses. No es una pregunta muy complicada, se supone que a la estación de autobuses van autobuses. No supieron respondérmelo con claridad. Me decÃan que tomara un taxi (no son caros, me hubiera salido por 5000â‚© ≈ 3€ el trayecto), pero no me apetecÃa y además tenÃa tiempo suficiente incluso para ir andando. Entre tanto el personal de la estación se fue congregando alrededor mÃo. Yo era un tipo raro allÃ, un alien. Se ve que Gwanju es un lugar al que no van muchos turistas occidentales. Hablando con ellos me encuentro a un par de coreanas que estudiaron en Japón y al jefe de la estación cuya hermana está viviendo en Madrid. Le debà caer bien porque se animó a acercarme en coche a la estación de autobuses :).
La ciudad de Gwanju en sà misma tiene poco que ver. Una ciudad más con un montón de gente, luces y carteles por todas partes en un idioma incomprensible. Si acaso algo que se podrÃa decir es un poco más caracterÃstico de ahà son unas calles iluminadas estilo navidad pero durante todo el año.
En los alrededores también habÃa un museo del bambú y…. y nada más. Por si fuera poco llovió bastante estando allÃ, asà que no es un lugar del que guarde especialmente buenos lugares para recordar. Ah, excepto los restaurantes-barbacoa, que te cocinas la carne tú mismo, como los yakiniku japoneses, pero a una fracción de su precio. Una buena cena, sin bebidas (excepto agua que siempre sirven), no llega a los 10.000â‚© ≈ 6€ por cabeza.
(Por supuesto con los tan caracterÃsticos múltiples side dishes coreanos)
A 1h de Gwanju en autobús o tren está Mokpo, una encantadora ciudad costera, dirÃa yo capital de las islas. La ciudad está construida a los pies de un parque en forma de montaña, o una montaña hecha parque, no sabrÃa qué decir. Es el Yudalsan Park, que con un pico a 228m no está nada mal para estar en medio de una ciudad a nivel de mar. Se puede subir a ritmo tranquilo en menos de 1h, no hay demasiada gente, como en un parque normal. Desde arriba las vistas son impresionantes, hacia un lado el mar, hacia el otro lado la ciudad.
(mucha de la gente hablaba desde la cima por el teléfono móvil, se ve que subÃan buscando mejor cobertura)
De todas las islas que hay, estuve en Oedaldo, una muy pequeñita de apenas un kilómetro cuadrado. La principal caracterÃstica de la isla era disponer de un par de piscinas de agua salada, ideal para aprovechar las propiedades del mar sin sufrir las incomodidades de la arena, ya sabéis. En el resto de la isla, pues playas más o menos bonitas, algún templito de pega, jardines varios, y cosas asà que merecen ser vistas cuando no hace un calor terrible y lo único que te apetece es estar a remojo.
A la isla se llega desde la Terminal 2 de Ferry. No recuerdo el precio pero no era excesivamente caro para un viaje de 1h en barco. El barco, nada especial, afortunadamente con un par de salones con aire acondicionado en los que poder tumbarte. Es lo tÃpico en barcos por el noreste asiático, una gran superficie sin sillas ni mesas en las que cada uno se acomoda como mejor le parece, habiéndose descalzado a la entrada por supuesto.
En Mokpo además conocà a un japonés muy curioso. Me refiero a que tenÃa curiosidad por un montón de cosas, y eso es algo que no he encontrado demasiado por Japón ya que normalmente siguen las normas sin preguntarse motivos ni pedir explicaciones. Por ejemplo estuvimos hablando del sistema de trenes de Tokyo y de la nueva terminal del aeropuerto de Haneda, entre otras cosas. Él es un estudiante de ingenierÃa en la Universidad de Tokyo, y aunque no le he vuelto a ver seguimos en contacto con email y nos leemos mutuamente en nuestros respectivos blogs (como podemos, porque yo escribo en español y el suyo está en japonés). Este es el suyo, con un estilo de escribir mucho más personal que el mÃo.
Fue interesante porque hubo un momento que en en local (un restaurante de kimbap enfrente de la estación) llegamos a estar gente de cinco o seis paÃses distintos hablando nuestros respectivos idiomas: español, japonés, coreano, francés, inglés y hasta ruso.Cada uno de los allà presentes tenÃa nociones de tres o cuatro idiomas (y aquà incluyo mi escaso japonés), asà que las conversaciones eran variadas y a cualquier nivel. Y entre kimbap y kimbap el tiempo pasó rápido. Se podÃa decir que habÃa buen rollo en ese restaurante.
Por cierto, el kimbap es un rollo de verduras y arroz envuelto en algas, como los makis japoneses pero del doble de diámetro (por lo tanto cuatro veces más superficie y al ser cilÃndricos, también cuatro veces más de volumen).
El siguiente destino en Jeolla del Sur fue Yeosu, una ciudad en la otra punta de la provincia y en la que no ha estado ningún coreano de los que conozco en Japón (y hay varios en mi residencia). Se quedan un poco impresionados cuando les cuento que he estado allÃ, aunque no es para tanto. De hecho la ciudad ha sido elegida para celebrar la Expo 2012, asà que el nombre resonará en los medios dentro de un par de años.
Como veis, tiene un paseo marÃtimo agradable, un par de puentes bonitos, y un pabellón de madera impresionante llamado Jinnamgwan (son terribles estos nombres, soy incapaz de escribirlos, siempre ando copiándolos y pegándolos desde la chuleta).
La ciudad se está preparando para la Expo. Tiene uno de los puentes en construcción, la estación de tren ha sido recién renovada, y la zona de pabellones aún están cimentándola. De todas formas la cosa promete, asà que si os pilla Corea cerca durante el verano de 2012, apuntáos el nombre de Yeosu en la agenda.
Cerca de la ciudad está la isla de Odongo. Tan cerca que se puede ir a pie por una calzada. Es una pequeña isla-parque co varios caminos, cuevas, un faro, algunas cafeterÃas, y un recorrido hecho especialmente para ir descalzo. Lo llaman el camino de la filosofÃa, posiblemente porque sólo pensando en filosofÃa se te va el dolor al pisar alguna de las piedras supuestamente colocadas para masajearte los pies. No se merece ni una foto. Quien sà se las merecen son los precipicios de la costa sur de la isla. Son de libre acceso y, con cuidado, puedes saltar como una cabra entre piedra y piedra, cosa que me encanta. Llegando un poco más allá descubrà una escena muy curiosa, una pareja que se habÃa llevado un paraguas para protegerse de las olas.
(la calzada que comunica la isla con la ciudad)
Por último, de Yeosu partimos hacia Daegu (que ya es fuera de Jeolla del Sur), más que nada porque una vez estando en la estación de autobuses era la ciudad que pillaba más a mano en cuanto a horarios y tiempos de transporte. Está en el centro de Corea y es la tercera área metropolitana del paÃs, por tanto bien comunicada, asà que desde ella se pueden tomar trenes, autobuses y aviones. De hecho he usado en ella esos tres medios de transporte,  y es la ciudad coreana por la que más veces he pasado, que no la que más tiempo haya visitado, ese puesto corresponde a Busan.
Durante el poco tiempo que estuve básicamente visité la torre de observación y un parque de atracciones de baja tecnologÃa construido durante los años 80 (qué miedo algunas atracciones).
(la atracción estrella del verano, un campo de cesped artificial regado con aspersores por el que deslizarse con trineos de nieve)
Resumiendo, Jeolla del Sur es un ejemplo de que a menudo los lugares más interesantes que he visitado no aparecen en las recomendaciones de viaje ni vienen remarcados en las guÃas. Son esos lugares a los que ni siquiera los locales del paÃs consideran para visitar salvo contadas excepciones. De ellos, el mejor recuerdo que puedes llevarte es precisamente el recuerdo de haber estado, y por supuesto todas esas fotos únicas que rara vez encontrarás en una postal o en un libro de viajes.