PodrÃa estar hablando de Wall Street en NY, pero no, me refiero a un local de pachinko. PodrÃa ser cualquiera de los muchos que hay en Japón, aunque sólo el siguiente hace gala a su nombre.
Además, para comprar tabaco tienes que tener más de cierta edad (supongo que 20 años, igual que para consumir bebidas alcohólicas) y lo comprueban con una tarjeta especial de fumadores. Antes usaban un sistema más avanzado que era deducir la edad en función de tu cara, pero lo han abandonado visto que era fácil de engañar con cualquier foto (¡dicen que hasta con la cara de los billetes!).
Al igual que se hace cada año por estas fechas, el laboratorio del Prof. Itoh organiza una excursión a la residencia de campo que tiene la Universidad de Keio en Tateshina, en las montañas de Nagano (los alpes japoneses), en el centro de Japón. Como ya fui el año pasado, permitidme que sea algo más parco en palabras para dar paso al material fotográfico.
Lo primero de todo, el viaje. Aunque la zona está a sólo a 150km de Tokyo en lÃnea recta, tuvimos que dar un buen rodeo evitando el tráfico de las autopistas. En vez de ir hacia el oeste, bajamos hacia el sur, y a la altura del Monte Fuji nos redirigimos hacia el noroeste. Apenas 300km, pero las seis o siete horas de viaje nadie nos las quitó.
Ãbamos en un microbús sin Karaoke, asà que la mitad del viaje lo pasamos hablando y la otra mitad durmiendo. En el caso de la vuelta fue prácticamente todo durmiendo.
No todos venÃan en autobús, otros habÃan alquilado un coche e incluso alguno lo hacÃa motorizado:
La residencia está en pleno campo, sin cobertura de móvil ni mucho menos internet ni convinis cercanos, ideal para desintoxicarse unos dÃas de la ciudad.
Alguna noche hicimos una barbacoa de carne, verduras, fideos, arroz, frutas y cualquier cosa con patas o sin ellas que se pudiera comer a la plancha. Nadie se la perdió porque hacÃa un frÃo de narices y estando al lado del fuego te mantenÃas calentito.
Nuestro plan allà era sencillo, durante el dÃa practicábamos todo tipo de deportes. Por nuestras manos pasaron pelotas de baloncesto, raquetas de bádminton, bates de softball, bolas de volleyball, etc.
Y por la noche nos lo pasábamos la mar de bien en unas fiestas en las que se veÃa y escuchaba de todo. Desde los tÃpicos disfraces de cosplay (este año trajeron como novedad a Sailor Moon), hasta tertulias con el profesor hablando de religión. Por regulaciones de la residencia, a las 10 de la noche tenÃamos que abandonar la sala común, asà que por nos metÃamos en alguna habitación a seguir con la fiesta, cosa que el profesor no sólo sabÃa, sino que aprobaba porque nos acompañaba. No muy más allá de la medianoche todo acababa. Es estupendo esto de poder divertirte por la noche e irte a la cama a una hora decente.