Entradas escritas en diciembre de 2008 ↓

Dejar huella

En Hong Kong te explican muy cuidadosamente cómo apoyar el dedo para que te tomen la huella dactilar durante los controles del aeropuerto. 

Yo me pregunto. ¿Cómo sabes si tu dedo está demasiado seco o demasiado húmero?.

Luis&Isra@Filipinas

Seguimos sanos y salvos en Islas Filipinas. Como no encontramos el anden de metro de la linea 7, pues estamos viajando en Jeepney y autobus junto a cabras y gallinas, o en barco con cientos de personas a bordo.

Ahora estamos en un pueblecito de la isla de Bohol, durmiendo en una cabana de madera junto al rio y comiendo peces recien pescados. Esta manana hemos visitado unas cuevas con murcielagos, ayer fuimos a las montanitas de chocolate, y manana de vuelta a Cebu, donde cogeremos un avion a Boracay para pasar el fin de ano en una de las 10 mejores playas del mundo.

Desde alli Isra y yo nos tomaremos una uva por cada uno de vosotros en fin de ano.

Optimizando tiempos

Ojo al siguiente cartel en la estación de Shibuya de la Yamanote Line, la línea más usada del sistema de transportes de Tokyo. Indica para cada estación qué salidas y enlaces hay cerca de cada vagón y si tienes que subir o bajar para llegar allí. 

Vagones por estación 

Kabekwak

Hace 366 días, justo un año, decidí irme a Costa Rica una hora y media de que saliera el vuelo. 

Estaba en 4º de teleco, y tenía muy clara la idea de irme a Estados Unidos a estudiar al año siguiente. Por contactos del departamento de físca de la ETSIT, un profesor de una universidad norteamericana y antiguo alumno de la ETSIT, decidió entrevistarme para empezar a gestionar mi ingreso en su universidad. Me dijo que vendría por España para las vacaciones de Navidad, y claro, yo pensé que estaría aquí desde algo así como el 22 de Diciembre hasta el 6 de enero. Pero no… la última semana de clases del año me confirma sus fechas. Que mala pata. Del 27 de diciembre al 4 de enero. Para esas fechas justo estaría yo en el encuentro rutero en Costa Rica. 

Esta entrevista era muy importante. Suponía una oportunidad bastante grande, aunque solo existiera un 20% de posibilidades de que al final me aceptasen. Dudé mucho, y por mi cabeza se pasaron un montón de ideas para poder compaginar entrevista y encuentro:

  • Cambiar las fechas del vuelo: llamé al 807 de Iberia, pero era imposible. Una tarifa que me costó la tercera parte del precio habitual no admite ningún tipo de flexibilidad. 
  • Comprar otro vuelo, adelantando la vuelta o retrasando la salida unos dias: imposible, precios prohibitivos (1500€) para la mayoria de combinaciones, o precios caros pero aceptables (600€) para fechas inaceptables (limitando mi estancia en Costa Rica a 5 dias).
  • Devolver el vuelo y aguantarse pero recuperar el dinero: nada, por lo mismo que el primer punto
  • Acercarse a Boston a la vuelta de Costa Rica: aceptable (400€) pero poco conveniente logísticamente, por exámenes de febrero y límite de los plazos cercanos.

Me costó un par de días tomar una decisión. Tenía muchas ganas de ir al encuentro, pero lo otro era una oportunidad increíble, que aunque no hubiera nada seguro merecía la pena intentarlo. La decisión fue no ir al encuentro, pero tratar de recuperar el dinero. ¿Cómo?, pues acercándome el día de la salida del vuelo al aeropuerto, y faturar en el último momento, deseando que hubiera overbooking y me dieran la indemnización de 600€ y la posibilidad de retrasar un par de días la salida. Pero para eso tenía que presentarme en el aeropuerto dispuesto a viajar, con equipaje y todo. No debían saber que mi intención era quedarme en tierra. Así que cogí la mochila rutera e hice el equipaje sin preocuparme en absoluto de si me dejaba algo o no. 

El avión salía a las 12:05 de la mañana del 26 de diciembre. Ese día, como tenía que ir al aeropuerto a hacer un poco de cuento, le dije a mi padre que me llevara, pero antes que nos pasáramos por la escuela para recoger unos apuntes de Comunicaciones Ópticas de mi taquilla. Ya de paso, allí me fui a hablar con uno de los profesores que me había puesto en contacto para concertar la fecha de visita. Casi una hora hablando en su despacho. Un frío y nuboso día de diciembre. Le comenté la decisión que había tomado, y entonces reaccionó y dijo que tenía que irme, que la entrevista no era tan importante, que conocía al otro profesor y que se lo explicaría y trataría de hacerla por teléfono. Hablamos incluso con su familia de España para ver si por alguna casualidad había adelantado el vuelo, pero no hubo suerte. 

Gracias Fernando porque gracias a esa conversación decidí irme. Eran las 10:30. El avión salía en una hora y media. Quedaban sólo 40 minutos para que cerrasen la facturación. Y yo estaba en la otra punta de Madrid. 

Afortunadamente casi no había coches por la M40. Llegué justo. Tan justo que cuando ya habían emitido la tarjeta de embarque y estaban pesando el equipaje me dicen que acaban de cerrar el vuelo, que no admite más equipaje. La chica lo intentó, llamando a un compañero suyo para que lo abriera solo un momento. Y lo consiguió. Gracias. 

El avión salía desde una puerta en un extremo de la T4 satélite. Más lejos imposible. No sé qué pasaba ese día que en el aeropuerto no había mucha gente. Me colé en el control de seguridad y ni me preocupé de ponerme el cinturón a la salida. Mas carreras por el aeropuerto. Un respiro el tren que lleva  a la T4S para hacer un par de llamadas diciendo que al final sí me iba. 

Cuando llegué ya todo el mundo había embarcado. El Airbus 340 iba casi lleno. No había overbooking por poco. Sólo quedaba una plaza libre en todo el avión. Y tuve la suerte de que estuviera justo a mi lado. Cuando el avión iba a despegar casi no me creía lo que estaba pasando. Y de repente se te pasa por la cabeza si la decisión que tomaste era o no buena. Aunque ya no había marcha atrás. 

No sería hasta unos pocos días más tarde cuando me daría cuenta de lo que me hubiera perdido por no haber ido al encuentro. El lugar da igual, lo importante es la gente a la que conoces. Las conversaciones con Dani el paraguayo; la pequeña Gaby de Argentina y sus ocurrencias; los encuentros casuales en cualquier parte y las compras de hamacas con Marta; conversaciones metafísicas en fin de año a las afueras de una discoteca con Adrián, mirando hacia las estrellas y dibujando quetzales en ellas mientras buscábamos la Cruz del Sur; los días de playa con Santi; lanzamiento de chocolatinas con Alberto y Ana; entreteniendo a Arturo para que no se durmiera al volante del furgón hormiga, echando cabezadas mientras el hablaba y preguntando cualquier cosa cuando se callaba; conseguir ver la Cruz del sur y la Estrella Polar a la vez, durante una noche de luna nueva, en una playa del Pacífico a decenas de kilómetros de cualquier población, con tortugas baulas de 2.5m desovando a medio metro. Y muchos más momentos, personas y detalles que no da tiempo a comentar, pero se quedan grabados.

 

A la vuelta llegué lleno de energía para los exámenes. Y aunque el primero fuera un parcial de Comunicaciones Ópticas apenas 24h después de mi llegada conseguí salir bastante exitoso de ese febrero. 

Acerca de la entrevista… fue telefónica. A 3€ el minuto desde mi móvil español en un balneario a los pies del volcán Arenal. Inicié los trámites, pero lo de Japón surgió a finales de enero y aquí estoy. No descarto aún ir para allá en el futuro, aunque sea para una estancia corta de seis meses. Pero de momento el título de este blog lo dice todo: Luis(at)Keio.

Nochebuena con ANA

Solo unas horas para salir hacia Hong Kong. Y de allí a Filipinas, donde he quedado con Isra el viernes por la tarde en la ciudad de Cebú. A apenas 30 Km de Toledo.

Salgo de Tokyo a las 20:30 con All Nippon Airways (ANA) en un Boeing 767. Hacía tiempo que no me subía a un bicho de esos, concretamente desde la Ruta Quetzal. Es un avion de dos pasillos y butacas en configuración 2-3-2. Es decir, ancho pero no tan masificado de gente como el Boeing 747 (asientos en 3-4-3). Por delante me esperan más de cinco horas de vuelo, así que la nochebuena será en el avión. Al menos parece que nos han preparado un menú interesante:

Ya pondré una foto para que veáis como es en realidad. Pero bueno, a mi me gusta la comida de los aviones, es muy entretenida, y si la comes con palillos ya ni te cuento…

Si todo va bien y el avión no se estrella con Papá Noel en plena entrega especial de Navidad llegaré a Hong Kong.

Será tarde, muy tarde. Tres minutos antes de que salga el último tren del aeropuerto hacia la ciudad. Así que a pesar de la puntualidad de la aerolínea japonesa y de viajar solo con equipaje de mano creo que los trámites de aduana y cambiar Yenes (JPY) por Dólares de Hong Kong (HKD) me entretendrán algo más de tres minutos. Así que a pasar la noche en el aeropuerto, y coger el primer tren derechito a la ciudad se ve como la mejor opción. Tengo el día de Navidad entero para descubrir la ciudad. Mis planes… pues así a grosso modo es ver los grandes edificios, mercados, vistas nocturnas del puerto, subida al monte Victoria. Y por la noche dormir en un albergue de 5€ la noche y 48 camas por habitación. Pero como es solo para dormir, da igual. El 26 salgo hacia Filipinas por la mañana con CebuPacific. Primero un par de horas hasta Manila, y después otro hora más a Cebu.

En Filipinas aún no sé el plan que tendremos, Isra habrá planificado algo, porque tiene guía pirata y hace una semana que llegó. Y la vuelta es el 5 de enero, de madrugada de Clark, un ex-aeródromo militar de la USAF ahora reconvertido en el aeropuerto low-cost de Manila. Para ese día también de escala laarga (15h) en Hong Kong tengo dos posibilidades: Museo de la ciencia de Hong Kong, que está realmente bien porque tiene un montón de cosas, entre ellas una “máquina de movimiento perpetuo” de 22 metros de altura; y la segunda opción es acercarme por DisneyLand, que queda muy cerca del aeropuerto y ese día estaría poco concurrido porque las vacaciones de Navidad ya han acabado por aquí ¿a vosotros qué os parece mejor?.

Por último, a la 1 de la noche de reyes, de vuelta con ANA a Tokyo donde llegaré al amanecer, fresco y lleno de energía como para ir casi directamente a la Universidad.

Durante el viaje no sé si podré escribir algo. Quizá sí, pero no es seguro. De todas formas trataré de programar algunas entradas con fotos de Japón para que esto no se quede quince días en vacío.

Estéis donde estéis, pasad una Feliz Navidad, y que el año nuevo venga cargado de buenas cosas.

¡Hasta la vuelta!

Comida de Navidad en casa del profesor

Ayer comimos los alumnos de intercambio de Keio en la casa de Itoh (Señorito, Profesorito, Misterito o Itoh-sensei, dependiendo del contexto. Yo lo suelo llamar Itoh-sensei porque es mi Advisor). Es el segundo de los encargados de la Universidad de Keio en realciones internacionales, el primero es Shinoshuke, que también estaba presente. 

Así que invitó a unos quince o veinte alumnos tanto japoneses que está estudiando fuera y vuelven por vacaciones de Navidad (porque fuera les dan vacaciones) como no japoneses que están estudiando en Keio y no pueden volver porque aunque en teoría están de vacaciones de Navidad, en la práctica siempre te ponen practicas, conferencias o cualquier excusa para que haya algo que hacer todos los días. Sin mas que deciros que hoy, 24 de diciembre a las 2 de la tarde, estoy esperando a Yoko, mi sempai (maestro…. la persona que te enseña) para crecer un poco más de silicio y extraer la muestra de la máquina de Molecular Beam Epitaxy.

A lo que iba. La comida fue estupenda. Filetes y más filetes de carne australiana (de ternera, no de canguro) a la plancha como nunca habíamos visto antes en Japón. Salmón ahumado con forma de flores. Verduras salteadas. Y un montón de postres. Aunque claro… echamos en falta la tabla de turrones.

Mientras tanto, la hija de mi profesor nos dio un pequeño concierto, y algún alumno que sabía tocar el violonchelo o el piano se animaron y acompañaron

  Concierto en casa del Prof. Itoh 

 

(¿Alguien sabe una forma sencilla de rotar los vídeos 90º?)

Comida de Navidad con el Prof. Itoh

Una comida a lo grande. Porque en esa casa sí se celebra la Navidad con todo su significado. Es extraño encontrarse casos así en Japón, pero haberlos los hay. 

Suerte

A ver si toca la lotería para comprarse un jamón del bueno. Y si no… pues a seguir comiendo hamburgues

¡Suerte!Â