Taiwán huele a China

Taiwán tiene un olor distinto. A medida que más viajo más me doy cuenta de cómo cada país o incluso cada ciudad tiene un olor característico. Un olor que no puedes recordar bien, pero que cuando estas, lo identificas claramente. Y a mi Taiwán me olía a China. Pero no es China.

Taipei colorido

Y eso a pesar de que se esfuercen en hacerte creer que estás en China, porque nada más pasar por el control fronterizo te estampan un bonito sello en el pasaporte que pone “ROC” (Republic of China). La historia política de Taiwán daría para un post entero, sólo os digo que desde esa islita reivindican el control de toda China continental. Por tanto si un país reconoce a Taiwán, también reconoce sus derechos de soberanía, y entonces tanto China (la República Popular China) se enfada. Así que se traen unos líos enormes, desde la ONU hasta los prefijos telefónicos.

De todas formas en el fondo tienen la misma sangre. Taiwán está lleno de lo que habitualmente llamamos chinos. Es decir, personas asiáticas de la etnia Han, que ya de paso y por curiosidad, son uno de cada cinco terrícolas (en mi familia somos cinco, y me temo que me toca a mi ser el chino). El caso, los Han son el 98% de los taiwaneses, una proporción incluso mayor que en China continental (92%) [ver comentario de Jen para más detalles]. Resumiendo, Taiwán está lleno de chinos, pero no es China, pero se hacen llamar “República de China”.

¿Y cómo se comportan?, pues me alegró ver que no dejan de lado sus orígenes chinos y, sin llegar a ser maleducados ni groseros, son bastante más abiertos y permisivos que otras razas de ojos rasgados que encontramos por estas tierras. Por ejemplo, nunca los veremos con la barriga al aire para transpirar mejor (lo vi en China), pero no se cortan a la hora de subirse al tren cargados de comida y bebida para amenizar el viaje, incluídos esos huevos fermentados en salsa de soja con vinagre que venden en todos los convinis.

Taiwanés

Otra cosa que me sorprendió es que no te tienen miedo como occidental. No les importa echarte una mano si andas con el mapa del revés, o ayudarte con el equipaje para salir de un vagón de metro abarrotado. En cuanto al idioma, pues saben más o menos el mismo inglés que en Japón, pero ponen mucho más de su parte y al final consigues comunicarte con ellos, en parte porque muchos muestran interés en tí. Eso sí, las conversaciones resultan un poco repetitivas: nombre, edad, de dónde eres, ¿te gusta Taiwán?. El repertorio de vocabulario de inglés elemental no dá para muchas más combinaciones.

Boiled Stinky Tofu

Los niños se te quedan mirando con ojos como platos. Saben que eres un bicho raro. Sin vergüenza alguna te escudriñan de arriba a abajo con la mirada. Cuando les sacas la lengua para confirmarles que eres humano te responden con una sonrisa, y se vuelven hacia su madre para contarle el descubrimiento que acaban de hacer. La madre se gira hacia ti y también te sonríe, y una vez más la típica conversación se vuelve a repetir.

Mini taiwanés

Esto es Taiwán. Al menos sus gentes. El resto lo seguiré contando otros días, pero en resumen, mucho más de lo que me esperaba.