Crónica de una semana

Ya estoy de vuelta de Okinawa. No es que haya vuelto ahora, apenas fueron tres días, pero es que esta semana ha habido varias cosas que hacer.

Por ejemplo, mi presentación en el seminario de grupo es dentro de 10 días. La ventaja es que hace una semana tuve que presentar mis resultados ante gente de una empresa, y claro, lo que me queda ahora no es mas que pulirlo y acabar de rematarlo. Porque si la de la semana pasada fueron 5 minutos de presentación + 30 minutos de preguntas, la siguiente son 30-40 minutos de presentación + 15 minutos de preguntas. Un plan muy diferente que te hace tener que adaptar tanto las transparencias como la preparación, y por supuesto incluir las mejoras y recomendaciones sugeridas de la vez anterior.

Y bueno, esta semana la he usado en depurar un poco los datos, añadir más gráficas de ejemplo, y tratar de depurarlo un poco para poder aplicar mi método más rápidamente a otros casos. Y que no os he contado de qué iba el tema, pues así a groso modo se trata de predecir la amorfización de los semiconductores (en principio silicio, luego ya se intentará con germanio) basándose en el desplazamiento que sufren los átomos al ser golpeados por los iones de los dopantes. Todo esto comparando resultados experimentales con simulaciones BCA (Binary Collision Cascade) a las que aplico un método de Monte Carlo para analizar los datos. Y al final quedan gráficas tan bonitas como ésta:

Más cosas que me han pasado esta semana… en cierta forma me he dado cuenta de lo extraño que es vivir en Japón, que ya hay un montón de cosas que me pasan desapercibidas pero que no son para nada normales. Por ejemplo, en el recorrido de mi casa a la universidad (8-10km one-way) ya empiezo a reconocer a gente con la que me cruzo todos los días: la señora que toma fotos a los trenes, el ejecutivo entrajetado en bicicleta (de éstos hay varios), los grupos de colegialas al atardecer junto al río, el mendigo con conocimientos de electrónica (siempre le veo cacharreando con tres o cuatro placas al estilo LCEL, con cables entre ellas, conectadas a distintos tipos de pilas).

También tuve ocasión de hablar con un japonés acerca de su estilo de vida (se pasa todo el día en la biblioteca). Su filosofía, al igual que la de mucha más gente por aquí, es esforzarse todo lo que puedan, que al final ese esfuerzo les será devuelto de una u otra forma. Es parte de la religión Shinto, en que las deidades no se presentan como los “dioses” que nosotros entenderíamos, sino como un “poder abstracto” presente en todas las facetas del mundo y de la vida. Así que promulga la armonía y el esfuerzo por el bien común. No está mal, aunque como ya os he contado, puede llegar a degenerar en unas relaciones laborables insoportables desde un punto de vista más occidental.

Lo curioso es que cuando hablo de estas cosas con otros estudiantes internacionales, dependiendo de su origen aceptarían quedarse o no en Japón. Gente de Indonesia, India, Malasia, e incluso algunos de China (aunque éstos últimos son más de acabar volviéndose a su país), buscan un trabajo aquí, se obsesionan con el sueldo, les maravilla la estabilidad laboral y bueno, en muchos casos se han venido con su familia, así que les resulta más complicado moverse de un lado para otro.

Y poco más que contar, salvo que dentro dentro de poco empezaré a volver a postear con fotos, las de Okinawa ya las tengo casi listas. Por cierto, qué cantidad de agua…. cómo nos llovió… de playa hubo poco, pero eso no quiere decir que no tenga su interés. Ya lo veréis.