ArtÃculo escrito originalmente para la revista Aviación Comercial Nº 30 (Octubre 2010). Es un artÃculo de la categorÃa viajes, en él, explico como pasajero los detalles de los vuelos en los que viajaba, además de ilustrar con algunos párrafos los puntos más interesantes de mi destino. Las fotos del artÃculo original están tomadas por mÃ. Además de las mismas, me he tomado el derecho de añadir en esta reproducción en el blog fotos adicionales tomadas durante el viaje que no aparecieron en la publicación original por falta de espacio.
Al hablar del Lejano Oriente vienen a nuestra mente las caóticas ciudades chinas o los tranquilos templos Zen japoneses. Esos territorios que una vez recorrió Marco Polo bajo el auspicio de los Khanes y que hoy nos resultan tan distantes y a la vez tan atrayentes.
Pero hoy vamos a alejarnos de esas rutas tan conocidas, vamos a ir a descubrir dos paÃses que a menudo se dejan de lado cuando uno piensa en acercarse por este lado del mundo. Por una parte Taiwán, la isla donde se refugiaron los contrarios a la revolución de Mao Tse Tung hace 44 años en la china continental; y de ahà viajaremos a Corea, un paÃs que ha experimentado una transformación increÃble durante las últimas dos décadas.
¡Volamos… Osaka-Taipei!
Puestos a elegir un lugar desde el que partir, nos hemos decantado por Japón, a medio camino entre nuestros dos destinos. Concretamente en la región de Kansai, de la que Osaka es su ciudad principal, conocida por la apertura de sus gentes, acostumbrados de siempre a recibir viajeros y mercaderes del resto de Asia.
Varios aeropuertos rodean a la ciudad, nuestro vuelo despega desde el Aeropuerto Internacional de Kansai (KIX), conocido por ser una increÃble obra de ingenierÃa al estar edificado cuatro kilómetros mar adentro en la bahÃa de Osaka. El gobierno japonés desembolsó la friolera de veinte mil millones de dólares, la obra civil más cara que se nunca hubiera realizado en el mundo.
Su construcción presentó diversas complicaciones, siendo la más notable de ellas el encontrarse con un fondo marino demasiado blando. Por ello se instalaron unos sistemas en los pilares para hacer que la plataforma sobre la que se apoya creciera al mismo ritmo que el subsuelo cede, cerca de 10cm al año.
Ajenos a los problemas arquitectónicos, el viajero tiene que decidir cómo llegar hasta la citada isla artificial. Sin duda alguna la más conveniente es el tren, que por poco más de 1000Â¥ (unos 10€) nos transporta desde el centro de Osaka hasta el aeropuerto en unos 45 minutos. Sin embargo, si estamos en tránsito desde un vuelo nacional al aeropuerto de Kobe (también construÃdo en otra isla en la misma bahÃa), seguro que nos resultará más convincente y entretenido tomar el ferry.
Sea como fuere, llegamos a la zona de salidas donde los mostradores de facturación están dispuestos en multitud de pasillos paralelos. Entre medias de ellos cuelgan del techo elegantes figuras que se mueven siguiendo los flujos de aire acondicionado. Pero busquemos nuestra compañÃa, JetStar Asia, una LowCost originaria de Australia (escisión de Qantas) que tiene una base establecida en Singapur. Están en pleno proceso de expansión y a principios de julio inauguraron su primera ruta con Japón.
El vuelo sale cada dÃa de Osaka a las 17:00, llegando a Taipei a las 18:40. Después de una para de 50 minutos continúa su ruta hacia Singapur, donde aterriza a las 00:05. Un horario muy conveniente para los vuelos entre Japón y el sudeste asiático.
Dos horas y media antes de que salga el vuelo abren los mostradores de facturación. Yo soy el primero pero detrás de mi ya se ha formado una buena fila de japoneses que con su caracterÃsticas maletas rÃgidas van a dar comienzo a sus vacaciones. Mis 9kg de equipaje facturado posiblemente estén bien por debajo de la media. Ningún problema en la facturación salvo una llamada al coordinador para corroborar que no necesitaba visado.
Queda un tiempo de espera, y qué mejor plan que acercarse al Observation Hall, una zona en la cabecera de la pista 24L con terraza, cafeterÃa, tiendas de recuerdos y un par de pantallas indicando las próximas salidas y llegadas. Un paraÃso para los spotters. Para llegar a este paraÃso spotter hay que tomar un autobús interno del aeropuerto que circula con una frecuencia de unos 15 minutos y cuesta 100Â¥ (1€), aunque también se puede ir en coche propio.
Apuré mucho mi vuelta a la terminal, afortunadamente el control de seguridad fue fluido y en tres minutos lo habÃa pasado. En Japón no se asustan con las grandes cámaras de fotos en el equipaje de mano. Después, el control de pasaportes, más rápido aún al ser usuario de la puerta automatizada, un nuevo sistema para residentes que tras comprobarte el pasaporte, huellas dactilares y tomarte una fotografÃa te deja pasar sin más dilación.
La zona “aire” tiene comercios de todo tipo: tiendas de moda, perfumerÃas, electrónica, pero lo que más llama la atención son la multitud de tiendas de snacks de todo tipo que los japoneses compran para llevar de recuerdo. Pero no nos quedamos sólo en las tiendas, en KIX también encontramos cafeterÃas, una sala de fumadores, otra para niños, y una área de mesas con cables de red para conectarse a internet. Por otra parte, se agradece que los cristales estén limpios para asà poder disfrutar las operaciones en la pista 24L/06R.
Mi puerta de embarque es la 9, para llegar a ella tomo el APM (Automated People Mover), que tiene vagones separados para los pasajeros en que van a tomar un vuelo y para los que están de tránsito. El trayecto apenas dura un minuto. Ya una vez en la puerta de embarque me encuentro con la tripulación de mi vuelo, y me pongo a hablar con ellos en inglés, preguntando cómo está la metereologÃa en ruta, ahora que estamos en plena época de tifones. Me cazan el acento español, dándome la agradable sorpresa de que el primer oficial es un mexicano establecido en Singapur.
El embarque comienza ordenadamente con cinco minutos de retraso, aún asà logran que a las 17:00 en punto se cierran las puertas del A320. Si los japoneses son capaz de controlar la puntualidad del tren bala al segundo, no iban a ser menos con los aviones. Los briefings de seguridad se dan en inglés y chino, sorprendentemente no en japonés, asà que me temo que muchos pasajeros no habrán entendido nada. Al menos espero que hayan prestado más atención que yo a las azafatas.
A las 17:10 el avión corre por la pista 24L hasta alcanzar 285 km/h y despegarse del suelo con una desagradable vibración que durarÃa un par de minutos.
La ocupación ronda el 70%, se me antoja un poco baja para esta ruta en un avión relativamente pequeño (el resto de las compañÃas usan widebodies). En cuanto al espacio entre butacas, he de reconocer que es estrecho aunque las rodillas no tocan la siguiente fila de asiento. El servicio a bordo, completamente de pago: comida, mantas y entretenimiento con una especie de tablet.
Del menú de a bordo pido kitsune udon, un plato tÃpico de Osaka, aunque una vez servido consiste básicamente en unos noodles instantáneos con tofu frito. La revista de la aerolÃnea me mantiene entretenido durante no más de veinte minutos, pero a cambio las vistas por la ventanilla son espectaculares: cúmulonimbos hasta donde alcanza la vista.
Dos horas después de haber despegado y habiendo sorteado multitud de tormentas, comenzamos a descender. Tocamos tierra por la pista 23 de TPE a 250 km/h y el avión se detiene completamente a las 18:33, ligeramente antes de la hora prevista.
En la terminal separan a los viajeros que continúan su viaje hacia Singapur de los que nos quedamos en Taipei. Pasamos un control de pasaportes lento y tedioso. Cuando llega mi turno el agente de inmigración pasa hoja por hoja el pasaporte buscando un visado. Al no encontrarlo (los españoles no necesitamos visado), levanta la mirada y me dice “no tienes visado”. Educadamente le respondo que no lo necesito. Se fÃa de mi y sin hacer ninguna otra comprobación me deja pasar.
Llego a la recogida de equipajes justo cuando empiezan a servirlo. Mi maleta es de las primeras en aparecer, y desde ahà elijo el canal verde de la aduana. A las 19:30, ya de noche cerrada, estoy de camino a la ciudad de Taipei montado en un autobús con amplios sillones y PTVs. Mucho más cómodo que el avión pero sin vistas interesantes hasta que aparecen los neones de la gran ciudad.
Taiwán
Los portugueses impresionados bautizaron este lugar como Isla Formosa (hermosa en portugués). Y razón no les faltó. Sus 400 km de largo y 150 de ancho están repletos de lugares que quitan el aliento.
Posiblemente por su estupenda ubicación para comerciar con territorios del lejano oriente, durante los últimos cinco siglos de su historia Taiwán ha pasado por manos portuguesas, españolas, holandesas, japonesas y chinas. En el año 1949, durante la Guerra Civil China sirvió de refugio los simpatizantes del Partido Nacionalista Chino (KMT), huyendo de la fuerza comunista que finalmente acabó ganando el poder en la China continental. Aún hoy en dÃa, el gobierno de Taiwán reclama la soberanÃa sobre la totalidad de China. No en vano, el nombre oficial de este territorio es “Republic of China” (ROC).
Ajenos a disputas polÃticas son los escenarios naturales impresionantes que encontramos en esta isla surgida del lecho marino hace doscientos millones de años. Lo más destacable se encuentran en la costa este, menos poblada y repleta de verdes valles que acaban en inmensas playas o altos precipicios junto al mar. También encontramos el increÃble Parque Nacional de Taroko, una garganta de treinta kilómetros de longitud horadada en montañas de mármol. Multitud de tours organizados recorren el parque, pero la mejor opción es alquilar un vehÃculo propio (dos o cuatro ruedas, con o sin motor, con o sin conductor), sólo asà podremos disfrutarlo a nuestro ritmo, sin agobios.
Para turismo urbano lo mejor es ir al norte, donde se encuentra la capital Taipei. La ciudad está dominada por el segundo edificio más alto del mundo, el Taipei 101, con una terraza abierta desde donde se goza de unas vistas espectaculares a 508m de altura.
Abajo en la ciudad podemos relajarnos en alguno de los templos taoÃstas con olor a incienso como el Longshan, visitar los memoriales y observar el arriado de bandera en la Plaza de la Libertad, o acercarnos por centros comerciales de moda y electrónica diseminados por toda la ciudad. Al sur, el teleférico del zoológico nos llevará a colinas cercanas desde donde parten algunos senderos de trecking, aunque se puede hacer un plan más tranquilo disfrutando en una teterÃa de los estupendos atardeceres que se ven en la zona. Antes de acabar el dÃa y volver al hotel, debemos saber que en Taipei la noche es de los mercados nocturnos, cada barrio dispone del suyo, y mientras unos se centran más en ropa y otros en delicatessen locales, cualquiera de ellos nos descubrirá productos del lejano oriente; si tuviera que elegir sólo uno serÃa el de Shilin, que si bien es el más turÃstico también tiene tamaño y variedad suficiente como para no aburrirnos.
Por último, antes de tomar el vuelo de vuelta, recomiendo llegar al aeropuerto con tres o cuatro horas extras para ver tranquilamente el museo de la aviación. En él no encontraremos grandes aviones, pero sà un montón de elementos de la historia de la aviación de éste paÃs y un mirador cerrado a 20m de altura
¡Volamos… Taipei-Seúl!
Para volar de Taiwán hacia Corea elegimos Cathay Pacific, una aerolÃnea cinco estrellas basada en Hong Kong y ganadora del tÃtulo de mejor aerolÃnea del mundo en el año 2009 por la auditorÃa Skytrax.
Cathay Pacific dispone de un hub importante en Taipei, desde donde vuela a varios destinos de Corea y Japón que se encuentran a unas dos horas de vuelo. El tipo de avión usado siempre es un widebody por la alta densidad de tráfico en en esta parte del mundo con tan alta densidad de población.
Como punto negativo está que Cathay opera desde la Terminal 1 de TPE, muy antigua y con molestas obras de remodelación en marcha hasta 2011. Hasta entonces recomendarÃa tomar una aerolÃnea que volase a la Terminal 2, mucho más moderna y agradable.
A pesar de las obras la facturación con Cathay es muy rápida por la veintena de mostradores que emplea. Esta vez por comodidad decido no facturar equipaje. Me dejan pasar con dos bultos de mano de 7kg cada uno, ambos dentro de las medidas reglamentarias.
El control de pasaportes se encuentra antes que el de seguridad, una configuración extraña puesto que no te permite volver atrás en el caso de que tengas que facturar elementos no permitidos. De hecho tiene aspecto de ser algo provisional hasta que acaben de remodelar la terminal. La zona aire es un espacio oscuro, con ruidos de obras y sin ninguna ventana con vistas a la plataforma hasta la sala de preembarque. En las paredes hay gráficos que muestran cómo quedará todo tras las obras, y parece que merecerá la pena.
En la sala de preembarque consigo por fin ver el avión en que volaré. Es un Airbus 330 matrÃcula B-HLL. Inmediatamente me viene a la cabeza un incidente que sufrió este aparato apenas cuatro meses atrás, cuando durante la aproximación a Hong Kong la tripulación perdió el control sobre la potencia de los motores y acabaron aterrizando con uno al 75% de potencia y el otro prácticamente apagado.
A las 16:39 comienza un embarque limpio y rápido a pesar de tener que embarcar unas 270 personas (90% de ocupación) por un único finger. En el interior la tripulación de cabina desborda amabilidad y tranquilidad, indicándote tu asiento y ofreciéndote ayuda con el equipaje de mano.
A las 17:04 hacemos pushback, y después de recorrer el aeropuerto de un extremo a otro, a las 17:17 el avión comienza a acelerar por la pista 05.
Una vez en el aire, nos dirigimos hacia el este durante unos cien kilómetros y después tomamos rumbo norte, directos a Seúl. La cena comienza a prepararse en cuanto el avión ha alcanzado altura de crucero. Podemos elegir entre arroz con ternera o pasta con pollo. Me decanto por la primera opción. El sabor es exquisito, de los mejores menús que haya probado en el aire. La bandeja también incluye fruta, brownie de chocolate y el tÃpico dulce taiwanés de piña.
El resto del vuelo lo paso escuchando música y con un ojo en la ventanilla y el otro en el mapa de la PTV. La oferta de pelÃculas, música y videojuegos es extensa, pero un vuelo de tan corta duración no suele merecer la pena emplearlo.
A la hora y media de haber despegado comienza el descenso, que se prolongará durante 45 minutos al tener que rodear una tormenta de varias decenas de kilómetros de diámetro y sufrir a continuación demoras por un cambio de configuración en ICN. Luces apagadas en el interior y un espectacular atardecer en el exterior, entramos en Incheon por el norte a las 19:25LT, con el viento de cola y rebotando ligeramente en la pista 16.
Seis minutos más tarde ya estamos estacionados en la terminal satélite, rodeados de widebodies como un A380 de Emirates, 747 de Korean, y 777 de United. Antes de salir me entretengo hablando con la tripulación, que orgullosos posan mostrando los nuevos tonos de su uniforme recién estrenado.
Hasta el control de pasaportes aún me quedan veinte minutos caminando por pasillos interminables y cogiendo el tren interno del aeropuerto. El control de inmigración apenas tiene seis puestos abiertos de las dos docenas que dispone, y de ellos la mitad están reservados para pasajeros con nacionalidad coreana. Nos juntamos un par de vuelos y las colas se alargan exageradamente. Por fortuna no tengo que recoger equipaje, porque supondrÃa esperar aún más. Voy directo a la salida y en el control aduanero me escogen para pasar mi maleta por rayos X, rápido y sin mediar palabra me la devuelven y puedo salir. Por fin estoy en Corea.
Los medios de transporte para ir al centro de Seúl son autobús, taxi y tren. También tenemos disponibles frecuentes autobuses exprés a cualquier ciudad de la penÃnsula coreana. En mi caso cojo el tren porque pasaré la noche en Seúl. La estación de tren de ICN es una maravilla, amplia y cómoda. Las taquillas están cerradas y tengo que lidiar con las máquinas de venta de billetes.
El tren A’REX (Airport Express) se desplaza a 120km/h conectando con el aeropuerto de Gimpo (GMP) en apenas 33 minutos. El resto de la lÃnea hasta la estación central de Seúl está en construcción, aunque en pocos meses abrirá. De momento hay que hacer transbordo en Gimpo, tomando alguna de las dos lÃneas de metro que lo sirven y que llevan hacia el centro de la ciudad, donde finalmente llego.
El tiempo total de viaje desde Incheon han sido unos 75 minutos. Es de noche, lluvia, rayos y truenos caen intensamente. Me monto en un taxi hacia mi hotel y duermo esperando que para el dÃa siguiente la tormenta haya pasado.
Corea del Sur
Corea ha experimentado un increÃble desarrollo desde los años 70, pasando de una sociedad basada en la agricultura a la potencia tecnológica e industrial que actualmente es. Aquà deberÃamos hacer un inciso, y es que esto sólo ocurre en Corea del Sur, porque Corea es un paÃs separado en el que los hermanos del norte viven una situación bien distinta.
La capital, Seúl, es una gran ciudad en la que encontramos un montón rincones por visitar y que nunca defrauda, donde siempre merece la pena ir. Pero en este viaje vamos a irnos un lugar más desconocido, la provincia Jeolla del Sur. Una región repleta de verdes montañas de bambú y campos de arroz, con una costa quebrad y moteada por más de 2.000 islas.
Como lugares imprescindibles, la ciudad de Mokpo, con su imponente parque Yudalsan desde el que se ve la multidud de islas de alrededor llenas de maravillas naturales por descubrir. Por ejemplo Oedaldo, que teniendo apenas 1x1km de superficie es un lugar estupendo para hacer una escursión de un dÃa. Por la noche, en Mokpo el centro de la ciudad, peatonal y lleno de comercios, se ilumina con coloridas luces como si fuera navidad.
Otro lugar que seguro dará que hablar durante los próximos años es Yeosu, porque ahà será donde se celebre la Exposición Internacional 2012. Los pabellones aún están en construcción, pero la ciudad ya está preparada para recibir gentes de todo el mundo. Es un gusto recorrer el paseo marÃtimo a cualquier hora del dÃa o de la noche y cruzar el puente que nos lleva a la pequeña isla de Odongo, un lugar en el que relajarse con el sonido de las olas rompiendo contra las rocas.
Y para los aficcionados a la Fórmula 1, desde este mismo año Jeolla del Sur será la sede del Gran Premio de Corea. ¿Hace falta dar más motivos para no perderse este lugar?.
4 comentarios ↓
Me ha encantado la narrativa, pero mas aun las fotos. ¡Son espectaculares!
¡Gracias Jose! Me encanta hacer fotos cuando salgo de viaje, aunque si me han encargado escribir algún artÃculo quizá ponga un poco más de interés en qué fotografÃo (si no, hago fotos a lo que en cada momento se me antoja).
Igual tengo que ir a ver estas ciudades, no?? :D
¡Pues claro!. Además, ahora te van a pillar más cerca que nunca. Si vas, no te olvides de preguntarme, te puedo dar buenos consejos ;).
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