Era la mañana de Halloween, hacÃa buen tiempo y no tenÃa nada especial que hacer, asà que decidà ir a darme una vuelta por el eje Shibuya-Harajuku para hacer algunas fotos. Es una zona joven que atrae a los ya de por sà raros especÃmenes que se pueden ver en la capital. Siendo el dÃa de Halloween, me esperaba cosas como ejércitos de zombies en minifalda u hordas de esqueletos maquillados hasta la médula. Sin embargo, apenas vi nada de eso. Hice alguna que otra foto pero nada excepcional. Lo realmente especial me estaba esperando en el parque Yoyogi:
Decenas de burbujas en un rincón de una de las explanadas del parque. Un par de personas, ataviadas con monos de obrero, generaban pompas de jabón a su alrededor. Su única herramienta, un cubo con una solución acuosa, y un par de palos atados con una cuerda en uno de sus extremos. La humedad ambiente era alta y apenas soplaba una ligera brisa, condiciones estupendas para ponerse a crear un poco de magia
Los niños poco tardaron en aparecer. En quedarse impresionados mirando esas grandes cosas tan extrañas que al tocarlas desaparecen. Ponéos en su piel para entender por qué son de verdad tan fascinantes. Incluso algunos adultos, principalmente mujeres, se atrevieron a perseguir las pompas más altas. Los hombres preferÃan quedarse al margen o, como yo, tomando fotografÃas.
Para las fotos puse la lente rápida (50mm F1.4), un par de pasos de apertura sobre el máximo. Sensibilidad ISO también relativamente alta para la iluminación que habÃa. Lo que importaba era captar el momento. Da igual el ruido, una imagen vale más que mil palabras. QuerÃa capturar el instante en que una pompa deja de ser pompa y se desvanece en el aire. Demasiados disparos, posiblemente veinte veces más que las fotos que estáis viendo aquÃ. Pero al final lo conseguÃ. Capté el desgarro de la burbuja al contacto con la piel humana:
Los niños pronto aprendieron a reventar las burbujas de formas más originales. Unos lanzaban papeles, otros piedrecitas a las más altas. Por el contrario si alguna se acercaba a ras de suelo, intentaban salvarla soplándola.
Y no se cansaban. Se acercaban la hora del cierra del parque y seguÃan allà correteando detrás de esos brillantes trozos de aire volando por el parque Yoyogi. ¿O era Yoyogi el que estaba en las pompas?
Hablando de explosiones de burbujas, podrÃamos hacer la analogÃa de la burbuja inmobiliaria y de internet que tanto afectaron a Japón, que aún se sienten los efectos, un paÃs prácticamente en deflación, donde una coca cola cuesta ahora lo mismo que a finales de los ochenta. Esa misma burbuja que ahora está tambaleando a medio planeta en busca de una nueva posición de equilibrio.
O también podrÃa hablaros de que Japón está en una burbuja, del aislamiento que siempre ha sufrido. Dicen que por razones culturales, pero creo yo que también podrÃa ser por motivos naturales. La corriente en chorro sopla, más o menos, del suroeste al noroeste, de China hacia el PacÃfico. Todo un océano por delante. Los navÃos japoneses no tendrÃan muchos lugares a los que ir. Posiblemente no fuera fácil hace doscientos años ir a contracorriente. Bueno, ahora tampoco lo es. Ni para las burbujas.
Incluso también se puede hacer una alegorÃa con el SÃndrome de las Galápagos, según el cual las especies naturales, los objetos cotidianos y las sociedades de ciertos territorios evolucionaron de forma aislada al resto del mundo porque se favorece su desarrollo y evolución en un ecosistema cerrado con condiciones más o menos estables.
Me pregunto qué ocurrirá con este paÃs de aquà a veinte años. Va a ser una evolución muy curiosa, y quizá el ejemplo de lo que podrÃa pasar en otros lugares. ¿Seguirá habiendo locos en el parque Yoyogi?… posiblemente. Lo que habrá que ver es si Japón va a seguir abriéndose al exterior. Con una población menguando y envejeciendo, no les quedará más remedio. Aunque eso queda en manos de la siguiente generación, que tendrán que decidir si quieren seguir socialmente encerrados en su particular pompa de Jabón.
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