Entradas escritas en octubre de 2010 ↓

En Japón es común ver en los salones de recreativas plantas enteras llenas de máquinas de gancho para coger todo tipo de objetos. Quizá peluches sea lo más común, pero hay de todo. Por poner ejemplos que se me vengan a la cabeza: figuritas de anime, llaveros, panes de mentira, almohadas, videojuegos, chucherías, helados (la máquina entera es un refrigerador), melones, etc.

Lo que nunca me esperaba ver era una máquina que ofreciera animales vivos. No la encontré en Japón, sino en una feria de un pueblecito de Taiwán.

El funcionamiento es electrónico (podría ser mecánico, pero no lo es), y en vez de un gancho dispone de una plataforma porosa que atrapa a los peces y no al agua. La máquina descarga sobre un tobogán que acaba en un recipiente con agua. Supongo que te dejarán llevarte al pez, y que éste no será para comérselo como sashimi. Una partida cuesta 10TWD (~0.25€), y no sé bien si es por intento o hasta que cojas un pez.

Pobres bichos. Imaginadlos ahí abajo emulando con voz de pez la conocida escena de Toy Story “el gaaaancho…. me ha elegiiiidoooo”.

Japón está lleno de cosas kawaii, una palabra muy útil y que podríamos traducir como “monada”. Imaginaos a los obreros en una calle abriendo zanjas y poniendo a lindos conejitos rosados con luces que parpadean para evitar que los coches o peatones se metan de patas en el tinglado.

Es una forma de darle un toque de informalidad a la ciudad, de hacer las obras más amigables. Pensé por qué no hacían esto en España, y comprendí que no sería posible porque los conejos acabarían pintados, mutilados, o en el mejor de los casos, colgados de la pared de la habitación de sus raptores.

Es una pena que tengamos que conformarnos con las típicas vallas amarillas (aunque en Toledo son moradas) por culpa de unos pocos. Y con muchas otras piezas del mobiliario urbano ocurre lo mismo, como español estamos acostumbrados a pensar que tiene que ser fácil de limpiar, difícil de llevar y a prueba de gamberros.

Lo único parecido que he visto aquí a prueba de gente son las fundas que ponen a los postes y farolas para que la gente no pegue publicidad en ellos. Aunque no protegen la funda en sí misma, que en cinco segundos la podrías quitar.

Imagináos que aún estamos en verano. Imagináos que sigue haciendo los 35ºC con una humedad por las nubes, esas mismas nubes que hoy no están, así que hace un Sol de justicia.

Un buen día de playa podría parecer. Vayamos a la playa. Estamos en Corea (del Sur, los del norte no van a la playa si no es para escaparse nadando del país). Hay gente en la playa, pero ¿qué veo?, NADIE lleva bañador. No, no estoy en una playa nudista, lo que pasa es que todo el mundo se mete al agua con la ropa puesta. Y salen de ella con la ropa empapada, con arena en cada costura y a saber con cuánto salitre.

Pero eso no es problema para que dejen de cargar sus bártulos de juego: flotadores, cubos, palas, pelotas, etc. Bártulos que alquilan por un módico precio en la entrada de la playa. Bueno, más que un alquiler es una venta con derecho a devolución. Lo mismo pasa con esterillas, sombrillas y otros artilugios. Por ejemplo, veamos el precio de una esterilla:

• Compra: 4000 Won (2.5€)
• Alquiler: 2000 Won (1.5€)… aunque al principio tienes que pagar 5000 Won, y cuando la devuelves te reembolsan 3000 Won

Aparte de que los precios no me parecen para nada caros, la idea de compra/alquiler me parece estupenda, así no tienes que llevarte todos los aparejos en el coche o autobús.

Pero volviendo al tema de la ropa, ¿cuáles son los motivos?. Según me contaron, hay dos. El primero es que no quieren ponerse morenos, por los mismos motivos que a principios de siglo en Europa se llevaba el color blanquito de piel: los morenos trabajan en el campo, los blanquitos a cubierto y por eso tienen más estatus social. Igualmente también quieren diferenciarse de los vecinos del sudeste asiático (filipinos, malayos, tailandeses, etc) que por lo general son de pier más oscula.

El segundo motivo es la vergüenza. Les da vergüenza descubrirse el torso, o a las chicas ir en bikini, cosa que contrasta enormemente con las minifaldas que se ven en cualquier época del año, hasta con temperaturas bajo cero.

Si ahora en vez de a la playa vamos a una piscina pública, vemos que pasa exactamente lo mismo. Todos con ropa en la piscina. Y luego la gente se altera en Europa porque una musulmana se meta con su Burkini en una piscina. Por lo visto no es sólo costumbre de Corea, sino que en Japón también se practica esta curiosa costumbre pero ligeramente adaptado. Aquí se meten con bañador, lo que no se quitan es el maquillaje.

Pero cuando el calor aprieta, quien más quien menos se refresca donde buenamente puede. Yo ya sabéis que soy de meter la cabeza debajo de cualquier grifo o fuente de la ciudad para ir fresquito. Hay otros que se meten enteros en la fuente, y no sólo hablo de niños, sino también de otros niños más creciditos.

Me dio mucha envidia. Así que solté la cámara y me fui también para dentro, por supuesto sin bañador. Cómo acabamos es obvio: empapados.