Los años perdidos

Escrito por Ángela Becerra.

Vivimos avanzando por el tiempo, esta línea continua de la que ignoramos su origen y, como infinita que es, no podemos imaginar su final. El motor es nuestro cerebro, la carrocería es nuestra salud, el contador de kilómetros es nuestra edad. La ruta, unos se la organizan como quieren; otros, como pueden o les dejan.

Algunos deciden hacer su camino con un lento utilitario de mínimo con sumo. Se alejan de las autopistas porque ni tienen prisas ni están dispuestos a pagar peajes. Prefieren los caminos que se envuelven de paisajes donde el pájaro derrota la estela del jet y el silencio ahoga el decibelio.

Otros desean más rapidez, se suben a una moto, invitan a alguien y acaban haciendo el amor y con un sidecar cargado de hijos.

Pasamos muchas horas subidos al autocar de una empresa, viajando con un montón de desconocidos entre los que alguno, con suerte, acaba siendo auténtico amigo.

Subimos a una interminable caravana de autobuses llamada país y demasiadas veces nos encontramos en medio de un inmenso atasco organizado por sus conductores políticos.

En el viaje del vivir, no todos los que van, llegan. Unos cogen caminos equivocados, estudios sin arranque, amores sin destino. Son los tiempos perdidos que jamás volverán.

Saber hacia dónde se va, y cuando nos equivocamos corregir a tiempo, es la única forma de llegar. Por eso siempre hay que estar atentos al camino: porque siempre estamos yendo.

5 comentarios ↓

#1 Aebeda comentó el 6 de marzo de 2009 a las 07:02

Los anos perdidos… mira a ver si cambias el link del post, :D. Que parece otra cosa.

No había leído esto antes, pero me ha gustado.

BTW, ¿ cómo cojones se hace el amor en un sidecar ?

#2 martukis comentó el 6 de marzo de 2009 a las 08:36

¿Yendo adonde? No tenemos que ir a ninguna parte. Creo que el final es lo menos importante de este viaje. Cada kilómetro es lo que cuenta. Así que…¿años perdidos? qué va…

#3 luis comentó el 6 de marzo de 2009 a las 14:34

Mario, da igual el link, al final se sabe bien cómo es todo. Apareció publicado como columna en la contraportada del diario ADN la semana pasada, luego lo busqué en internet, y ahí está. Ah, y en el sidecar no se hace nada, sólo se carga a los niños en él.

Marta, lo que al final dice es eso precisamente, que como siempre estamos yendo hay que estar atentos al camino. Lo que critica precisamente es que uno se ciegue en el destino sin importar el viaje (independientemente de que se vaya en coche por autopista, en moto con sidecar, o en autocar).

#4 martukis comentó el 6 de marzo de 2009 a las 19:10

Vale, se me fue la pinza al final de lo que puse porque es que no se puede comentar a las tantas porque pasa lo que pasa, jejeje

Pero dice que tenemos que saber hacia dónde estamos yendo en todo momento…creo que eso da un poco igual. El caso es ir,no? En fin, que es dar siempre vueltas a lo mismo.
Y como acabó Sara una conversación parecida a esta en mi blog: que viva el kalimotxo, q pa qué nos vamos a complicar + la vida :p

PD: Tú no deberías estas en medio de la Plaza Roja en vez de estar contestando a estas cosas??jurararía que te dejé a la entrada de un avión lleno de rusacos…

#5 luis comentó el 6 de marzo de 2009 a las 22:38

Estaba esperando el tren, que sólo hay uno cada hora, y como me han entretenido tanto con el pasaporte, he perdido por 5 minutos el anterior. Afortunadamente hay WiFi en la estación de tren.

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