Quizá fueron los chinos quienes inventaron cohetes y fuegos artificiales, pero al igual que tantas otras costumbres, viajaron hasta este archipiélago donde son llamados flores de fuego (èŠ±ç« hanabi).
Como cada verano, cada barrio japonés organiza sus propios festivales para celebrar, simplemente, el verano. Uno de los momentos cumbres de la celebración llega con los fuegos artificiales que prácticamente cada dÃa se ven por las calles. A veces son los niños quienes los lanzan (se venden hasta en los convinis), pero otras veces son algo mucho más organizado, un evento al que asisten miles de personas.
Eso en cada barrio. Pero hay dos o tres exhibiciones de fuegos artificiales especialmente importantes por el gran área de Tokyo. Ayer fue una de ellas, sobre el rÃo Tama (多摩å·), a unos treinta kilómetros de la desembocadura.
Cientos de miles de personas (sin exagerar) fueron a verlos. Apenas habÃa un par de estaciones de tren por la zona, estaciones secundarias, de esas en las que ni siquiera paran los expresos. Desde varias horas antes al comienzo del espectáculo, con cada tren que llegaba una marea de gente se desplazaba por las calles. Esto es Japón. Aquà hay gente para llenar cualquier cosa.
Es tÃpico ir vestido con el traje tradicional de verano (yucata) a ver los fuegos. Se animaban especialmente los extranjeros y las chicas y parejas jóvenes. Cabe decir que a los extranjeros este tipo de traje no les queda nada bien. Será por la forma del cuerpo, será por la gracia de los andares, pero si eres un gaijin, la yucata no es para ti.
La gente se acumula en las esplanadas a la orilla del rÃo, esas mismas diseñadas para evitar males mayores durante las crecidas pero que normalmente se emplean como campos de baseball, football o incluso golf. Da igual lo grande que fuera la esplanada, como he dicho, los cientos de miles de personas que vinieron son capaces de llenar todo lo que se propongan. Afortunadamente yo llegué con un par de horas de antelación y pude hacerme con un huequito para dos entre los manteles azules de picnic que la gente se trae.
Aún es de dÃa. Hay que esperar a que anochezca para empezar con los fuegos. Muchos llevarán aquà desde primeras horas de la mañana reservando el sitio a sus amigos o compañeros de trabajo, asà que más les vale estar entretenidos. El tiempo pasa de forma distinta para las personas que hay aquÃ. Unas hablan, otras beben, otros se dedican a preparar sus cámaras con un tinglado digno de estudio fotográfico, hay quien se trae el portátil con un pincho 3G, y otros sencillamente se echan una siesta a las seis y media de la tarde.
Yo no viendo el panorama no me aburrà en absoluto. También llevaba mi cámara, pero ni mucho menos con tanto trasto. Por no llevar, ni trÃpode, aunque ciertamente lo eché de menos. Quizá por eso en alguna de las siguientes fotos aparezcan cabecitas, porque las fotos están tomadas a ras de suelo, con la cámara apoyada sobre la mochila, medio haciendo equilibrios.
La intensidad del espectáculo la miden en número de fuegos artificiales. Este tenÃa 12.000, lanzados a lo largo de 70 largos minutos, lo que de media vienen a ser 3 lanzamientos por segundo. Impresionante.
Pero no sólo en cantidad, sino también en técnica. ConseguÃan hacer figurillas con ellos. Corazones, lunas, estrellas, una carita sonriente, Mickey Mouse, Hello Kitty, Doraemon. No eran fáciles de pillar, pero algo se puede ver por aquÃ:
Y a todo esto yo experimentando con mi cámara. Todas las fotos están hechas con el modo manual porque el sensor de luz se vuelve un poco loco a la hora de calcular los valores óptimos. Asà que prueba y error. Lo que veis no es más que una mÃnima fracción de las fotos que hice. El resto, ya están en la papelera. Hay que probar, hacer muchas, aprender, y luego ver los bonitos resultados que quedan.
Al final, he descubierto que lo mejor es disparar las fotos con pequeñas aperturas (f22), es decir con el iris de la lente muy cerrado para facilitar el enfoque, y además con ISOs bajas (ISO 200) para evitar que el sensor se sobreexponga. Además, como la apertura es muy pequeña, la profundidad de campo (zonas donde enfoca la cámara) es enorme, asà que me olvido del autofocus y fijo el enfoque de forma manual un pelÃn antes del infinito. Me olvido pues de que tarde una eternidad (un par de segundos) en enfocar desde el momento en que aprieto el disparador, y asà capturo las cosas justo en el instante que quiero.
En cuanto a tiempos de exposición, pues depende. La foto anterior está sacada con un tiempo de exposición corto (1/2 s) para evitar estelas y capturar bien la forma de las caritas sonrientes. A pesar de que digo corto, medio segundo suele ser una barbaridad para fotografÃas normales. Sin embargo en los fuegos artificiales no queda tan mal, y de hecho es necesario ya que estoy trabajando con altas aperturas e ISOS bajas (es decir, que al sensor le llega poca luz y encima está en modo de baja sensibilidad).
Aún asÃ, en muchas fotos he usado tiempos superiores al segundo para grabar la estela, para que se vea el fuego artificial en todo su esplendor. Por ejemplo, de las fotos que siguen, la primera es de unos fuegos en forma de espiral que cambian el color.
Más de una hora de fuegos dán para mucho. Me atrevà incluso a experimentar poniéndole la lente de 50mm en su modo de mÃnima apertura (f1.4), es decir va a entrar tanta luz que tenemos que dejar poco tiempo de exposición. En este caso para que salga algo curioso hay que hacer algo distinto: desenfoquemos a discreción. Las luces brillantes sobre fondo oscuro nos dan asà un bonito efecto bokeh. Una forma diferente de ver los fuegos artificiales como bien dice Mario.
Pero todo se acaba. Llega la traca final y una lluvia de fuego cae sobre el rÃo Tama.
Ahora cientos de miles de personas vuelven a casa, asà que mejor tomárselo con calma, irse a cenar a la puerta de un convini y esperar que el jaleo se disipe.
Quizá la semana que viene me acerque a los fuegos del rÃo Sumida, en pleno centro de Tokyo. Son los más grandes de todo Japón. 20.000 fuegos artificiales en una hora (6 por segundo). Los asistentes se cuentan por millones. Bueno, quizá no vaya. Los fuegos del rÃo Tama han sido ciertamente muy buenos, y no querrÃa empañar esta experiencia con semejante baño de masas.
Los que me leéis desde España, disfrutad las fiestas de agosto por cualquier pueblo y ciudad. Y si os animáis a retratar las flores de fuego, compartidlo por aquÃ.