Cuando los edificios desaparecen…

…es que estás perdido. Y mucho.

Hace unos días me compré una bicicleta en Muji, una tienda en la que venden todo tipo de cosas siguiendo una filosofía de sencillez, funcionalidad y calidad. Al principio podría parecer Ikea, pero luego te das cuenta de que hay algo más, no solo porque vendan desde muebles hasta comida, sino porque el estilo es diferente, todo parece que está en armonía. Y los precios no son abusivos. Desde luego nunca podrá igualar a los de las tiendas de todo a 100¥ pero son bastante aceptables, bajos incluso para algunas cosas. De hecho fue el lugar donde encontré más barata la bicicleta, ¿cuántos yenes diréis que me costó una con 18 marchas, cuadro de aluminio, y guardabarros para los días de lluvia? 

Mi bicicleta 

Una curiosidad es que las bicicletas llevan matrículas, pero no plaquitas metálicas, sino pegatinas en el chasis. La más importante es la de la ciudad donde está registrada, y después le vas poniendo más y más en función de por dónde te muevas, ya que a menudo necesitas registrar la bicicleta para poder aparcarla en determinados sitios. Yo de momento tengo dos más, una del complejo de apartamentos Hiyoshi International Hoyse y la del parking de la Universidad de Keio, todas ellas con su número respectivo.

A lo que iba, hoy Susan (China) y Louis (mi roomate, de Francia) iban a ir a Jiyugaoka, una zona comercial a 6 paradas en tren. Así que yo me animo y decido ir hasta allá para probar a fondo la bicicleta, que hasta ahora sólo la había usado para trayectos cortos por aquí. Durante el camino me entretengo un poco mas de la cuenta haciendo fotos como esta:

Hombre-anuncio 

Parece una víctima de la crisis, ofreciéndose para trabajar. Pero no, está ahí para indicar el camino a algún sitio. No puedo leer el cartel, pero sé que la primera palabra quiere decir proud (orgullo), y la segunda línea green front (frontal verde). Lo que más me sorprende es que lleve traje para hacer el mismo trabajo que los carteles andantes que se ven por la zona de Sol en Madrid.

Otra foto, un cementerio totalmente urbano. Aunque vivir ahí debe ser molesto por la cercanía del tren. 

Cementerio integrado en la ciudad 

En Jiyugaoka me encuentro con Louis y Susan, estoy un rato con ellos, y luego decido volverme. Eran las seis de la tarde, y es completamente de noche desde hace un rato. Supuse que en poco más de media hora me plantaba en casa. Pero no, tardé un poco más. Iba con el objetivo de seguir el recorrido de las vías elevadas del tren, pero hay veces que tienes que irte por la calle de al lado porque el tren pasa junto a los edificios y no hay espacio para una calle. Y sigo… y comienzo a sospechar cuando veo que la plataforma del tren sigue teniendo dos vías, cuando ya debería tener cuatro (dos por sentido, porque pasan trenes a distintas velocidades y de distintas líneas). Da igual, sigo un poco más, tratando de ir hacia los edificios altos que veo desde la ventana de la universidad. En una de estas, todo desaparece. Estoy en medio de un barrio residencial, con un río a un lado y una montaña al otro. No hay edificios altos, las vías del tren son a ras de suelo en vez de elevadas…. y veo que los trenes van hacia Kawasaki, una ciudad que completa el triángulo Tokyo-Yokohama-Kawasaki. 

Perdido, pregunto a unas señoras dónde está la estación de Hiyoshi (日吉駅は何処ですか, Hiyoshi eki wa doco desu ka?), me señalan por una calle diferente a la que iba, y en sentido contrario… y que tardaré como hora y media o dos horas en llegar. Pienso, qué exageradas, será a su ritmo, a esas horas hay poca gente por la calle y se puede ir a buen ritmo.

Finalmente he llegado a las diez de la noche. Las señoras tenían razón. Cuatro horas pedaleando, sin saber muy bien hacia dónde iba, pero sin importarme demasiado. He descubierto un montón de lugares interesantes, como templos escondidos al fondo de un camino arbolado, miradores en lo alto de colinas desde donde se ve toda la ciudad, calles a la vez entrevesadas, oscuras y silenciosas en las que te sientes seguro, un festival callejero, entre otros. Lástima que no me acuerde de cómo llegar a ellos.

Festival callejero 

Barquillos japoneses 

¡Como los barquillos madrileños!, pero esta ruleta es electrónica.

Artistas callejeros

Tocando por gusto, no pasaban la gorra 

Apunta fino 

Así cualquiera acierta

5 comentarios ↓

#1 Andrés comentó el 26 de octubre de 2008 a las 22:52

¡Menuda historia! Eso sí, estoy de acuerdo en que la mejor forma de conocer una ciudad es perderse. La de lugares recónditos que pueden descubrirse.

#2 Gandhi comentó el 27 de octubre de 2008 a las 04:12

Joder, estoy convencido que el 90% del mundo si se pierde de esa manera no guarda una actitud tan positiva ante la aventura… :D

#3 Israel comentó el 28 de octubre de 2008 a las 11:45

1. Dinos cuánto costó la bicileta!! :D
2. Si hay cementerio de japoneses, quiere decir que no nos los comemos en los restaurantes chinos… ni tampoco a los chinos, pues en París yo vi unas cuantas tumbas… por lo cuál, ¿qué abuelos nos estamos comiendo?
3. Sin duda alguna, como dice Andrés, perderse es la mejor forma de conocer cualquier ciudad!!

A seguir pedaleando!!

#4 Kuvik comentó el 29 de noviembre de 2008 a las 03:17

Yo también me perdía una vez, andando, en Gakugei Daigaku. Estuve como seis horas deambulando en la oscuridad. Suerte que aún había trenes.

#5 luis comentó el 29 de noviembre de 2008 a las 14:59

Andrés, se descubren muchos sitios, lo malo es que algunos son tan remotos que posiblemente no vuelvas. Pero eso también tiene su encanto.

Gandhi, la verdad es que no tenía nada mejor que hacer y hacía buen tiempo, así que me dejé llevar. Sin embargo la semana pasada al volver del mismo sitio en bici estaba llovendo y hacía frío. Ya me cuidé de no perderme…

Isra,
1. 19000¥ + 500¥. Lo primero, la bici, lo segundo, el impuesto de matriculación (¡!)
2. Tranquilo, en los chinos se comen gatos y perros. Eso si, como se te ocurra mezclarlos luego te revuelven las tripas. Es broma. Me gustan mucho los restaurantes chinos, aunque a veces los platos son muy repetitivos.
3. Ahora me voy a perderme otro rato. Pero poco, que dentro de 2h anochece.

Mario, seis horas… ufff… ¿te gustó la experiencia?.

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