Master’s Thesis presentation (ayer)

Ya ha pasado, fue rápido y sin dolor. A la una de la tarde de ayer daba comienzo mi presentación. A la una en punto, porque cuando en Japón programas un evento de estas dimensiones lo haces de forma precisa y rigurosa. A las 12:55:00 ya tenía el portátil enchufado. Cuatro minutos más tarde y tras configurar el proyector, siendo las 12:59:00, dejo la presentación en su primera transparencia. Medio minuto para agarrar el puntero y estar en posición a las 12:59:30. Pocos segundos más tarde, a las 12:59:40, se levanta un profesor al que pregunto ¿puedo comenzar?. Su respuesta es tan precisa como el contenido de la misma y me responde, espera, aún faltan 15 segundos para la una.

En Keio el día se divide en 6 ó 7 periodos de clases de de 90 minutos, más 15 minutos de descanso entre ellos y una hora para comer. Los períodos se indican por megafonía con una melodía. Cuando el reloj marca en punto a las 13:00:00 suena la melodía y el profesor me presenta. Inicio mis 12 minutos de presentación, a los que les siguen 8 minutos de preguntas, tal cual como estaba previsto. Para no pasarse de los tiempos establecidos, uno de los profesores tiene una campanilla (como en la recepción de un hotel) con la que da toques a los 0, 10, 12 y 20 minutos.

El toque de los 12 minutos suena mientras estoy en la última transparencia, resumiendo las conclusiones de mi trabajo. OK, todo va bien, en la práctica dan manga ancha de un minuto, pero sólo necesito 10 segundos para concluir. Luego, los profesores me preguntaron cuestiones muy buenas, y me alegra porque eso quiere decir que han entendido y (espero) han sabido valorar mi trabajo. Por fortuna tenía tantas transparencias de backup como de contenido presentado, y con este material adicional respondo ágilmente a las cuatro o cinco preguntas que me hacen. La temática de las preguntas estaba basada en la validación de las simulaciones (convergencia, variación del resultado con variación de parámetros, etc), y justificaciones de diseño frente a algunas decisiones tomadas, como por ejemplo emplear una gaussiana (¡¡simétrica!!) para modelar el desplazamiento iónico de los átomos de silicio (que el sentido común dice que no es simétrico). Tras la última pregunta aún faltan 10 segundos, que se hacen de ese silencio tan incómodo, roto por el sonido de la cuarta campanada. Puedo irme. Soy libre. O casi.

Los treinta que presentamos estos días tenemos que presenciar las presentaciones de los demás. Digo presenciar porque se trata de estar presente. Cuando el sueño me invadía decidí sacar el ordenador y ponerme a hacer algo de provecho: responder emails, ponerme un poco al día con los feeds, trastaer con la oveja de fuego y crearle un par de handlers, y al final aquí estoy escribiendo este artículo. No pasa nada porque el resto de presentaciones son en japonés y no me entero demasiado. Además, los japoneses tampoco se enteran demasiado. Por ejemplo, ahora mismo estamos en el aula 10 profesores y 33 estudiantes incluyendo al que presenta; de los profesores sólo hay uno durmiendo, el resto atienden; de los estudiantes hay 9 durmiendo (4 de ellos de forma descarada, usando una toalla de mano como almohada), 4 leyendo libros (uno en el kindle), 7 con el portátil haciendo cosas varias (me incluyo), otros 4 mensajeando con el móvil, y los 7 restantes atendiendo vagamente. Ojo, todos vestidos con traje, una imagen cuanto menos curiosa. Lo que no se escucha es ningún comentario ni cuchicheo, y si lo hacen es a un volumen inaudible por el oído gaijin.

Cuando va llegando el turno de cada uno, nos levantamos, vamos al atril donde colocamos nuestro portátil, y la presentación comienza. Suele haber unos minutos entre un presentador y el siguiente, sobre todo se empleados en caso de que los profesores quieran hacer más preguntas porque se hayan dado cuenta que el presentador no tiene ni idea. Hubo uno al que le molieron a preguntas hasta que acabó confesando que tal o cual resultado no era suyo. Concretamente eran unos resultados de cómo conseguir superconductores a temperatura ambiente con bebidas alcohólicas (leed el artículo, interesante y divertido cuando explica el origen de su inspiración: ”I thought of it because I like alcohol very much“).

Volviendo a mi presentación, los profesores quedaron muy convencidos y mi profesor me dijo extraoficialmente que la nota sería buena, pero aún tienen que debatirlo. Los resultados parciales (apto / no apto) se saben mañana  jueves, y los finales allá para la segunda semana de marzo. Lo más importante, como dijo Zazo, es saber que ya puedo tachar una línea más de mi lista de cosas a hacer en la vida:

  • Escribir un blog.
  • Tener un árbol.
  • Plantar un hijo.
  • Acabar la carrera.
  • Visitar los cinco continentes.
  • Dar la vuelta al mundo.
  • Atropellar a un canguro.
  • Volar como los cuervos.
  • Ver un eclipse de Sol.
  • Ver un eclipse de Luna.
  • Ver un eclipse de Tierra.

Ahora, unos días de descanso (el fin de semana me voy al festival del hielo de Sapporo), y después a cerrar cabos en Japón. A partir del 1 de abril ya puedo empezar a prepararme para seguir tachando ítems en la lista.