Pusan, Busan, 부산, 釜山, nunca me queda claro cómo llamar a esta ciudad. La llamaré Pusan porque asà la he llamado todo el tiempo que he estado en Corea.
Pusan es la segunda ciudad de Corea del Sur, una ciudad de mar, con vistas al mar de Japón. Apenas sé de la ciudad que fue refugio de los coreanos cuando hace 60 años a los del norte se le cruzaron los cables e invadieron el sur. Por esta vez se libró, porque anteriormente habÃa servido como puerta de entrada de los japoneses hacia Corea, China, Rusia, y a saber hasta dónde hubieran llegado. Se desmadraron después de que les enseñasen un poco de mundo, tras un par de siglos encerrados en sus islas (para protegerse de los ataques a su cultura).
A lo que iba. Pusan NO es una ciudad rodeada de montañas, es una ciudad que rodea montañas. AsÃ, de buenas a primeras te encuentras con un monte de unos pocos cientos de metros en medio de la ciudad. Es una ciudad desperdigada, desarrollada de forma lineal a lo largo de la costa y entre montañas (a veces forma anillos).
Durante los tres dÃas que estuve en Pusán no hice otra cosa que pateármela de extremo a extremo, metiéndome tanto por las callejuelas más oscuras y solitarias como por los mercados más concurridos. Me sorprendió lo viva que está la ciudad, gente por todas partes, un montón de carteles publicitarios y neones que intentan atraerte a saber dónde (aún no leo coreno, pero no es complicado).
Como siempre, los coreanos menos tÃmidos que los japoneses, y de vez en cuando uno se ponÃa a hablar contigo con las cuatro palabras que acababa de aprender en la clase de inglés :D. El tema de conversación, en cuanto les dices que eres de España, acaba en si el Real Madrid o el Barcelona son mejores (y barça es más conocido), que si España ganó la copa de Europa hace un par de años (y no se acuerdan de lo que pasó en el mundial), o de que les encanta la paella de marisco.
Bueno, ahà van las fotos. Primero, las calles de dÃa:
Ahora de noche, cuando los neones brillan y todos los gatos son pardos:
Las calles se llenan de publicidad por las noches. El suelo llega a no verse de la cantidad de papeles que hay. Al amanecer los limpian, pero siempre queda alguno. Es publicidad para tÃmidos, para que mientras vas cabizbajo andando por las calles la leas, y mires el mapa, y tus pies te dirijan hacia donde dan los supuestos “masajes”.
Mercados, muchos mercados. No te los encuentras por la calle, hay que alejarse un poco de los centros que tiene la ciudad. Allà te venden de todo, y especial mención tienen las sublimes algas kim, delgadas como el papel pero sabrosas como una ensalada de marisco, que se te deshacen en la boca rápidamente y el cuerpo te pide más, y más, muy adictivas, quien las ha probado lo sabe.
Gambas a granel… ¿para la sopa?
Kimchi, verduras fermentadas en salsa picante. Suena mal, asà que no os lo comáis y dejádmelo todo para mi.
Capullos de gusanos de seda. La verdad estos no sé si serán para comérselos, hacer mantones de manila, criarlos, o a saber qué.
Y unas pocos fotos más de los mercados:
Y en los mercados también se come. No es que sea plan de comerse un pescado de esos asà crudos (aunque podrÃa hacerse), pero hay puestecitos que venden de todo, como pasteles rellenos de judÃas rojas, pasta de harina  hervida, sopas de pescado, etc:
Más de Pusan, el templo Haedong Younggung, construÃdo junto al mar. Un poco lejos porque queda a 1h o asà del centro de la ciudad. Me hubiera gustado estar allà para el amanecer, o temprano en la mañana (fui al atardecer).
Y por último, la torre de Pusan. Tantas y tantas ciudades tienen torres turÃsticas. No suelo subir a ellas porque me parece que son demasiado caras, pero en esta me animé porque tenÃa un rato muerto (y no era tan cara).
Desde arriba, buenas vistas como la primera foto de este post, y un cartel en una de las ventanas que decÃa algo asà como: si vienes con tu novia, dile que mire por esta ventana hacia abajo. Y contraviniendo al cartel voy yo me asomo:
Vaya, parece que la ciudad de Pusan me quiere.
Pero es hora de irse. Y Pusan no querÃa que me fuera. Mi próximo destino, y ya el último en Corea, era la isla de Jeju, a unos 300 kilómetros hacia el sur. Mi plan inicial ir en barco durante el fin de año. No pudo ser porque todos los barcos para esa semana ya iban llenos. Asà que me tuve que conformar con ir en avión :(. Por suerte hay aerolÃneas low cost que funcionan como en el sudeste asiático, pudiendo comprar un vuelo con un par de dÃas de antelación por 30~40€. Mañana os cuento más de la isla.