De Filipinas a Corea

Estas navidades también visité a unos coreanos que tuve ocasión de conocer cuando estuve un año antes en Filipinas. Concretamente fue en un barco de Puerto Galeras a Batangas. Lo de un barco es un decir, porque más bien se parecía auna barquichuela de madera a la que le habían puesto unos asientos y unas lonas en los laterales para no mojarnos, porque eso se movía al ritmo de las olas.

Estas son las fotos de entonces. Iban tres coreanos. Ella (Iris), un amigo suyo, y la hermana, que la pobre no aparece en la foto porque el mareo que le entró la dejó en estado KO tirada en un rincón hasta que llegamos a puerto.

Pues lo típico, después de las dos o tres horas de barco, quedamos en que si alguna vez ellos venían a Japón o yo iba a Corea les avisaría. Seguimos en contacto por mail, y aunque en principio ellos tenían planes de visitar Japón a corto plazo y por uno u otro motivo tenían que posponerlo. Hasta que yo me animé a ir a Corea. Y allí nos vimos.

Quedamos una día a eso de las siete de la tarde en la salida de cierta estación de metro de las afueras de Seúl. Me dijeron que iban a llevarme a cenar a un lugar típico. Lo que yo no sabía es que ese lugar típico estaba fuera de Seúl, en otra provincia, a 300km ¡en el otro lado del país!. Me montaron en el coche junto con otros amigos (también coreanos)  y venga, de costa oeste a costa este que fuimos. De Seúl a Donghae.


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Cenamos todo tipo de pescados tanto cocinados como crudos en un restaurante con vistas al mar. Aunque no se veía nada por el ventanal porque era de noche.

Con los coreanos

Cena Coreana

Kimchi

¡Qué rico el kimchi! (verduras fermentadas con salsa picante)

Después nos fuimos a una especie de onsen coreano, un Jjimjilbang. En principio parece como un onsen japonés, unos baños públicos con piscinas de varias temperaturas, colores e incluso aromas. El sistema es igual que en Japón: primero te duchas y luego te relajas cambiando de piscina a tu propia discreción. La reacción de los locales es la misma que en Japón: los asiáticos no dejarán de echarte el ojo por pura curiosidad, algunos pondrán mala cara cuando te metas en la piscina a la que están, otros directamente se saldrán murmurando cosas ininteligibles. Pero a estas cosas ya debería estar uno acostumbrado después de pasar una temporada en Japón. Después viene lo diferente. Después de secarte te dan un pijama y accedes a una zona común en la que hay una sala grande con colchonetas por el suelo y varias salas pequeñitas con temperaturas extremas (frío o calor) y con suelo de piedrecitas. Por el día es un jaleo tremendo: niños corriendo, familias enteras jugando a las cartas, TV a todo volumen, etc. Me recuerda al parque Yoyogi. Por la noche todo está tranquilo. Sacan mantas y almohadas y la gente duerme. Yo me metí en una sala enriquecida con extra de oxígeno y unos 25º de temperatura. Ah, todo esto por unos 5€, pudiendo estar todo el tiempo que quieras.

No dormí mucho. A las tres horas de acostarme ya estaban despertándome porque íbamos a ver el amanecer. Así que otra ducha, y saliendo pitando que el Sol se nos adelanta. Después de pasar varias horas en pijama y calentito en el interior no apetecía para nada ponerse capas y capas de abrigo y salir para ver un Sol que no calienta nada. Pero bueno, nunca he visto amanecer por el mar, así que vayamos.

Fuera hacía frío. Mucho frío (-7º). El pelo mojado se me congeló. Y menos mal que acabó amaneciendo porque si no me quedo ahí del frío que hacía.

Amanecer

El desayuno fue junto a una estufa, y desayuno bien caliente: sopa de pescado con arroz.

Amigos de Iris

Y nada más desayunar, de vuelta a Seúl, que era domingo y después habría mucho tráfico. Tres horas más en el coche. Ah, los coreanos no conducen nada bien. No veáis la cantidad de adelantamientos por la derecha que vi en la autopista a 100km/h. Y la gente sujetando el GPS del móvil en una mano y conduciendo con la otra.

Conducción con GPS

Llegamos, y la madre de Iris nos tenía preparada una comida muy buena. No me acuerdo del nombre, sólo sé que era como un guisado de carne dulce. Muy rico. En la sobremesa me enseñaron la casa, y estuvimos jugando a un juego típico de mini-naipes coreanos (Hwatu) que consiste en ir agrupando las cartas dependiendo de lo que tienen en común. No lo entendí muy bien, pero las cartas eran bien bonitas.

Hwatu

Iris

Casa de Iris

De su habitación no sé qué me parece más curioso, si que duerma en la misma cama que su hermana o que tenga el ordenador integrado en ella (en la cama).

Al salir fuimos a cenar con otro de los que aún faltaba por visitar, que no había podido venir a pasar frío viendo el amanecer porque estaba en una boda (¡buena excusa!). Esta vez no hubo pescado, sino una especie de barbacoa con diferentes tipos de carne (en japonés lo llamarían yakitori, 焼き鳥).

Amigos de Iris

Y después de cenar, de vuelta al hostal. Tratando de no perderme porque había caído otra buena nevada y las calles estaban irreconocibles. Mañana os enseño Seúl nevado.