No habla nadie en el tren. La mitad duerme. La otra mitad mantiene la vista fija en la pantalla de su móvil. He vuelto a Japón.
El viaje a Corea ha merecido la pena. He descubierto un paÃs que pensaba que era muy parecido a Japón, y lo es en apariencia, pero en el fondo son muy diferentes. Ya pondré fotos y explicaré algo más. Ahora ando un poco liado porque los Reyes Magos en su vuelta a oriente me trajeron el 7 de enero un par de regalos y que me llevo mañana a las 5 de la mañana a pasar frÃo a los montes de Nagano.
Por Corea he viajado solo. Bueno, lo de solo podrÃa decir que era el plan inicial del viaje, porque a lo largo del camino me he encontrado con las más variopintas gentes que podáis imaginar. Gente estupenda, de cualquier rincón del mundo. Las singapurienses que huÃan del calor eterno de su ciudad. Un canadiense que cuando no tiene dinero se dedica a viajar para costearse los estudios (y tiene más de 50 años). Presentadores de TV. Un matemático con licencia de vuelo. Los coreanos que me llevaron a cenar marisco a 300km de distancia y ver el amanecer por el mar a -7ºC. Un hawaiano viajando con tranquilidad, al que si un dÃa hacÃa demasiado frÃo no le importaba quedarse viendo la TV en el hostal. La hongkongesa que se fue a cazar pájaros. Los infinitos viajes e historias de la rusa más maja que nunca haya conocido. Y aún asà me dejo a gente.
Posiblemente no vuelva a ver a muchos de ellos. Pero desde luego que ha merecido la pena compartir unos dÃas, horas o tan sólo minutos en su compañÃa. Para ellos va este post.