Eclipse

Está ocurriendo ahora, aquí al lado, aquí arriba. Pero está nublado.

En la mayor parte de Japón el eclipse será parcial. Sólo se verá total en unas pocas islas del archipiélago tropical de Okinawa que, convenientemente ante el aluvión de turistas que esperaban recibir, han puesto precio a su entrada durante esta semana: varios cientos de miles de yenes por persona. Shanghai tampoco era mala opción, a menos de tres horas en avión, una gran ciudad done seguro que habilitarán lugares para ver el eclipse, o si no siempre podría escaparme al lago de Hangzhou, conocido por los europeos a través de los escritos de Marco Polo.

Pero no había vuelos a un precio razonable. Y si me sirve de consuelo, está nublado. Aunque siempre queda la posibilidad de que el gobierno chino bombardee el cielo con partículas de yoduro de plata para provocar de forma adelantada las lluvias.

Tembién está nublado en Tokyo, coger un tren y escaparse lejos tampoco tiene mucho sentido, como he dicho está nublado todo a 100 kilómetros a la redonda. Y se suponía que la temporada de lluvias había acabado.

Siempre quedará como consuelo recordar momentos anteriores, cuando hace 10 años viajé con mis padres en coche a Noyon, en el norte de Francia, para ver el último eclipse solar del siglo. También estuvo nublado, pero estando dentro de la estrecha banda de totalidad la oscuridad fue increíble. Siempre recordaré la portada del periódico que con letras enormes decía “Le jour qu’il sa fait la nuit” (El día que se hizo de noche). Porque así pasó. Se hizo de noche, completamente de noche, dos minutos once segundos de oscuridad, a las doce y veinticuatro del mediodía.

También hace cuatro años, en Madrid, pero esta vez el eclipse era anular. Saltarse la clase de campos electromagnéticos mereció la pena.

En fin, aunque siga nublado siempre nos quedará el consuelo de saber que ahí arriba algo maravilloso está pasando. Es una casualidad, una carambola cósmica, que el Sol sea 400 veces más grande pero esté precisamente 400 veces más lejos que la Luna, y que un par de veces al año los recorridos aparentes en el cielo coincidan, y que estemos aquí para verlo.

Por cierto, en japonés eclipse es 日食 (nisshoku, sol (日) comido (食)).

Si alguna vez tenéis ocasión, aprovechad. Os aseguro que el espectáculo realmente merece la pena.

3 comentarios ↓

#1 Israel comentó el 22 de julio de 2009 a las 18:15

Pues sí, mereció la pena saltarse cualquier clase para ver el anular, pues fue una pasada!
Un abrazo!!

#2 Gandhi comentó el 22 de julio de 2009 a las 21:34

Me acaban de entrar unas ganas increibles de que vuelva la serie Heroes…. :P

#3 luis comentó el 25 de julio de 2009 a las 00:43

Isra… no sé si te acordarás de cuando fuimos a ver el Jardín Botánico de Singapur, que a la salida tomamos un helado en un McDonalds de la zona, mientras el sol caía por el horizonte. Ahí, en ese momento, otro eclipse anular como el de Madrid estaba sucediendo. ¡Ouch!

Ghandi, lo bueno son los eclipses. Please, no te pierdas ninguno si tienes ocasión de ir a verlo.

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