Diferenciando asiáticos

Columna escrita originalmente para la revista Aviación Comercial Nº 32 (Febrero 2011).


Recorriendo lugares lejanos te das cuenta de la cantidad de gentes distintas que existen y que, dependiendo de su origen, se comportan de una u otra forma. Veamos un poco los tres principales grupos del lejano oriente: japoneses, chinos y coreanos. En Europa normalmente los englobamos dentro de la misma raza asiática, desconociendo que entre ellos existen diferencias notables.

Comienzo por los japoneses, el grupo que conozco más de cerca. En el aeropuerto se comportan muy formalmente, guardan el turno y hacen líneas ordenadas cuando toca esperar, no se enfadan ante directivas de seguridad y asumen retrasos y cancelaciones con silenciosa indignación. En vuelo suelen tomar bebidas alcohólicas (he visto a japoneses rechazar compañías por no ofrecer alcohol en vuelo) y bien dormir o usar tranquilamente el dispositivo electrónico de turno. Resultan tímidos, habitualmente no hablan ni prestan ayuda a desconocidos salvo que sea estrictamente necesario; sus teléfonos móviles, siempre silenciosos en modo vibración.

Los chinos son bien distintos. Se les distingue a simple vista por una forma de vestir más informal y a menudo mal combinada, aunque precisamente yo no soy el mejor para opinar en este último punto. Las colas no tienen sentido para ellos, y salvo que existan medios para controlar a las masas, éstas degeneran en un semicírculo de gente alrededor del punto de interés, como mostradores y puertas de embarque. Se dejan escuchar hablando en alto y usan melodías estrambóticas en sus teléfonos móviles, que no apagan hasta el último momento. En vuelo, son los primeros en levantarse, en ocasiones inmediatamente después del despegue o aterrizaje, recibiendo la correspondiente reprimenda por parte del personal de cabina. Hablan entre desconocidos sin reparos, e incluso a veces intentan entablar una conversación contigo en su propio idioma mediante tremendos (y normalmente inútiles) esfuerzos por hacerse comprender. A pesar de todo, para un español medio es más fácil sentirse identificado con ellos que con un japonés.

Compartiendo cualidades entre unos y otros nos quedan los coreanos, formales cuando hay que serlo y ruidosos  en los momentos más relajados. En general amigables y curiosos, aunque van perdiendo estas características a medida que suman años. Intentan practicar su inglés (o empujan a sus hijos a hacerlo) acercándose a ti y entablando cualquier conversación banal sobre el tiempo o el país en que os encontráis. Por último tengo que destacar su mal sentido de la orientación y las múltiples “Last Call” necesarias para conseguir que todos estén a bordo.

Aunque todo lo anterior no sería del todo preciso sin remarcar que dentro de las grandes masas de gente siempre hay individuos que se diferencian. Sobre todo en este ámbito de viajeros internacionales es donde encontramos a gente que se sale de la norma, porque precisamente viajando, cambiando de lugar, escogemos nuestra forma de ser entre todo un nuevo espectro de formas de vivir la vida. En mi opinión es el mejor souvenir que nos podemos traemos puesto.

Where's my gaijin?