Bangkok

Bangkok es una ciudad grande, desordenada y ruidosa. Pero tiene mucho por descubrir, y es muy barata.

Nos establecimos en el centro de la mismísima Khaos San Road, que como su nombre indica es un caos. Todo el mundo tiene algo que ofrecerte: comida, tuk tuk, refrescos, flores camisetas, droga, trajes, taxi, hotel, carnets falsos, masajes, la lista no acaba nunca. Comimos por menos de un euro. Dormimos por seis en un hotel con TV por cable y aire acondicionado. Compramos camisetas por dos. Y no nos hicimos con una licencia de yates porque veinte euros nos parecía demasiado.

Tatuaje tailandés

Alrededores de Khaosan Road

Comida embolsada

Comida en Khaosan Road

Carnets faslsos

Comida en Khaosan Road

Comida típica de Khaosan Road

Pero hay más. Hay templos que brillan por sí mismos. Oro, espejos de colores, budas de treinta metros de largo (el pobre está tumbado porque no cabe de pie), galerías con pinturas que revelan historias entre extraños seres mitológicos (o no).

Banderas de Tailandia y del Rey

Buda tumbado

Bangkok

Esquina de oro

Reflejos

Reflejos

Haciendo el pájaro

A la hora de moverse por la ciudad el tuk tuk no es mala opción. Se sabe todas las artimañas conocidas y es capaz de llevarte a tu destino antes de que te haya dado tiempo a sacar la billetera. Ojo, el precio siempre pre-negociado.

Tuk tuk

Los taxis son de color rosa mariquita, así que mejor no meterse en uno. El principal problema es que a partir de las 4 de la tarde se forman unos embotellamientos tremendos en toda la ciudad. Para solucionarlo, te vas al muelle más cercano y coges un barco express que sólo para en las principales paradas.

Los autobuses urbanos pueden llevarte a ti y a cien personas más hasta los límites más insospechados de la ciudad por 8 Bahts el viaje (0.15€) . El revisor muy amablemente te dirá dónde debes bajarte para ir, por ejemplo, a la estación de trenes. Por supuesto que no tienen aire acondicionado, pero los ventiladores giratorios se hacen notar, más les vale porque si no te golpeas con ellos en la cabeza.

Bus urbano en Bangkok

¿Y qué más?. Mucho más. Monjes en la calle. Manifestaciones contra el gobierno (aunque estos no son los camisetas-amarillas que bloquearon los aeropuertos hace unos meses). Para los telecos, cables muy a mano. Y cómo no percatarse de los engendros genéticos como elefantes de cuatro cabezas.

Monje en Bangko

Manifestación política en Bangkok

Manifestación política en Bangkok

Cables al alcance de la mano
Elefante de cuatro cabezas

Y más aún que nos quedó por ver. Dos días no dan de sí como para visitar esta ciudad. Pero volveré, más temprano que tarde, porque mis madre tiene allí a una amiga de la universidad que hace 30 años que no se ven, y han prometido una visita pronto.

Ampai

Ahora Carlos está por allí, a ver qué nos cuenta a la vuelta. Y yo me voy a preparar el siguiente post, que viene algo humedecido.