Os he engañado a todos. En realidad no he vuelto a mi apartamento en Yokohama, dentro del área metropolitana más grande del mundo, con más de 35 millones de habitantes. En lugar de eso estoy en algún lugar de la campiña japonesa.
O quizá no os esté engañando y en realidad esté a un par de kilómetros de mi casa, dando un paseo en bicicleta aprovechando los últimos dÃas del Obon, la festividad de los muertos. Mañana toca volver al trabajo (aunque se suponga que tengo vacaciones hasta finales de septiembre).
Una última curiosidad, un altar improvisado para que el alma de los antepasados descienda y se reencarne en una berenjena o en un pepino: