Carta de un estudiante en Japón

Parafraseando la carta de un erasmus en Helsinki, durante una espera en el aeropuerto de Estocolmo a Marta se le ocurrió adaptarla al caso japonés. 

1 de octubre

Hola familia:

Ya llevo casi un mes aquí. Y, la verdad, pensaba que se me iba a hacer más largo.

Pero es imposible que el tiempo aquí se haga largo. Cada día descubro mil cosas nuevas, formas de pensar y de vivir que nunca se me habían pasado por la cabeza. Todo eso me ayuda cada día a conocerme más a mi mismo.

Los japoneses son una gente curiosísima. Para ellos es importantísimo respetar a los demás y no defraudar a la sociedad. Por eso, incluso las tiendas suelen sacar las cosas a la calle sin tener que vigilarlo, porque nadie va a ser capaz de robar nada.

También valoran y aprovechan mucho su tiempo en la universidad; no como en España, que la gente tira el dinero del estado a la basura.

Y bueno, las vistas que hay desde mi habitación son increíbles: Tokio con el monte Fuji al fondo. Cuando abro la ventana siempre me acompaña el graznido de algún cuervo; me encantan estos animales, son mucho más inteligentes de lo que parecen.

No veré España ni a mi gente en 5 meses; pero el tiempo se me pasa como si estuviera de vacaciones. Es genial.

Os escribiré pronto,

Un abrazo

Y la segunda carta…

15 de enero

Queridos papá y mamá, hermanos y amigos:

Esto es una cárcel. Me quiero ir de aquí. Estos japoneses se pasan la vida “trabajando”. “Trabajando” quiere decir perdiendo el tiempo. Porque es lo único que hacen. Son unos putos ineficientes.

Lo mejor de todo es que en sus vacaciones también trabajan. Y los cabrones de ellos quieren que yo haga lo mismo. No sé cuándo podré volver a casa. Es muy probable que estos hijos de puta me hagan pasarme los tres años que me quedan aquí enterrado en el búnker ese que ellos llaman laboratorio.

Y las normas sociales: tienen normas hasta para cagar. Es increíble. Por muy estúpida que sea una norma ellos la cumplen. Parecen ovejas en vez de personas. Yo les intento explicar lo maravillosa que es la sociedad española debido a que no tenemos ningún problema en saltarnos las normas, y no hay manera de que lo entiendan. Es imposible sacarlos de su mundo. Tengo los nervios ya destrozados, y eso que creía que mi paciencia era infinita.

Estoy hasta los cojones de ver el puto monte Fuji; quiero ver las antenas que hay en frente de mi casa, que ahora mismo me parecen la cosa más bonita del mundo.

Me acabo de comprar una escopeta en un todo a cien a ver si poco a poco me voy cargando a todos los cuervos de la zona para que me dejen dormir algo.

Estoy destrozado. Ahora comprendo que España es el mejor país del mundo. Si es que sólo aprecias las cosas cuando las pierdes. Sólo puedo pensar en el momento en el que me suba a un avión que me saque de este puto país. Que me lleve donde sea, pero lejos de este maldito infierno lleno de japos. Ojalá se suiciden todos.

Un abrazo.

Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. A mí me gustan los cuervos.