Los autobuses japoneses usan un curioso sistema de pago.  Al entrar, una máquina te dá un ticket con el número de parada en la que te has subido (comenzando desde la primera). Es un papelito donde sólo viene un número , no identifica la fecha, ni la hora, ni la lÃnea; un número a secas.
Se suele entrar por la puerta de atrás, porque es ahà donde está la maquinita esa. Luego te sientas, tratando de respetar los asientos para minusválidos o ancianos. Puedes comentarle al conductor dónde vas para que te avise. El conductor lleva un micrófono y está hablando continuamente. Avisa de las paradas, avisa cuándo llega una curva peligrosa, o un bache, o cuándo va a frenar o ponerse en marcha. Si es necesario también espera a que te sientes antes de reemprender la marcha. Asà que entre tanto parloteo, no tiene problema en avisarte de tu parada.
Se sale por la puerta de delante, y es ahà donde se paga. ¿Cuánto se paga?, lo que indique el cartel que está en la parte delantera del autobús. Dependiendo en qué parada te hayas subido te tocará pagar más o menos. Si no te acuerdas de tu parada, miras el papelito. Es la única función del mismo: recordarte dónde te subiste.
Algunos autobuses tienen sólo una urna donde metes el dinero correspondiente a tu viaje. Otros son más complejos y disponen de una máquina que cuenta el dinero. Sólo cuenta, no controla. Nadie sabe realmente en qué parada te subiste, como he dicho, el papelito es sólo por si se te olvida.
¿Y si no tienes el cambio exacto?, pues echas un poco más, o un poco menos (allá tu conciencia). Algunos autobuses, como el de la foto, tienen una máquina de cambio incluÃda. Metes un billete de 1000Â¥ o una moneda de 500Â¥ y te devuelve un mix de monedas ideal para pagar cualquier cantidad y ajustado para no quedarte con calderilla.
Es complicado hasta que te lo explican. Luego resulta fácil acostumbrarse a este sistema. Aunque no lo veréis demasiado por las grandes ciudades, ya que para agilizar usan tarjetas RFID.