Aquà os dejo la primera columna que escribà originalmente para la revista Aviación Comercial, en el Nº 26, correspondiente a febrero de 2010.
De siempre el hombre ha querido ir más allá de las fronteras naturales que se encontraban en su camino. Primero fue el mar. Aún sin ni siquiera conocer el Principio de ArquÃmedes fueron (fuimos) capaces de construir barcos que navegasen cientos de kilómetros de forma rutinaria. Grandes historias se escribieron y de grandes hazañas fueron testigos sus mástiles. Unieron pueblos lejanos y permitieron compartir gentes, objetos y delicias de cualquier parte del mundo.
Tengo por aquà varias fotos, de esas que tomo con la cámara compacta que llevo siempre encima, de cosas que me sorprenden o me resultan curiosas en el dÃa a dÃa. Siempre llevo mi cámara compacta a mano, lista para capturar detalles o cosas curiosas del dÃa a dÃa. Vamos a por ellas.
Mirad que forma más original tienen de aparcar las bicicletas en mi universidad. Hay otro parking que queda 50m más alejado (en dirección hacia la universidad) y que suele estar medio vacÃo. Pero claro, para acceder a mi campus hay que subir una cuesta, y mejor dejar las bicis abajo, unas encima de otras.
Y para acabar, una foto de estas que tanto les gusta a los japoneses, en grupo, con poses raras, y a punto de disfrutar una cena rica (se llama nave, y es como un revuelto de verduras, carne, salsas, fideos, etc).
Bien bueno que quedó. Y tan bien que nos lo pasamos.
A estas alturas no hará falta deciros que los de Neox TV vinieron hace unos meses para grabar mi vida en Japón. Un programa tÃpico de esos de “X por el mundo”, donde en este caso X = estudiantes. Aunque el verdadero nombre del programa es Mamá tú no mires, por eso de que la distancia atenúa la luz, el sonido, y el control paternal.
Actualización: añado otro trozo vÃdeo que mi padre encontró urgando en la web de Antena3 por ahÃ. Pero aún queda otra parte más entre medias.
Aunque parezca mentira, el programa lo ve más gente de lo que parece. Cuando estuve por España el pasado mes de febrero, un par de chicas me reconocieron en el autobús de Toledo a Madrid (lo tenÃan fácil, llevaba puesta la misma camiseta que en el vÃdeo).
Una de las extrañas cosas que pueden encontrarse en Tokyu Hands, unos grandes almacenes tÃpicos japoneses. TenÃan a todos los perritos sincronizados.
Mi nueva casa. Aquà estoy ya desde hace ya un mes. Me daba una pereza muy grande hacer la mudanza, pero gracias a la ayuda de varios amigos y compañeros del laboratorio fue más o menos rápido.
Tuve que mudarme porque la estancia máxima en Hiyoshi International House es de dos años, asà que no podrÃa seguir allà más allá de agosto, y yo acabo el master en marzo. Esos seis meses podrÃa alquilar un apartamento, pero me saldrÃa realmente caro, porque en Japón hay que pagar de 3 a 5 cuotas iniciales (irrecuperables) en concepto de agradecimiento, pago al dueño del terreno, la agencia que te consiguió el apartamento, etc. En lugar de eso decidà solicitar estar desde comienzo de curso (que aquà es abril) una residencia de estudiantes. Y aquà estoy, en Yokohama International Student House (横浜市国際å¦ç”Ÿä¼šé¤¨ ó YISH).
El ambiente es ligeramente distinto a Hiyoshi International House (HIH), y aunque la gente va mucho a su aire si comparamos con Europa, en el fondo hay más vida comunitaria por compartir zonas comunes y tener unos sillones muy cómodos en el hall para sentarse a charlar al venir de la universidad.
Mi habitación está genial, mucho más grande y espaciosa que en HIH, y con un montón de estanterÃas y armario para guardar cosas. Aunque eso puede ser un grave problema a la hora de tener que empaquetar todo en 20kg para la vuelta…
Por si no hubiera ya suficientes cajones, en el pasillo exterior (zona común) cada uno tiene un locker en el que fácilmente caben cuatro maletas de las grandes. Estupendo incentivo para el sÃndrome de diógenes de algunos.
El cuarto de baño es propio de cada uno. Muy pequeño, es el tÃpico baño + WC integrado prefabricado que montan en los apartamentos unipersonales. Aquà sà que se echa en falta algún estante más para apoyar las cosas. Y las chicas echarÃan de menos un enchufe.
Pero lo mejor de todo no está en la habitación ni en el pasillo. Está fuera, asomándose al balcón, porque vivo en el piso 12 del edificio más alto de la zona. Y las vistas son increÃbles a cualquier hora del dÃa y de la noche.
¡Si hasta se ve la Tokyo Tower!
Mirando hacia abajo es algo distinto, veo un parking y un terreno en el que duermen mis vecinos. Son muy tranquilos, no molestan en absoluto, las noches de viento que duermo con la ventana abierta escucho el repiqueteo de las tablas que tienen en sus casitas, y los domingos por la mañana a sus familiares budistas cantando junto a ellos.
Aunque me dá que en Halloween me la van a montar…
¡Que cierren las cortinas si no quieren ser vistos!
Resumiendo, YISH es algo más barato que HIH, la habitación mucho mejor, pero está un poco lejos del campus. Esto que lo veÃa como la única desventaja ya empieza a no serlo, porque hago los 8km a los que está el campus (y otros tantos de vuelta) en bicicleta cada dÃa. Es un camino muy agradable junto al rÃo, sin tener que callejear ni esquivar coches, tan sólo a las señoras que sacan a pasear a sus perros y a algún que otro abuelo haciendo taichi por las las mañanas. Eso cuando no se desborda el rÃo, que entonces tienes la diversión asegurada viendo a gente pescando en las zonas inundadas.
Concretamente estoy al final de la calle Honcho, con muchas tiendas y supermercados en los que hacer la compra diaria. Es estupendo porque me pilla de camino a la universidad, asà que dÃa a dÃa voy comprando lo que voy necesitando.
Lo he visto venir. Estaba en el ordenador, como tanta otra gente un domingo por la mañana, con el pie apoyado entre la mesa y la pared, haciendo cierta presión. Y he notado una vibración. En España no me hubiera preocupado, pero aquà ya andas con la idea de que un terremoto puede ocurrir en cualquier momento. Entonces le presto atención, y de pronto se nota una sacudida que hace crujir al edificio entero.
Ya está, nada más, pero me he quedado unos segundos como esperando a que pasara algo más. Por cómo ha venido me imaginaba que iba a ser algo gordo, y para ser sincero, ha sido en el que más me he asustado desde que estoy en Japón. Y sólo 4 grados Ritcher. No mucho, pero ha atizado en pleno Tokyo.
MitsuikekÅen (ä¸‰æ± å…¬åœ’), el parque de los tres lagos. Tres lagos con nombres poco originales: “El lago de arriba” (上ã®æ± ), “El lago del medio” (ä¸ã®æ± ) y “El lago de abajo” (下ã®æ± ). Está en Yokohama, enclavado en un pequeño valle en medio de la ciudad, suficientemente lejos de la estación de tren más cercana. Aquà el mapa.