No quedan demasiadas. Las jóvenes japonesas no se dejan llevar tanto como antaño por las costumbres de una sociedad milenaria como la japonesa. Pero aún hay algunas. Os voy a contar cómo son.
La palabra geisha (芸者) quiere decir literalmente persona (者) de talentos (芸). Hay gente que tiene la equivocada idea de que son prostitutas. No lo son. Al menos no tienen por qué serlo, y creo que no les hace falta ya que al ser tan pocas tienen el trabajo asegurado. Quizá la expresión más adecuada para describirlas sea “mujeres de compañía”. La gente contrata sus servicios por su educación exquisita y talentos que disponen como conversar, cantar o bailar.
Hace un par de semanas se organizó una actividad en la universidad que era ir a conocer a geishas. Consiste en ir a un determinado restaurante de lujo que tiene contactos con alguna casa de geishas y ofrece paquetes completos de cena con geishas. Normalmente es bastante caro, 25.000¥ (200€) por persona, pero el restaurante decidió hacer una oferta a la universidad, y dejarlo en la tercera parte del precio a cambio de permitir que nos acompañasen representantes de empresas de sake para promocionar sus productos y que un cámara de la BBC grabase el encuentro entre geishas y gaijines (extranjeros).
Incluso tras la rebaja me parecía un poco caro, así que le pregunté a mi profesor. Me dijo que era una oportunidad muy buena, que los japoneses normalmente no tienen ocasión de hacerlo en su vida a no ser que sean altos ejecutivos de empresas. Fue el impulso definitivo, me animé, y fui. Ahí estábamos, en la entrada del restaurante en Asakusa, uno de los barrios más tradicionales de Tokyo:
En efecto, me encontré a los representantes de sake que trajeron bebidas hechas de arroz, patata dulce, y a saber qué más cosas raras pero que siempre me sabe a lo mismo, es decir, a nada. No sé qué le encuentra de especial la gente. Por cierto, los tipos parecían unos mafiosos de cuidado…
El cámara de la BBC también estaba, y se pasó un buen rato intimidando a la gente con su objetivo gran angular, que necesita acercarse a un par de palmos del sujeto a grabar si quiere que salga bien.
Había cinco geishas, muy diferentes entre ellas. Por ser una de ellas era la primera geisha occidental que ha tenido Japón (son muy cerrados para estas cosas). Es la de la izquierda en la siguiente foto:
La del centro tiene 86 años, y se conserva increíblemente bien. La de la derecha ni idea, podría tener 30 o 70. Una de las características de una geisha es que la espesa capa de maquillaje oculta la verdadera edad. Y ahí lo consiguieron muy bien. Pero también las hay jóvenes. Nos quedamos impresionados al saber que la siguiente geisha tiene tan sólo 20 años. Impresionados por cómo se oculta la edad y por cómo hay gente que realmente se interesa por ese mundo desde joven.
La edad nos la dijo ella. Ante todo se mostraban muy abiertas. No sé si porque no éramos japoneses o porque realmente su trabajo consiste en eso. Fueron momentos muy agradables el hablar con ellas, preguntarles acerca de su vida, o ellas preguntarnos de nuestros estudios y nuestros países de origen. Me quedará la duda de saber si actuaban así por no ser japoneses… o porque realmente estaban haciendo muy bien su trabajo, que es hacer compañía y mantener buenas conversaciones. Quiero creer más en lo segundo. No tiene mucho sentido que actuasen con unas reglas muy estrictas si la gente que las contrata lo que precisamente desea hacer es evadirse de su mundo, su realidad japonesa, y pasar una tarde agradable.
La cena fue un bentō (caja de comida preparada), con mucho esmero eso sí. Decir que el hecho de que sea un bentō no quiere decir que sea de baja calidad, simplemente es una forma de presentarlo.
(detalles, clic para ampliar)
Después vinieron las actuaciones de diverso tipo. Es curioso cómo juntaban tradicionalidad y modernidad, porque tan pronto usaban un tambor como un iPod para la música de fondo. Os dejo unas pocas fotos y un par de vídeos.
Al final nos hicimos una foto de grupo, y volvimos para casa atravesando los templos de Asakusa iluminados de noche. Lo dicho, mereció la pena por tener una nueva experiencia en Japón (aunque no repetiría), y porque tuve ocasión de intercambiar impresiones con gente de la orilla norte del mediterráneo, algo que se valora muucho porque introduce un poco de variedad al cóctel habitual de asiáticos, franceses y alemanes de los que estoy rodeado habitualmente.
3 comentarios ↓
Impresionante! En la foto que sales con la geisha parece un fantasma!!
La verdad es que está demasiado extendido el concepto geisha = prostituta… A ver si poco a poco se va cambiando la mentalidad…
Qué pasada!!
La verdad es que parecen de porcelana las geishas eh…
Imagino que disfrutarías al máximo!! Sigue empapándote bien de todo eso, que ya sabes que acabarás añorándolo cuando no lo tengas ;)
Un abrazo enorme!!
Gandhi, tienes razón, debería cambiarse el concepto, porque no es para nada cierto. Habrá de todo, pero es como si dices que cualquiera con minifalda y tacones en la calle es una prostituta. Hasta que llegas a Japón y cualquier día ves a tropecientas chicas así por la calle.
Isra, para evitar añorarlo tendré que buscarme otro sitio en el que poder seguir descubriendo cosas. Y aún no sé dónde.
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