Beijing (北京)

Capital del Norte es lo que significa literalmente (la del sur es Nanjing, 南京). Llegamos al amanecer, después de un viaje en tren recorriendo 1000 km en primerísima clase, no por el gusto de pagar los 40€ que costaba, sino porque eran los únicos billetes que quedaban libres. De todas formas, después de 16h en el pasillo del tren anterior, ir durmiendo horizontales y en cama blanda fue lo mejor que nos pudo pasar.

Decidimos ir en taxi al hostal que teníamos ya reservado porque no sabíamos dónde estaba. En taxi recorrimos varios puntos interesantes de la ciudad, la plaza de Tiananmen, varios templos, e incluso dimos una vuelta completa a la ciudad prohibida. A pesar de que había calles cortadas y carriles reservados para los Juegos Olímpicos aún sigo pensando que se podía haber llegado de forma más directa, o lo que es lo mismo, el taxista nos timó. Pero pensándolo de otra forma, por 1€ de sobrecoste a repartir entre 3 personas recibir un tour introductorio no está nada mal.

La ciudad podría parecer cualquier otra capital del mundo: anchas avenidas, zonas verdes salpicadas por el mapa, calles comerciales, edificios altos y deslumbrantes, etc. Debe ser curioso haber estado en Pekín antes y después de las olimpiadas. Dicen que la ciudad ha cambiado mucho, y que para buscar lo que era hace una década tienes que adentrarte bastante en los hutong (barrios tradicionales) que hay en la parte norte.

Los Juegos Olímpicos se notan por cualquier rincón de la ciudad. Encontramos a las mascotas olímpicas Fuwa (no muy conocidas aquí en España) por todas partes, además de logos representando los deportes.


Monigotes olímpicos

De hecho, estábamos en Pekín durante la inauguración de los juegos, el famoso 08/08/08 a las 8 horas y 8 minutos de la tarde. Y aunque vimos ese instante en un McDonald’s (están por todas partes!), luego nos acercamos en Metro lo más que pudimos a la Ciudad Olímpica. Todos, tanto nosotros como el resto de pasajeros estábamos atentos a la ceremonia de inauguración retransmitida por las pantallas del tren. Era muy curioso ver la cantidad de seguridad que había. Aparte de máquinas de rayos-X en todas las estaciones (y si no, registro manual de mochilas y bolsos), esa noche la seguridad era especial. Tuvimos que apearnos a un par de estaciones de la Ciudad Olímpica, estaba todo perfectamente aislado, con un cordón de voluntarios y soldados (proporción 2:1) rodeando las calles y decenas de militares formando y con equipos antidisturbios listos en los pasos subterráneos de la zona. 

Preparados para cualquier cosa 

Nosotros nos colocamos en una esquina que tenía vistas hacia el Estadio Olímpico (aunque el estadio en sí mismo no se veía porque lo cubrían unos árboles), desde donde pudimos disfrutar de unos fuegos artificiales abundantes, pero durante apenas 10 minutos. Esperaba algo más del país inventor de este tipo de espectáculo. Mientras tanto, sacamos una bandera en la que ponía Somos la eñe. De pronto empiezan a congregarse chinos alrededor de nosotros, a darnos banderitas y pegatinas, a hacerse fotos con estos extranjeros. Nos sorprendemos del numerito que hemos montado en un momento y posamos para las fotos. Pero de repente se acerca un policía con cara de pocos amigos y empieza a hablar por su walkie. No entiende la bandera. Cree que es un acto de manifestación política o algo así. Afortunadamente uno de los chinos que estaba con nosotros y estudiaba filología hispánica le explica lo que es. Uff… nos libramos de una gorda. 

Somos la eñe

Al final yo no entré a ninguna competición. Cuatro de los seis que íbamos en el viaje compraron entradas para el partido de baloncesto del día 10 a 70 eurazos (el valor real de las entradas era 5€). Después del disgusto de la cámara no me apetecía gastarme tanto dinero, así que preferí quedarme fuera con una amiga e ir a dar una vuelta por Beijing en bicicleta. Decidimos dejar los móviles y documentación en la habitación porque podrían caerse de los bolsillos y así iríamos más tranquilos. Cuando nos habíamos alejado varios kilómetros empieza a caer una tormenta tremenda, hasta el punto que ya no nos importaban los charcos, salpicaduras de coches o chorros de agua desde los tejados, lo fundamental era orientarse sin mapa por calles desconocidas a la vez que evitábamos coches, motos y otros vehículos más extraños. Nada más llegar al hostal en recepción nos ofrecen rollos de papel higiénico para secarnos, pero no era suficiente. Yo iba con una camiseta roja made in China y con pantalón blanco. Literalmente, acabé rosa. Incluso cuando me quité las botas, de ellas salía un líquido que parecía sangre. Si no llego a limpiar la ducha cualquiera diría que allí había tenido lugar una matanza. Pero bueno, después de la ducha de agua caliente y cambiarse de ropa quedamos como nuevos. 

Del resto de la ciudad, pues vimos las cosas típicas que ningún turista debe dejar de ver.

  • Ciudad Prohibida: Enorme y con grandes patios y jardines en su interior. Lo malo es que estaba llena de visitantes olímpicos. 
  • Gran Muralla: Fuimos a una sección menos conocida, así que había menos turistas. Subimos hasta arriba en teleférico; recorrimos cuatro o cinco kilómetros de muralla, subiendo hasta lo más alto por unas escaleras realmente agotadoras, con longitudes y alturas de escalones irregulares, como lo que hay en teleco pero a lo bestia y de piedra; y bajamos deslizándonos a toda velocidad por un tobogán de dos kilómetros de largo. Muy divertido. 
  • Plaza de Tiananmen: La plaza más grande del mundo. Casi medio millón de metros cuadrados, es decir, el mismo tamaño que el País del Vaticano. Dentro de ella, el mausoleo de Mao. Miles de chinos van a visitarlo y ponerle flores al que fue el máximo dirigente del Partido Comunista Chino durante muuuchos años, y que aunque murió hace treinta años aún aparece en todas las monedas, billetes, y colgado de las paredes de restaurantes y comercios. 
  • Parques y lagos: Hay muchas zonas verdes por Pekín, y en ellas los chinos se dedican a pasear, navegar en barcos de pedales alquilados, cantar, pintar, etc. Entre otras cosas vimos auna pareja de chinos bailando tango (¡¡a 19000 km de Buenos Aires!!), un señor practicando caligrafía con un pincel y agua en el suelo, un retratista y un grupillo de gente mayor que trajo sus instrumentos y se pusieron a cantar (desafinaban un poco…).
  • Palacio de Verano: Hay que verlo para poder expresar cómo es. Jardines, Montañas, un lago de varios kilómetros de largo, el barco de mármol, multitud de puentes y escalinatas, etc.
  • Templo del Cielo: Diferente al resto de templos, característico por sus edificios circulares, y que transmite una sensación distinta. Una zona tranquila por la que dar un paseo y disfrutar de unas vistas panorámicas de la ciudad. 
Por último, os dejo con algunas fotos. Haced clic para ampliar. 
Gran Muralla China
Gran muralla China
Estadio Olímpico
Gran ovillo de vigas
Caligrafía Retratista
Caligrafía y pintura en el parque
 Cantando en Pekín. Tango en Beijing
Desafinando y bailando tango
Ciudad Prohibida
Ciudad Prohibida
Tiananmen
Mao nos vigila
Templo del Cielo
Templo del Cielo
Palacio de verano
Vistas del Palacio de Verano

Sólo 1 comentario ↓

#1 Aparezco en el periódico | Luis@Keio comentó el 26 de noviembre de 2008 a las 18:22

[...] al fondo, el Templo del Cielo, en Pekín, un día antes del famoso 08/08/08, inicio de los Juegos [...]

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