Despegue y aterrizaje en HD

Durante este verano estoy volando más o menos una vez por semana. La mayoría de las ocasiones en vuelos particulares con amigos o familiares que los llevo a conocer el cielo, a volar en avioneta por primera vez. Y aunque pudiera parecer lo contrario, volando sin instructor se sigue aprendiendo. No ha habido hasta ahora ningún vuelo del que no me haya traído alguna pequeña lección: cómo apuntar a la pista cuando el viento está tremendamente variable (hacer una toma baja e ir enganchado del motor), cómo se sienten las tubulencias de una ligera onda de montaña (el aire te empuja hacia abajo cuanto más te acercas a la ladera), qué maniobras hacen que algunos acompañantes se mareen (virajes de 60º ó desviarse unas décimas de 1g), por dónde es mejor pasar a través de la Sierra de Madrid (Navacerrada está más alto de lo que parece), etc.

Son pequeñas lecciones con las que uno va aprendiendo, perfeccionando la técnica. Como dice un dicho en la aviación, se trata de llenar la bolsa de la experiencia antes de que se acabe la bolsa de la suerte. Aún me quedan cosas por aprender, pero no por eso mis vuelos tienen que ser inseguros. También dicen que al principio es cuando uno se toma más en serio las medidas de seguridad, y sólo es con el tiempo cuando empiezas a descuidarlas. Espero no llegar nunca a ese punto, no me gusta tomar riesgos, no quiero que cualquiera de estos vuelos sea mi último vuelo.

A menudo mis acompañantes se llevan cámara de fotos, y suelo pedirles que graben el aterrizaje para luego verlo detenidamente en casa y ver qué tal lo hice y si podría mejorarlo de alguna forma. La semana pasada, Alberto se llevó una cámara de vídeo en HD y grabó tanto el despegue como el aterrizaje. Fue un vuelo que disfruté especialmente porque hacía buen tiempo y la visibilidad era muy buena.

Por aquí tenéis el despegue. Aplico frenos al centrarme con la pista y acelero al máximo. Compruebo que el anemómetro está vivo y que los indicadores del motor y las revoluciones se sitúan en la zona verde del rango posible de valores que pueden tomar. Voy cantando las velocidades hasta que, a 70 nudos, comienzo la rotación y por tanto ese momento mágico en el que nada más que aire se interpone entre tí y el suelo.

Y por aquí el aterrizaje, que en principio se avecinaba complicado porque el viento no hizo más que crecer y crecer a lo largo de la mañana. En el momento de aproximarme a la pista, el viento estaba cruzado unos 30º desde la izquierda de la pista y soplaba con una intensidad de 10 a 15 nudos (20 a 30 km/h), por eso se ve que el morro del avión está apuntando hacia la izquierda, básicamente para compensar el efecto de traslación que produce volar dentro de la masa de aire. Otras cosas curiosas de este aterrizaje es el pitido que suena del avisador de entrada en pérdida por una ráfaga, es algo que nunca debería sonar, porque avisa de que el avión deja de volar, aunque en este caso no ha sido por llevar una velocidad peligrosamente baja sino por una corriente térmica puntual. Ah, y el berrido acerca de los pies era para recordarle al copiloto que ni se le ocurriera tocar los pedales, que con un viento así los necesitaba frescos y listos para la acción.

Si os ha sabido a poco, os dejo otro par de vídeos del vuelo del viernes pasado con mis primos y mi tío a bordo. Como siempre, primero el despegue y luego el aterrizaje, que además siempre hay que tratar disfrutar del mismo número de los primeros que de los segundos. Y por aquí la ruta que seguimos que ya me conozco bien, visitando en este orden El Escorial, Valle de los Caídos, Segovia y Navacerrada. En esta ocasión fue algo diferente al tener que hacer una órbita de espera antes de entrar en la zona militar de la Sierra de Madrid (sobre Valdemorillo) para dejar paso a un vuelo militar, dos órbitas en el punto N de Cuatro Vientos (Boadilla del Monte) para no cruzar la prolongación de la pista durante un despegue y una última órbita en el tramo de viento en cola paralelo a la pista (sobre Alcorcón) para dejar algo más de espacio con el avión que llevaba delante, que le iba pisando los talones. (Click para ampliar).

Sólo 1 comentario ↓

#1 kovalevsky comentó el 14 de agosto de 2012 a las 05:14

Luis, cada día me doy cuenta que contigo siempre se aprende algo nuevo… echo de menos nuestras conversaciones frikies la noche vieja en Costa Rica.

Ya sabrás mucho de allá hasta aquí. Enhorabuena por los vuelos. A ver si cuando regrese a Madrid, nos reunimos y me enseñas alguito.

Un peto molt.

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